Deberían empezar mañana viernes, 24 de julio, pero el maldito coronavirus los reventó como todo lo demás en nuestras vidas este año. Sin que todavía se sepa si podrán celebrarse o no, porque todo dependerá de cómo evolucione la pandemia y de que se descubra una vacuna, los Juegos Olímpicos de Tokio fueron pospuestos un año el pasado 30 de marzo. Con la ceremonia de inauguración fijada para el 23 de julio de 2021, la capital nipona vuelve a empezar hoy la cuenta atrás para la cita más importante del deporte mundial.
Aunque la suspensión fue dolorosa por su enorme perjuicio económico, aún sin cuantificar, al menos los organizadores han garantizado que se podrán usar todas las sedes y, especialmente, otros edificios que iban a estar comprometidos dentro de un año. Entre ellos destacan los centros de prensa y televisión, ubicados en un palacio de congresos, y la Villa Olímpica, cuyos apartamentos iban a ser entregados a sus nuevos propietarios una vez acabaran las competiciones.
Así lo aseguró el presidente del Comité Organizador, Yoshiro Mori, en una presentación por videoconferencia al Comité Olímpico Internacional. «No nos pillarán por sorpresa los precedentes y haremos estos Juegos totalmente distintos a los del pasado, unos que sean sanos, seguros y simplificados», abogó Mori, según informa la agencia Kyodo.
Minimalismo japonés
Frente al espectacular despliegue de masas de las últimas ediciones, como se vio sobre todo en Pekín 2008, la simplicidad será una de las claves de estos nuevos Juegos. Aunque motivado por las circunstancias, al menos Japón cuenta para ello con su filosofía zen y su tradicional minimalismo. Pero lo que no se sabe todavía es si esa «simplicidad» significará menos público en los estadios para evitar posibles riesgos de contagio.
«Aún no se puede entrar en esos detalles. En muchos países no se saben los requisitos que habrá mañana ni si uno podrá salir de casa. Si no se sabe lo que va a pasar mañana, ¿cómo podemos conocer los detalles del evento más complejo que se organiza en el mundo», eludió la cuestión el presidente del COI, Thomas Bach. Aunque no descartó que «un escenario era reducir el número de espectadores» porque «eso tiene que ver con las restricciones de viajes y las cuarentenas», también insistió en que «no es lo que queremos. Nos gustaría ver los estudios llenos de aficionados entusiastas».
A la espera de que se aclaren todos esos detalles, que dependerán de la pandemia, los Juegos de la XXXII Olimpiada seguirán conservando el formato que se había programado para este verano. Con 339 eventos y competiciones, el mayor número del olimpismo moderno, arrancarán el 23 de julio de 2021 y concluirán el 8 de agosto. Las primeras medallas, de natación, se entregarán solo dos días después de la inauguración y las que más pasión levantan, las de atletismo, en agosto. La esperada carrera de cien metros lisos será el 1 de agosto en el reconstruido Estadio Olímpico de 1964 y la popular maratón el último día. Para evitar la sauna que es Tokio en verano, la marcha será trasladada a la isla de Sapporo, al norte del archipiélago, mientras que los partidos de fútbol y béisbol se disputarán en Fukushima para ayudar a su recuperación tras el tsunami de 2011 que provocó el peor desastre nuclear después de Chernóbil. Se conservará el «merchandising» oficial de Tokio 2020 y las entradas ya vendidas serán válidas, con la devolución garantizada para quien no pueda asistir.
Lo que no se sabrá, al menos hasta otoño, es cuánto costará este retraso de un año, que algunos cálculos cifran en 3.000 millones de dólares (2.588 millones de euros). El último presupuesto de Tokio 2020 ascendía a 12.570 millones de dólares (10.850 millones de euros), financiados por fondos públicos nipones y aportaciones privadas más una contribución menor del COI. Pero, tras la suspensión, todavía está pendiente de acordarse cómo se repartirán los gastos por la demora.
Daños económicos al margen, lo que ya ha provocado el retraso y, sobre todo, el coronavirus, es la desilusión de los japoneses con sus Juegos Olímpicos, que tanto habían apoyado en el pasado. Solo el 23,9 por ciento está a favor de celebrarlos el próximo verano y el 75,3 preferiría retrasarlos un año más o, directamente, cancelarlos porque no confía en que el coronavirus esté controlado para entonces. Demoledores, y muy críticos también con la respuesta del Gobierno nipón a la epidemia, estos son los datos que arroja una encuesta telefónica de la agencia Kyodo contestada por más de mil personas. Pero aún queda, otra vez, un año para Tokio 2020 y todo dependerá de la pandemia y, sobre todo, de que se encuentre la vacuna contra el maldito coronavirus.
abc
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