¿Por qué un centenar de científicos piden una misión espacial a las lunas de Urano?

  31 Julio 2020    Leído: 684
¿Por qué un centenar de científicos piden una misión espacial a las lunas de Urano?

Un documento firmado por investigadores de la NASA y del SETI, entre otros, afirma que una sola incursión cerca del misterioso planeta y sus satélites daría más información que el regreso del hombre a la Luna.

Urano es un planeta extraño: su eje de rotación está inclinado a casi 90 grados del plano de su órbita, por lo que uno de sus polos mira siempre al Sol y el otro nunca ve ni un solo rayo. También posee una rara magnetosfera asimétrica, tumbada como su eje de rotación, y significativamente desviada del centro del planeta. Y tiene nada más y nada menos que 27 lunas (conocidas) que podrían albergar potencial para contener vida. Pero todo esto lo sabemos solo gracias a una única misión de los años 80, la Voyager, la única que se acercó para ver in situ aquel mundo en los confines del Sistema Solar. Es por ello que un centenar de científicos han firmado un «whitepaper» -un documento guía- accesible a través del sitio en preimpresión Arxiv.org, para sentar las bases del regreso de nuestras naves hacia aquellos territorios, ya que, si con un solo proyecto se consiguió recabar tanta información a finales del siglo XX, ¿qué no podríamos descubrir con la tecnología actual?

Después de que la Voyager 2 tomase unas imágenes icónicas en 1986, los únicos datos nuevos sobre Urano han llegado de observatorios terrestres que solo han podido «arañar» la superficie. Es por ello que investigadores encabezados por Richard Cartwright, del Instituto SETI (siglas de «Search for extra terrestrial intelligence» o búsqueda de vida extraterrestre inteligente), y Chloe B Beddingfield, compañera del SETI y científica del Centro de Investigación Ames de la NASA, han firmado un documento para pedir una misión a partir de 2030, momento en el que la gravedad de Júpiter ayudará a la sonda a llegar a su destino -una situación que solo ocurre cada varias décadas-.

Y la misión no sólo se centrará en Urano, sino también en sus muchas lunas, únicas en el Sistema Solar. La Voyager 2 descubrió 10 satélites nuevos, si bien se han hallado más desde entonces (en la actualidad se cuentan 27). Estos se clasifican en tres grupos distintos: las cinco lunas clásicas, de las cuales Titania es la más grande; las nueve lunas irregulares, cuyas órbitas indican que podrían ser objetos capturados de otras partes del Sistema Solar; y las 13 lunas internas o anulares, que principalmente se encuentran en los anillos de Urano.

Las lunas clásicas probablemente están compuestas de rocas y hielo de agua, y tienen el potencial de ser mundos oceánicos, con océanos subterráneos bajo una gruesa capa de hielo. Esos océanos subsuperficiales pueden causar actividad tectónica o criovolcánica en las lunas clásicas. Hay alguna indicación de este extremo en Miranda y Ariel, dos satélites cuyas superficies parecen haber cambiado en un pasado relativamente reciente (hablando en términos geológicos, claro).

Las imágenes actuales de sus superficies tienen una resolución relativamente baja, y uno de los objetivos principales de la misión propuesta sería tomar fotografías de mayor resolución. Así podríamos comprender mejor las características geológicas de estos mundos, incluido su número de cráteres, que pueden dar pistas sobre la edad de los mismos.

Además, si estas lunas efectivamente tienen océanos en su interior, entonces pasarían a la categoría de potencialmente habitables para algún tipo de vida extraterrestre. Por ejemplo, Mab, una de las lunas anulares de Urano, orbita dentro de un anillo difuso y polvoriento que podría estar compuesto por el propio material expulsado por la luna, y lo mismo podría ocurrir con satélites exteriores como Titania y Oberon, que estarían recubiertos por el polvo que cae desde los satélites irregulares de Urano. Esta misión podría descubrir el secreto tras las interacciones dinámicas entre las diferentes lunas de Urano.

Según los científicos, esta misión podría recabar en un solo viaje más información que el regreso del hombre a la Luna, tal y como recoge Universe Today. «Hay 27 cuerpos conocidos para estudiar en el conjunto, junto con el planeta en sí, sus anillos y su extraña mangetosfera, y tal vez aún quedan más lunas por descubrir. Un solo orbitador podría recopilar datos sobre todos ellos», afirman.

Si finalmente alguna administración recoge el pañuelo, el equipo tendrá poco tiempo para idear la misión, ya que la baza de la gravedad con Júpiter tendrá una ventana que se extenderá entre 2030 y 2034. Tiempos ajustados, aunque únicos, para conocer un poco más sobre el desconocido sistema de Urano.

abc


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