La educación se ha convertido en la última trinchera de la pandemia del Covid-19 en EE.UU. El presidente del país, Donald Trump, presiona para que las clases vuelvan a abrir este otoño, el de su reelección, a pesar de que la pandemia gana terreno. Ayer se sobrepasaron los tres millones de casos y la enfermedad se ha cobrado ya más de 131.000 fallecidos y avanza a fuerte ritmo: el primer caso se detectó el 21 de enero, pero en los últimos 28 días se han registrado un millón de nuevas infecciones.
«Vamos a poner mucha presión en los gobernadores para que abran los colegios», dijo Trump el martes. Ayer, dijo que los demócratas no quieren la reapertura por motivos políticos y amenazó con «recortar la financiación» federal a quien no lo haga.
«Es absolutamente esencial que nuestros niños regresen a las clases», insistió ayer su vicepresidente, Mike Pence, que dijo que los estados tendrán flexibilidad para el regreso a las clases en función de la incidencia de la pandemia.
Tan importante como decidir la vuelta es el cómo se organizará. Los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades (CDC, en sus siglas en inglés) publicaron ayer directivas de seguridad para los colegios: entre otras, mantener las ventanas abiertas, establecer una distancia de dos metros entre pupitres «cuando sea posible», no usar la cafetería ni instalaciones del patio… Trump protestó en Twitter que las recomendaciones son «impracticables» y aseguró que se reuniría con el CDC, que depende de su Gobierno para que relajen las directivas. Poco después, Pence anunció que el CDC revisará sus recomendaciones la semana que viene «para dar todavía más claridad».
Entre tanto, el mayor distrito escolar del país, el de la ciudad de Nueva York, con 1,1 millones de alumnos, anunció que reabrirá en septiembre de una forma híbrida. Los niños acudirán a clase entre una y tres veces por semana y habrá facilidades para la formación ‘online’.
La guerra educativa también se vive en las universidades, donde la Administración Trump también presiona para su reapertura. Esta semana, las autoridades migratorias anunciaron que los estudiantes internacionales no obtendrían visado y tendrían que salir del país si sus centros ofrecen programas completamente ‘online’. Es un intento de doblegar a las universidades -como Harvard- que se han inclinado por ofrecer todos sus cursos de forma remota este otoño. Harvard y otra universidad de prestigio, MIT, demandaron ayer al Gobierno de EE.UU. por esta decisión, y Trump criticó a la célebre universidad de Boston por optar por “una salida fácil” ante la pandemia.
La preferencia de Trump es mantener la actividad económica, a pesar de que los números empeoran con el paso de los días. La tabla de salvación para el presidente es que el aumento disparado de casos no se ve reflejado en el número de fallecidos, algo a lo que ha mostrado su oposición Anthony Fauci, la autoridad médica de EE.UU. en enfermedades infecciosas. «Es una narrativa falsa celebrar que hay una tasa de mortalidad más baja», dijo el martes por la noche. «Hay muchas otras cosas que son muy malas y peligrosas en este virus. No caigáis en una falsa complacencia». Los datos, además, empiezan a preocupar más allá del aumento de casos: los hospitales empiezan a saturarse en algunos estados y en tres de ellos -Texas, Arizona y Misisipi- se ha batido el número de muertos en un día esta semana.
abc
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