«Nuestros cálculos muestran que, manteniendo la actual tasa de crecimiento de población y de consumo de recursos, en particular, el consumo de bosques —han escrito los autores, Mauro Bologna y Gerardo Aquino— tenemos unas pocas décadas antes de un irreversible colapso de nuestra civilización».
Dejando al margen pandemias, crisis económicas y los efectos del calentamiento global, los investigadores sitúan la sostenida deforestación de los bosques del planeta como causa de un gran colapso de la población mundial. Según recuerdan, se calcula que antes de la aparición de la civilización, la Tierra estaba cubierta por 60 millones de kilómetros cuadrados de bosques, mientras que ahora esa cifra es de menos de 40. La deforestación ocurrida entre los años 2000 y 2012 muestra que, cada año, se deforestan 200.000 kilómetros cuadrados de bosque; de mantenerse esta tasa, las masas forestales desaparecerían en un plazo de entre 100 y 200 años.
Una catástrofe casi segura... si todo siguiera igual
Estas cifras apenas dejan lugar para un escenario favorable: «Un colapso catastrófico de la población humana, debido al consumo de recursos, es el escenario más probable, basándonos en la evolución dinámica de los parámetros actuales», han concluido. «La probabilidad de que nuestra civilización sobreviva es menos del 10%, en el escenario más optimista». Según sus asunciones, ésto se traducirá en una caída drástica de la población.
Para empeorar este negro panorama, Bologna y Aquino apuntan que es irreal considerar que la caída de la población, en un medio ambiente degradado, será ordenada y no caótica: «Esta consideración lleva a que quede todavía menos tiempo».
El artículo tiene la gran limitación de que los autores han asumido que la tasa de crecimiento de la población y la tasa de deforestación serán constantes en los próximos años. De esta forma, los investigadores concluyen que la catástrofe está a una distancia de 20 a 40 años. En apoyo de esta asunción, señalan que es difícil imaginar, «en ausencia de un esfuerzo colectivo muy importante, grandes cambios en estos parámetros» en un plazo tan corto.
Sin embargo, han reconocido que es posible que ocurran cambios en estas tendencias, a causa del cambio climático pero también a causa de la reforestación impulsada por el hombre.
¿Margen para el optimismo?
De hecho, los datos reales muestran, por un lado, que se están perdiendo bosques pero a un ritmo menor y, por otro, que la tasa de crecimiento de población se está moderando, tal como apunta Nafeez Ahmed en «Vice.com».
En concreto, si bien la pérdida de bosques se aceleró en un 2,8% en 2019, según Global Forest Watch, en comparación con los noventa, la tasa de pérdida de bosques ha disminuido de 7,8 millones de hectáreas anuales a 4,7, según datos de FAO, gracias a la reforestación.
Por tanto, es posible que las conclusiones del estudio sean demasiado pesimistas, pero también es cierto que la tendencia es negativa. Según el balance de Naciones Unidas, entre 1990 y 2020 se ha perdido un área de bosques comparable al tamaño de Libia.
Por otra parte, resulta difícil imaginar que el crecimiento de la población se mantendrá estable. Un reciente estudio publicado en «The Lancet» concluía que a mediados de este siglo la población comenzará a menguar.
La importancia de los bosques
Al margen de esto, los autores han recordado que los bosques prestan importantes «servicios» para el hombre y el planeta, como el «almacenamiento de carbono, la producción de oxígeno, la conservación de los suelos y la regulación del ciclo del agua». Además, han añadido, los bosques dan soporte a los sistemas de alimentos naturales y humanos, limpian la atmósfera y proporcionan cobijo a «incontables especies, incluyéndonos a nosotros, por medio de los materiales de construcción».
Por todo ello, han considerado, «debido a su papel clave en los ecosistemas terrestres, es altamente improbable imaginar la supervivencia de muchas especies, incluyendo la nuestra, en una Tierra sin bosques».
Por ese motivo, se han centrado en modelizar las consecuencias que puede tener la deforestación indiscriminada. A través de herramientas estadísticas, han trazado modelos para representar la interacción entre bosques y humanos, basándose en una dinámica determinista y logística, en combinación con un modelo no determinista para representar la evolución de la tecnología humana.
¿Extenderse por otros planetas?
Por último, han considerado otros modelos que evalúan la capacidad de las civilizaciones para extenderse por otros planetas de sus sistemas solares. De acuerdo con la escala de Karsashov, que mide el progreso tecnológico de una civilización, estas entidades solo tienen capacidad para extenderse por otros planetas de su sistema solar original si son capaces de construir una esfera de Dyson. Ésta es una megaestructura hipotética, construida alrededor de las estrellas, por medio de la cual una supuesta civilización extraterrestre obtendría enormes cantidades de energía para impulsar sus fábricas y sus naves espaciales.
Teniendo en cuenta la energía producida por el Sol y sus estimaciones sobre el progreso tecnológico de la civilización, las probabilidades de evitar el colapso son «muy bajas», alrededor de ese 10% ya citado.
Extrapolando todo esto, en su opinión se puede concluir que una civilización genérica tiene alrededor de dos siglos, desde su industrialización completa, hasta lograr extenderse por su sistema solar.
Gerardo Aquino es investigador del Instituto Alan Turing, en Londres, y trabaja en modelizar sistemas políticos, económicos y culturales complejos, con la finalidad de predecir conflictos. Por otro lado, Mauro Bologna es investigador en el Departamento de Ingeniería Electrónica de la Universidad de Tarapacá, en Chile.
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