El Barça deslumbra ya muy tarde

  06 Julio 2020    Leído: 880
El Barça deslumbra ya muy tarde

El Madrid había ganado en San Mamés y el Barça se presentó de azul turquesa con un once repleto de vacas sagradas ante uno de los mejores equipos de la Liga esta temporada. Jugó hasta Griezmann. 4-4-2 con Messi en el vértice del rombo.

Y el invento funcionó y en el minuto 3 pareció que Griezmann adelantaba a su equipo tras una interesante jugada colectiva. El gol subió al marcador pero se le atribuyó justamente a Pau Torres, que marcó en propia puerta. Veloz y delicada circulación del balón del Barcelona, meritorio dominio del partido. Salidas muy limpias contra un gran rival, los de Setién estaban cómodos, jugaban confiados, tal vez porque sabían que ya nada importaba demasiado tras haber tirado vergonzosamente la Liga en las jornadas anteriores. El Villarreal no sabía qué hacer, recordaba a cuando los equipos no sabían qué hacer con el fútbol abrumador de Guardiola. Pero en el 12 las debilidades defensivas quedaron otra vez al descubierto y en una contra rápida los locales empataron. Moreno. Desajuste defensivo, los centrales no estaban alienados, es lo mismo que pasó en Balaídos. El partido era trepidante, muy agradable de ver en una noche cálida.

Pero el gran premio de la noche llegó en el minuto 20 con una progresión memorable de Messi, que se fue de tres, directo y el línea recta, y le puso una obvia asistencia a Suárez para que el uruguayo de una parábola perfecta colara el balón por la escuadra de Asenjo. Suave, elegante, intencionado, técnicamente perfecto. Ver aquel fútbol tenía un extraño placer nostálgico. Los años en que todo nos salía parecía que regresaban. Remotamente, claro, porque Pep en defensa nunca dio estas facilidades. El Villarreal inédito, incapaz de hacer nada que no fuera aprovechar las debilidades visitantes.

Sobre la media hora nos calmamos todos un poco, aunque ni entonces el Barcelona renunció a la gobernanza del partido, combinando la electricidad de los ataques más quirúrgicos con las jugadas más largas, más pacientes, más estiradas sobre todo el campo del Villarreal, ocupando muy bien todos los espacios. Buena disposición de Setién y lo que era sin duda noticia: notable aportación de Griezmann, suelto, jugando entre líneas. La duda era hasta cuándo duraría el hechizo: si media hora como contra el Sevilla, si la primera parte entera como en Vigo o si milagrosamente El Geriátrico sería capaz de aguantar los 90 minutos peleando y brillando como varones. Arturo Vidal en el 37 demostró que es un primario, un hombre de las cuevas, tal vez el futbolista con menos clase que ha jugado en el Barcelona. Sólo ante Asenjo disparó al muñeco como si le hubiera hecho algo y le fuera a dar.

Lo contrario fue el taconazo pisado de Messi, en prodigiosa química con Griezmann, que picó una vaselina maravillosa para colarle el tercero a Asenjo, también por la escuadra izquierda. Combinación perfecta y altísima calidad en la definición, al nivel de los dos goles de Messi contra el Betis. Todo salía bien, nada salía mal, el Barça fluía como por arte de magia y hay que reconocer la mano de Setién en el renovado dibujo táctico. Primera parte -y lo digo yo- fantástica.

Hasta Calleja entendió que contra un Barça así no había nada que hacer y pronto dio descanso a sus hombres. En el 55 llevaba hechos cuatro cambios, sabiendo que se juega Europa en las próximas jornadas. Setién dio minutos a Riqui Puig y a Rakitic, que entraron por Semedo y Suárez. Messi marcó el ritmo que había de tener la segunda parte, más pausado, aunque no por ello el juego del equipo dejó de tener interés, intención y luz. En el fondo, los dos equipos daban el partido por terminado. El Barça aspiraba a algún lucimiento individual y el Villarreal, aunque sin demasiada fe, a que un sin embargo probable regalo defensivo del contrario le metiera en el partido.

Ninguna de las dos cosas ocurrieron. El VAR le anuló un gol a Messi por un fuera de juego de Arturo de la jugada anterior y Piqué se rió haciendo el signo de los títeres con las manos. Entraron Ansu y Braithwaite, y quien lo aprovechó fue el chaval, que con su velocidad y su talento volvió a demostrar que está tocado por la Gracia. Qué facilidad, qué genialidad, qué madurez tan joven. Ocho goles en su primera temporada. Messi para acabar hizo temblar de falta la portería de Asenjo, chutando al palo.

abc


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