Vivía en la casa con su padre, su madrastra y el hijo de ésta, que no fueron detenidos por la policía y que incluso se mudaron el pasado sábado 22 de octubre, ante la indignación de los vecinos, que intentaron retenerles. Algunos de estos vecinos sospechan que la madrastra, que es enfermera, dopaba al joven para mantenerlo en calma y le maltrataba, recordando que cuando aún vivía en libertad era frecuente verla pegándole en plena calle.
Sputnik
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