Cuando dejó su cargo en 2014, Juan Carlos I no abandonó el uso de su fortuna oculta. Según la investigación abierta en el Cantón de Ginebra, en Suiza, el rey emérito pagó un viaje a Tahití en 2016 con fondos no declarados. En enero de ese año (dos después de abdicar de su puesto y, por tanto, de perder la inviolabilidad) se sufragaron cinco billetes desde Estados Unidos a la Polinesia Francesa a través de la Fundación Zagatka, una sociedad instrumental radicada en Liechtenstein y controlada por su primo Álvaro de Orleans, según ha publicado el diario El Confidencial.
Dichos documentos revelados muestran cómo Juan Carlos I tomó un avión de Air Tahití Nui, para volar a Papeete, la capital de esta isla del pacífico. Pasó diciembre de 2015 en Los Ángeles y, tras celebrar en esta ciudad californiana la Nochevieja, se marchó a la Polinesia Francesa junto a cuatro escoltas. Compró los pasajes en la agencia Midas Travel Management, de Londres, y el precio total ascendía a unos 32.900 euros.
Toda la operación se realizó a través de una cuenta en el banco Credit Suisse perteneciente a la Fundación Zagatka. El dinero no salió de su asignación estatal ni de la partida de la Casa Real, sino de estos fondos que manejaba esta empresa dirigida supuestamente por Álvaro de Orleans. Se constituyó en 2003 a partir de una comisión millonaria obtenida tras la venta del Banco Zaragozano a Barclays Bank. Además, en 2009 la constructora OHL le inyectó una gran cantidad de dinero por la supuesta intermediación en la venta de unos terrenos en México.
Además, el pago de los billetes no se efectuó a la agencia en cuestión, sino que se derivó a Cadenza Evening Limited, una empresa británica de Philip Adkins dedicada a la celebración de pruebas ecuestres, expareja de Corinna Larsen. Según se fue distanciando de la empresaria alemana, Juan Carlos I entabló relación con quien fuera su primer marido, compartiendo cenas o festejos. Los papeles a los que ha tenido acceso el periódico digital muestran que Adkins adelantó la cantidad en octubre de 2015. Y el testaferro del rey emérito solicitó a través de la entidad de Álvaro de Orleans que se transfiriera a esa cuenta.
El asunto con el que se traspasó la cantidad de los billetes era "facturas Midas" y tenía como destinataria una cuenta del banco HSBC. En resumen: en ningún paso de la compra de los billetes aparece el nombre del monarca. Sin embargo, la operación puede tener implicaciones legales en estos momentos en que Juan Carlos I está siendo investigado en Suiza. Si se acredita el origen ilícito, podría considerarse un ejercicio de blanqueo de capitales y un presunto delito de falsedad documental.
Podría suponer también —al ser posterior a su abdicación, en 2014— un juicio en el Tribunal Supremo, que estudia su inviolabilidad como rey después de iniciar una investigación por supuesto cobro de comisionesde Arabia Saudí en la construcción del AVE a La Meca. En 2008, Juan Carlos I recibió 65 millones de euros del rey Abdulá en una cuenta opaca de Ginebra, que gestionaba con la fundación panameña Lucum Foundation.
Tal transferencia se acaba de nutrir con otra nueva información: en 2006, Juan Carlos I intercedió entre Arabia Saudí y la compañía española Indra. En una carta al entonces encargado de Defensa (el príncipe heredero al trono Bin Abdulaziz al Saud) se solicitaba una reunión con Abdulá durante una visita al país del Golfo y se sugería "estrechar relaciones entre países".
La relación se concretó en 2011, cuando se firmó un contrato con un consorcio de empresas para construir un AVE de Riad a La Meca por 6.736 millones de euros. Antes, en 2006, ya se adelantó este acercamiento entre ambas naciones. De hecho, la carta se encabeza con un "su Alteza Real, mi hermano" escrito a mano por Juan Carlos I.
"Espero que esta carta le encuentre bien de salud. Como seguro que sabe, he sido invitado por su majestad el rey Abdulá a un viaje oficial a su reino entre el 8 y 10 de abril de 2006. Estaré acompañado por una importante delegación de España, centrada fundamentalmente en mejorar nuestra relación bilateral en materia política y económica", arranca el texto mecanografiado, incluido en las diligencias del Tribunal Supremo.
El monarca muestra su interés en juntarse con Bin Abdulaziz al Saud en algún momento del viaje oficial. "Su asesoramiento y buen consejo sería altamente apreciado y muy esencial para nuestros esfuerzos bilaterales", anota.
Utilizó como intermediaria a la consultora Shahpari Azam Zanganeh, que también intercedió entre Javier Monzón, presidente de Indra, y la realeza Saudí. !Tenemos un gran interés en explorar profundamente oportunidades de cooperación en su reino y estamos preparados para dedicar el tiempo, los recursos y los esfuerzos necesarios para tal fin", escribía Monzón, actual presidente del Grupo Prisa y presidente no ejecutivo de Openbank. La compañía española se ha desmarcado de estas misivas y ha alegado que en las obras del AVE están en "un segundo nivel", tal y como recoge El Confidencial.
Mientras tanto, la amante Corinna Larsen sigue dando que hablar. Esta empresaria alemana recibió una "donación" de 65 millones de euros por parte de Juan Carlos I. Luego le fue pedida de vuelta y sufrió "presiones" por parte de la Zarzuela, según confesó. En tres cartas reveladas el 20 de julio y enviadas en los primeros meses de 2019, Larsen requiere la atención del rey emérito y amenaza con "socavar el corazón de la Casa Real".
Larsen se muestra "dispuesta a colaborar con la Fiscalía en cualquier investigación sobre otras estructuras" financieras off shore vinculadas con la Familia Real, como Lucum Foundation, y avanza un ataque a Juan Carlos I y el Centro Nacional de Inteligencia. Recalca en una de las misivas "las potenciales consecuencias dañinas" de su información y defiende no temer "a la verdad", aunque tiende la mano a una negociación.
"Nuestra cliente considera que sus intereses y los de la Casa Real deben estar alineados en estos asuntos para resolverlos de forma rápida, discreta y amigable", concluye el texto enviado desde el bufete londinense Kobre & Kim.
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