Una serie de experimentos con ovejas para desarrollar tratamientos contra la hereditaria enfermedad de Huntington ha llevado a los científicos a un descubrimiento sorpresa.
Cuando aplicaron altas dosis del analgésico ketamina a los animales, registraron en sus cerebros un estado cercano a la muerte, pero el tejido neuronal volvía a operar minutos después.
Esta pausa en la actividad cerebral — a la que los adictos a la ketamina denominan 'agujero-K' (K-Hole)— había sido observada primero en el comportamiento, tanto animal como humano, posterior a las inyecciones de este medicamento. Apreciar hasta qué punto alcanza el cambio en la actividad cerebral solo se hizo posible debido a la encefalografía tomada con electrodos insertados directamente en los sesos de las ovejas de laboratorio.
Cuando los fisiólogos administraban el analgésico a los animales, estos se adormecían instantes después, luego recobraban la consciencia, pero "su actividad cerebral era realmente inusual" incluso minutos más tarde, según relató Jenny Morton, la autora principal de ese experimento y profesora de la Universidad de Cambridge. "El momento de los patrones inusuales de actividad cerebral en las ovejas correspondió con el momento en que los usuarios humanos informan que sienten que su cerebro se ha desconectado de su cuerpo", detalló para un comunicado universitario.
El aparato registró una reacción jamás vista antes en cinco de las seis ovejas que recibieron la dosis máxima de ketamina, 24 miligramos por kilogramo de peso (en total 12 animales 'participantes' fueron drogadas al menos 2 veces con dosis distintas). En estos cinco el cerebro sufrió un paro completo dos minutos después de la inyección.
En un caso el cerebro se detuvo durante al menos 5 minutos. También se destaca el caso de una oveja que estuvo 'ausente' desde el primer minuto y hasta el cuarto durante la primera prueba, pero su cerebro ya no se desconectó en el segundo intento, aunque las oscilaciones sufrieron transformaciones ambas veces.
Una vez recobrado el funcionamiento cerebral, el encefalograma registraba 'ráfagas' de distintas frecuencias, que primero eran irregulares y se volvían regulares en cuestión de minutos.
Las experiencias 'extracorporales' que la ketamina genera en pacientes humanos son bastante conocidas, pero los científicos estiman ahora que se podría convertir este comportamiento del cerebro en una herramienta para tratar enfermedades neurológicas, incluida la esquizofrenia. Y por lo menos, el sorprendente hallazgo en ovejas podría ayudar a explicar cómo funciona el fármaco, según Morton.
Su equipo se enfocó en esta nueva dimensión de 'desconexión' cerebral en un artículo publicado la semana pasada en Scientific Reports.
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