Pocas horas después, la ministra de Justicia, Marie-Claude Najm, trató de seguir su ejemplo y se convirtió en la primera dirigente libanesa en intentar visitar los barrios siniestrados, pero tuvo que salir a la carrera ante una multitud que le llamaba «asesina» y pedía «la caída del régimen». La ministra no parecía al tanto del malestar generalizado, que en las redes sociales se tradujo en el hashtag «Cuélguenlos», en referencia a unos mandatarios a quienes se señala como responsables porque tenían informes sobre la peligrosidad de las 2.700 toneladas de nitrato de amonio almacenadas desde 2014 en el puerto, pero nunca ordenaron sacarlas de allí para llevarlas a un lugar seguro.
El mandatario francés prometió a la enfadada multitud que no permitirá que la ayuda caiga en «en manos de los corruptos» y, entre el griterío que llamaba «asesino» al presidente Aoun, cristiano maronita, señaló que «hablaré con las fuerzas políticas para pedirles un nuevo pacto. Estoy aquí para proponerles un nuevo pacto». Vítores, palmadas, todos querían darle la mano… y un abrazo. Ese fue el momento cumbre e inesperado de la visita, cuando tras ser increpado por una mujer que le criticó el que se fuera a sentar más tarde «con los señores de la guerra», en referencia a los mandatarios del país, Macron le respondió «no estoy aquí para ayudarles a ellos, estoy para ayudarte a ti», y se fundieron en un caluroso abrazo cargado de emoción. Un gesto que rompió todo el protocolo anticoronavirus.
Macron se dio un auténtico baño de masas en la que fuera colonia francesa desde 1920 hasta el final de la Segunda Guerra Mundial antes de dirigirse al palacio presidencial, donde además de Aoun le esperaban el primer ministro, Hassan Diab, musulmán suní, y el portavoz del Parlamento, Nabih Berri, musulmán chií. Esta es la distribución de los principales puestos por sectas del acuerdo en vigor desde el final de la guerra civil, que ha logrado mantener las armas fuera de las calles desde entonces, pero que ha generado un sistema contra el que los libaneses protestan desde octubre por considerarlo corrupto y clientelista. «Si no se llevan a cabo reformas, Líbano seguirá hundiéndose», alertó Macron tras su encuentro con la cúpula local de poder.
Una comisión de investigación
El presidente francés fue el protagonista de una jornada marcada por el anuncio del jefe de la diplomacia libanesa, Charbel Wehbé, de que en un plazo de cuatro días la comisión de investigación creada para esclarecer las explosiones debe «dar un informe detallado sobre las responsabilidades», según declaró a la cadena de radio Europe. De momento, permanecen en arresto domiciliario 16 trabajadores y responsables del puerto.
Las dudas sobre la transparencia de las pesquisas llevaron a organizaciones como Human Rights Watch (HRW) a solicitar una investigación independiente con expertos internacionales. «Dados los repetidos fracasos de las autoridades libanesas para investigar errores serios del Gobierno y la falta de confianza de la población en las instituciones de gobierno, se debería garantizar una investigación independiente con expertos internacionales», pidió la investigadora para el Líbano de la organización, Aya Majzoub. Amnistía Internacional (AI) se sumó a la petición de formar un equipo internacional de expertos y subrayó la importancia de que la investigación quede «libre de cualquier posible interferencia política interna» para poder garantizar «la verdad, la justicia y la reparación de las víctimas».
Aun en estado de shock por la brutalidad de las explosiones y sus consecuencias, los libaneses recibieron también la noticia de que el país alcanzó un número récord de infectados en un solo día por coronavirus con 255 casos. Líbano registraba hasta el momento 5.062 casos y 65 muertes por Covid-19 y venía experimentando un repunte que llevó a las autoridades a decretar nuevas restricciones durante la festividad del Eid. El ministro de Salud, Hamad Hassan, había alertado de la posibilidad de un «aumento de los enfermos en los próximos días» por la necesidad de dar prioridad a la atención de los más de 5.000 heridos que causó la explosión. Los hospitales están colapsados y poco a poco van estableciéndose hospitales de campaña enviados por diferentes países para tratar de solucionar la emergencia sanitaria.
Las autoridades parecen incapaces de poner en marcha dispositivos para albergar a las personas que han perdido sus casas o para desescombrar y limpiar las calles, y es la propia sociedad la que se está organizando con la ayuda de algunas organizaciones religiosas de caridad. Otro ejemplo más de la incapacidad de unas autoridades escondidas en sus centros de poder en el momento en el que los beirutíes más les necesitan. Voluntad y solidaridad popular frente a la ausencia de las instituciones. Una imagen parecida a la que se vivió en 2006 durante la guerra entre Hizbolá e Israel cuando miles de desplazados del sur del país pasaron semanas viviendo en parques de Beirut, sin apoyo alguno de las autoridades.
La ayuda internacional llega desde todos los rincones del mundo a una ciudad en la que la crisis humanitaria es comparable a aquellas vividas durante la guerra civil, según declaró a la agencia AFP el presidente de la ONG Médicos Sin Fronteras (MSF), el francolibanés Mego Terzian. «Nosotros vivimos durante la guerra libanesa períodos difíciles y similares con bombardeos sobre los depósitos de petróleo que estaban no muy lejos del puerto. Eran las mismas escenas, la ciudad estaba completamente devastada, las personas circulaban en las calles heridas, desesperadas, sin saber a donde ir», apuntó Terzian, cuya organización tiene como prioridad en los próximos días «el seguimiento de estas poblaciones afectadas».
La Organización Mundial de la Salud (OMS) se sumó al esfuerzo internacional con un avión con 20 toneladas de material médico para hacer frente al colapso sanitario. Además de la llegada de material, también comenzaron a estar operativos los equipos de rescate de distintos países, que se unieron a los libaneses en el puerto para tratar de localizar a las decenas de personas desaparecidas desde el martes.
abc
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