No es el tai chi para viejos. Si alguna vez has visto en un parque o en cualquier otro espacio público a un grupo de personas practicando tai chi, quizá hayas experimentado esa sensación hipnótica que producen sus movimientos lentos, circulares y coordinados. Una primera impresión puede llevarnos a interpretar que el tai chi es una actividad física suave, relajante, fácil y tal vez más aconsejable para la tercera edad o para personas con algún tipo de dolencia física. Sin embargo, tal como explica José S. Antúnez, vicepresidente de la Asociación Española de Tai Chi Xin Yi, este arte de origen chino se puede practicar desde un punto de vista terapéutico, pero también desde un punto de vista marcial. «Estos movimientos que se aprenden de una forma tranquila y se practican de forma suave y de forma coordinada con la respiración en realidad esconden unos movimientos de defensa personal maravillosos», aclara. Además el experto afirma que no es que sea una actividad «para mayores» sino que en realidad lo que sucede es que no existe límite de edad para practicarlo.
Ayuda a corregir la postura
Con la práctica del tai chi se aprende además a respirar, a concentrarse, a relajarse, a conectar cuerpo y mente y a mejorar la coordinación y a meditar en movimiento, pero también supone, según explica el experto, una ayuda fundamental ante uno de los principales problemas a los que se enfrentan muchas personas en estos días: los dolores de espalda y de articulaciones debidos al confinamiento y al teletrabajo en casa. Así, tal como asegura Antúnez, la práctica habitual del tai chi permite aumentar la elasticidad y la fuerza pero además ayuda a mejorar la higiene postural de forma progresiva. «Al principio muchas personas se inician en esta disciplina asegurando que les duele todo al moverse, que no tienen flexibilidad, que no coordinan los movimientos y que apenas tienen equilibrio, pero a medida que se introducen en la práctica notan mejoras en su fuerza, su equilibrio, su coordinación y su resistencia física», revela el experto, quien insiste, no obstante, en que el aprendizaje del tai chi es lento y requiere paciencia, perseverancia, práctica y repetición.
La clave para que tanto cuerpo y mente se beneficien del tai chi reside, tal como aclara el experto, en que la persona que lo practica haga que esos movimientos sean tan «suyos» o tan cotidianos que pueda hacerlos casi sin darse cuenta, de forma natural, como si tomase un café mientras habla o como si realizase cualquier otra acción del día a dían sin apenas esforzarse. «A menudo les digo a los alumnos que lo ideal es que las enseñanzas del tai chi fuesen algo que llevasen a cabo las 24 horas del día y no solo durante la clase», propone.
Combate el estrés
Los movimientos que se practican en tai chi son lentos, suaves y circulares y eso, según aclara José S. Antúnez, permiten dotar al cuerpo de una flexibilidad, una elasticidad y una fuerza basada en el trabajo de las articulaciones, los tendones y los ligamentos. «Las rotaciones articulares (cuello, hombro, codo, muñeca, cadera, rodilla y tobillo) contribuyen a reducir las tensiones que provoca el estrés porque van acompañadas de una respiración lenta, suave y profunda y un ritmo fluido que beneficia el sistema sanguíneo y previene dolencias articulares», afirma.
Pero además el experto insiste en destacar el trabajo físico que hay detrás de la disciplina del tai chi pues, tal como propone, los practicantes de tai chi deben aspirar a ser «como el acero envuelto en algodón» incidiendo en el trabajo sobre los tendones o ligamentos, que son los que permiten mantener la fuerza y la flexibilidad si se entrenan adecuadamente.
abc
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