El Real Madrid se encamina hacia el título

  03 Julio 2020    Leído: 572
El Real Madrid se encamina hacia el título

Se impuso a un correoso Getafe con un gol de Ramos de penalti.

El Madrid se enfrentaba al rival más duro de lo que quedaba de campeonato. Y se notó, fue un partido en el límite de sus virtudes y defectos. La victoria le permitiría ceder dos empates de aquí al final, fallar dos partidos, pero no es previsible que este Madrid falle.

Salió con sus tres medios más Isco (Zidane hasta el final), y el Getafe respondía con un 4-5-1. El Getafe ya es el Getafe de Bordalás, un equipo de autor, aunque también debería ser el Getafe de Ángel Torres, uno de los dirigentes prudentes cuando la pandemia (se negó a ir a Milán).

Lo que iba a ser el partido se vio pronto: a los nueve segundos, amarilla a Timor. No se trataba de dureza, sino de eso que llamamos intensidad. No hay segundo ni metro muerto para el Getafe.

En el minuto 9, Maksimovic obligó a Courtois a estirarse. Se cumplía una regla del Madrid actual: Courtois siempre para algo con 0-0.

Si fuera política, el Getafe se consideraría crispador o inconstitucional. Algo demasiado duro, demasiado radical. No por dureza, hay que insistir, sino por su organización y disposición mental. Su juego no es solo ordenado en defensa, también su salida parece tener algo minucioso y estudiado. En el 12, Mata disparó de nuevo.

La verticalidad del Getafe era la de Cucurella, presionante y directo. Muy pronto le sacó amarilla a Carvajal. Sin público, se percibe lo mucho que el sonido de Carvajal pesa en el Madrid.

El Getafe robaba cada vez antes, cada vez más dentro del campo ajeno. En el 19, todos estaban presionados menos Courtois, que entrando en una especie de cortocircuito la entregó impotente al banderín de córner.

El Madrid buscaba dificultosamente a Vinicius, pero lo encontraba poco y cuando lo encontró no era capaz de irse. Por primera vez hubo una jugada clara en el minuto 23, una rapidísima evolución de Mendy (hubo algún primer toque) que remató Vinicius como llegador. Soria paró con mucho mérito. Poco después hubo un lance curioso. Ramos vio amarilla y se le oyó quejarse al árbitro. «Juan, me ha dado con el codo». Llamaba a Martínez Munuera por su nombre. Esto es «el otro fútbol», lo que Luis Aragonés pedía que se hiciera con los árbitros y jueces de línea. Todos agradecemos que se acuerden de nuestro nombre, pero mucho más un árbitro, que parece que solo tiene apellidos.

A la pausa de hidratación llegó el Madrid con un poquito más de holgura. Perdió, eso sí, a Varane, que se marchó después de un fuerte balonazo. Salió Militao, que no lo hizo mal.

El Getafe ataca ese rato muerto que tiene el fútbol cuando el portero o el defensa se lo piensan. Esos momentos, que ya no son lo que fueron por las modificaciones del reglamento, los ataca el Getafe de forma revolucionaria. No los respeta.

Del 30 al 45 (que ya es el 50, por el descuento) el Madrid jugó más, pudo jugar más. Llegó con una contra que remató Isco (pase de Ramos) y volvió a sacar bien Soria.

En el Madrid habían rematado Vinicius e Isco, poco dados a esa suerte, y estaban con amarillas Ramos y Carvajal. Habla esto de la forma boxística, poco visible, hepática, que tiene el Getafe de afectar al equipo rival, de desdibujarlo.

Carvajal se jugó otra amarilla y quizás el penalti en una jugada en la que semiatropelló a Olivera entrando por detrás, algo que domina bien: una forma aturullada, como estudiadamente aturullada, de tropezar para entorpecer al rival.

Hasta el descanso, la presión del Getafe se fue humanizando. Ya le daba a cada jugador del Madrid la posibilidad de dar un toque más.

En el Madrid, el poco juego observado había llegado por la izquierda. Poco en la derecha. Incomparecencias allí. Poco Modric, nada Isco, cuyas frecuencias quizás solo fueron audibles para Zidane.

En el Getafe había destacado Mata, el unidelantero en el 4-5-1. Con ese sistema, el delantero ha de estar para cinco medios, como un camarero atendiendo él solo cinco mesas. Corrió mucho y lo hizo todo con inteligencia y economía.

Un problema tenía el Madrid: Vinicius, su salida más clara de fútbol, lo tenía muy difícil ante jugadores como Djené y Nyom, que encima se ayudaban. Sin embargo, el juego del Madrid siguió buscándole. En la derecha no había nada, no se terminó de estirar el campo. Cuando el Madrid atacaba más en campo ajeno, el Getafe respondía desde lejos con contragolpes veloces. No perdía ni el sitio ni la amenaza. Mata tuvo una ocasión en el 58.

A la altura del 60, hubo triple cambio del Madrid. Zidane sacó del campo a Vinicius, Isco y Modric, aunque lo justo sería decir que ya los había sacado antes del campo el Getafe.

Rodrygo y Asensio ya eran dos alas claras, con voluntad de desbordar. El banquillo le permitía al Madrid cambiar de cara, transfomarse. Alegraban y simplificaban el ataque del Madrid, aunque no encontraban a Benzema sino a Djené.

Las cosas no estaban claras para el Madrid cuando llegó la jugada del minuto 78, expresión de esa fertilidad que el mejor Zidane obtiene del 0-0, una rápida llegada de Carvajal, potente, jerárquico, con recorte hacia dentro y penalti claro de Olivera. Marcó Ramos con su intríngulis habitual, esa evolución suya, genial y flamencona, musical, del panenka. El Panenka tipico (vulgar) lo lleva hacia una elasticidad del penalti, de su misterio e intriga.

Ese penalti valía casi una Liga. Bordalás hizo los cambios que pudo, pero el Madrid, ya con trazas de campeón, tenía el partido bien agarrado. El pitido se celebró como una semifinal y ahí, en ese momento, el Madrid echó de menos al público por primera vez.

abc


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