La República Dominicana se inclina por la continuidad

  15 Mayo 2016    Leído: 305
La República Dominicana se inclina por la continuidad
El actual presidente, Danilo Medina, encabeza las encuestas para los comicios de este domingo. La duda es si ganará en la primera vuelta
La República Dominicana va camino de la continuidad. Con el viento de la economía a su favor, el actual presidente, Danilo Medina, de 64 años, encabeza las encuestas para lograr la victoria en las elecciones de este domingo. Y posiblemente lo haga de modo aplastante. Los sondeos le otorgan una intención de voto superior al 60%, diez puntos por encima de lo necesario para vencer en la primera vuelta. También se espera que su formación, el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), revalide el control de las dos cámaras.

La corrupción debilita las bases democráticas de República Dominicana
La clave del éxito de Medina, un economista que goza de gran predicamento en la isla, radica en la fragmentación de la oposición. Una dispar constelación de candidatos, donde el antiguo núcleo rival, el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), ha sufrido furibundas luchas internas que han acabado por partirlo en dos. Una parte, con siglas incluidas, se ha sumado al Bloque Progresista que encabeza el presidente. Y la otra, se ha hecho fuerte en torno al Partido Revolucionario Moderno (PRM) y a su líder, el empresario Luis Abinader, el único aspirante que ha aguantado la carrera y cuyas expectativas de voto (en torno al 30%) pueden deparar este domingo alguna sorpresa.

La reelección de Medina, un profundo conocedor del sistema clientelar dominicano, daría un respaldo a una política que ha tenido en el crecimiento económico (7%) y el control de la inflación (2,5%) su principal bandera. “El esfuerzo de su gobierno en diversas áreas sensibles, tales como salud y educación, han generado una sensación de progreso entre muchos dominicanos. No obstante, problemas como la inseguridad, la delicuencia y la pobreza persisten todavía como retos”, indica Leticia Ruiz Rodríguez, profesora de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense.

A diferencia de su desastroso vecino Haití, la República Dominicana, con un PIB per cápita de sólo 6.500 dólares al año (cuatro veces menor que el español), se volcó tras la elecciones de 2012 en una profunda e impopular reforma tributaria. La reducción del déficit fiscal y el aumento de la recaudación fueron sabiamente explotados.

Medina, un hombre que ha hecho de la llaneza su imagen de marca, pisó el acelerador de la asistencia pública. Subsidios en gas, electricidad y alimentos. 4% del PIB a la educación. Apertura de 2.500 escuelas. Denuncia del contrato explotación de minas de oro en manos canadienses. “Todo eso, combinado con sus constantes visitas al campo y a las pequeñas empresas, sin apenas escolta, ni aparato estatal, le han hecho muy popular”, señala la socióloga dominicana Rosario Espinal.

En un país relativamente pequeño (10 millones de habitantes y 48.000 kilómetros cuadrados), la apuesta surtió efecto. El programa asistencial brindó a Medina un apoyo popular sin apenas comparación en Latinoamérica. Un respaldo que, pasada la mitad de mandato, le hizo tirar a la basura sus promesas y modificar una Constitución que impedía la reelección inmediata.

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