Recientemente, un alto rango de la diplomacia estadounidense acusó a la Unión Europea (UE) de no hacer lo suficiente para poner fin a las violaciones del embargo armamentístico impuesto a Libia por las Naciones Unidas y apoyado por países como Rusia, Emiratos Árabes Unidos (EAU) y Egipto.
David Schenker, subsecretario para Asuntos de Oriente Próximo en el Departamento de Estado de Estados Unidos, dijo que los europeos están orgullosos de su misión naval en el mar Mediterráneo, conocida como Operación Irini, para apoyar y hacer cumplir el embargo armamentístico de las Naciones Unidas, pero que sus interdicciones navales se limitan solo contra Turquía.
“Las únicas interdicciones que está haciendo (la UE) son contra el material militar turco que (estos) envían a Libia. Nadie está interceptando aviones rusos, nadie está interceptando aviones emiratíes, nadie está interceptando a los egipcios”, dijo Schenker.
La asistencia militar turca proporcionada al Gobierno libio, reconocido internacionalmente, está ampliamente considerada como un “cambiador de juego” en el conflicto. El despliegue de Ankara de sistemas de defensa aérea, drones armados y asesores militares para apoyar al Gobierno libio ha cambiado drásticamente la dinámica del conflicto libio.
El autoproclamado Ejército Nacional Libio (LNA), formado mayoritariamente por milicias y mercenarios extranjeros leales al general golpista Jalifa Haftar, fue expulsado de las afueras de la capital, Trípoli, y continúan sufriendo pérdidas territoriales a pesar del apoyo de EAU, Egipto, Francia y Rusia.
Ahora la batalla se ha trasladado de Trípoli a la ciudad de Sirte y al centro sur de Libia. Las fuerzas del Gobierno libio están luchando contra el LNA en Sirte, considerada como la entrada al este del país norafricano y a los yacimientos petroleros. El Gobierno libio parece decidido a tomar el control de los yacimientos de petróleo y gas natural en el área alrededor de Sirte, la llamada media luna del petróleo, que alberga el 60% de los recursos de hidrocarburos de Libia.
La situación actual en Libia también es el resultado del fracaso de la UE a la hora de adoptar una política significativa para encontrar una solución justa y sostenible a la crisis en Libia. El comportamiento de Francia, por ejemplo, es un claro ejemplo de esto. Aunque París reconoce oficialmente al Gobierno libio como el gobierno legítimo del país, también apoya política y militarmente a Haftar.
Recientemente, París suspendió su participación en la Operación Sea Guardian luego de acusar a Turquía de violar el embargo de armas a Libia. La retirada se produjo semanas después de que Francia alegara que buques turcos hostigaron una fragata francesa en el Mediterráneo, aunque una investigación posterior de la OTAN no apoyó las acusaciones de Francia.
Según un informe del diario Político, solo ocho de los 30 Estados miembros de la OTAN respaldan abiertamente a Francia en su versión sobre el incidente en el Mediterráneo. Llama la atención que ni Estados Unidos ni Reino Unido apoyan abiertamente la versión de Francia. Especialmente Boris Johnson, el primer ministro británico, dejó claro que no daba mucha credibilidad a la versión de París.
Estados Unidos claramente no parece estar cómodo con Francia mientras este apoya el mismo bando en Libia que Rusia. Sin embargo, Washington ve la participación de Ankara en Libia como una forma de frenar la creciente intervención de Rusia en este país.
Aparentemente, Francia ha cooperado políticamente con EAU para apoyar a Haftar por años. Durante mucho tiempo, el enfoque francés hacia el conflicto libio fue el de dar una oportunidad a Haftar para ver si este podía ganar la guerra. Aunque quedó claro que capturar la capital por la fuerza no era factible, el Gobierno francés siguió apoyando a Haftar diplomática y militarmente. En lugar de revisar su política, que ha generado resultados desastrosos en Libia, el Gobierno francés persiste en su misma política, tratando de aislar a Turquía internacionalmente y al mismo tiempo guardando silencio sobre las intervenciones de EAU y Rusia en Libia.
Como resultado, hasta ahora la UE no ha sido capaz de adoptar una postura contundente sobre Libia o, al menos, proponer estrategias significativas con el fin de reducir la escalada de tensión en el conflicto debido a la postura contradictoria de Francia respecto a los demás Estados miembros. Esto seguramente influye en las preferencias políticas de la UE si se considera que esta se vale de procedimientos basados en el consenso para formular sus políticas, reduciendo de esta manera sus opciones disponibles para mantenerse firme y, por lo tanto, de agravar las condiciones en Libia, ya de por si deterioradas.
A pesar de las acusaciones de Francia, Turquía ha asumido una postura justificable en Libia hasta el momento, ya que Ankara es el único actor cuya presencia en el país es legal según el derecho internacional. Existe un acuerdo de seguridad formal entre Turquía y el Gobierno legítimo libio. Además, el apoyo de Turquía a este Gobierno está visto como un paso muy positivo por muchos libios.
Según un informe del diario Financial Times, un alto diplomático europeo dijo que Turquía evitó la caída de Trípoli. Sin la intervención de Turquía, habría sido un desastre humanitario.
La ausencia del liderazgo de la Unión Europea y Estados Unidos en Libia ha permitido que la peligrosa confrontación internacional en el país árabe se profundice.
Con vista hacia el futuro, la UE debe impulsar un enfoque multilateral sobre el conflicto en Libia, hacer que los esfuerzos de la Misión de Apoyo de las Naciones Unidas en Libia (UNSMIL) sean más creíbles y convencer a todos los socios del bloque sobre la seguridad de apoyar el proceso de paz liderado por las Naciones Unidas. Esto podría aportar al país en conflicto cierta estabilidad verdadera y duradera. De lo contrario, la crisis en Libia podría profundizarse y desembocar en una gran catástrofe humanitaria con efectos indirectos más allá de Libia y sus alrededores, y consecuencias que no solo afectarían a Libia, sino también a sus vecinos en África y Europa.
anadolu
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