A los pies de la Alhambra, el Barcelona buscará la conquista de Granada. Allí se encontrará con uno de los clubes gobernados por la familia Pozzo (además del Udinese y el Watford), un equipo que, tras salvarse hace una semana en Sevilla (1-4), sólo oposita a clavarse en la historia negra del barcelonismo. O, como dijo Valdano a los futbolistas del Tenerife antes de llevar al Real Madrid al primero de sus camposantos, a buscar el «recuerdo eterno del fútbol». La entidad azulgrana, pese a todos los complejos acumulados antes de la llegada de Johan Cruyff, nunca perdió una Liga llegando a la última jornada como líder del torneo.
Las cuentas no ofrecen duda alguna. Si el Real Madrid, a un punto de distancia, vence en Riazor a un Deportivo que tampoco se juega nada, al Barcelona no le quedará otra que arrancar un último triunfo. Si no fuera así, cualquier resultado bastaría a los azulgrana.«Sólo existe un partido para nosotros, el de Granada.
Si luego no somos capaces de vencer, ya miraremos a otro lado», clamaba Luis Enrique, negando cualquier atención a lo que pudiera ocurrir en el partido de los hombres de Zidane en La Coruña. Aunque sí dejó claro el técnico barcelonista que no espera otra cosa que la obligación de conquistar los tres últimos puntos: «Esa es la sensación que tengo desde hace cuatro o cinco semanas. Y la sigo teniendo».«Si el Barcelona hace las cosas bien, ganará». Con una frialdad extrema hablaba ayer el técnico del Granada, José González, protagonista del último milagro gestado en la entidad presidida por Quique Pina.
El octavo entrenador en los últimos cinco años de un club que sigue sobreviviendo gracias a la cadena de montaje de futbolistas perpetrada por los Pozzo. Pura economía de mercado. Y a González no debe faltarle razón cuando se atiende a los 49 puntos de diferencia que separan a ambos conjuntos. O, ya puestos a centrar la atención en incentivos económicos, a esas primas que rondarán los 20 millones de euros, y que recibirá el vestuario azulgrana por hacerse con la Liga.
Luis Enrique, simplemente, apela a lo que controla, a las buenas sensaciones que ha dejado el Barcelona en los últimos cuatro triunfos (21 goles a favor y ninguno en contra tras llevarse por delante a Deportivo, Sporting, Betis y Espanyol). «En lo que concierne al fútbol, llegamos mucho mejor.
De hecho, en los dos últimos encuentros, los rivales apenas nos generaron peligro. Algo que es muy importante porque cualquier error [frente al Granada] podría pasar factura».Habla Luis Enrique sosegado, con una extraña calma que le hace irreconocible. Suspirando por perder de vista cuanto antes a los periodistas -«vendrá bien un descanso a todas las partes»-, y con la esperanza de planificar con calma la próxima temporada.
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