La OTAN se define como la alianza militar más poderosa del planeta pero este jueves, amenazada por un enemigo tan inesperado como la Covid-19, se verá obligada a celebrar la primera cumbre ministerial a distancia en sus 70 años de historia. A pesar del contratiempo, el secretario general de la organización, Jens Stoltenberg (Oslo, 61 años), asegura durante una entrevista telefónica con EL PAÍS que la estructura militar está plenamente operativa. Y lanza un aviso a los tradicionales rivales, con Rusia en el punto de mira: “que no haya malentendidos ni nadie cometa un error de cálculo. La OTAN está lista para evitar que una crisis sanitaria se convierta en una crisis de seguridad”.

Pregunta.  ¿Cómo funciona una alianza militar cuya dirección ni siquiera puede reunirse físicamente?

Respuesta.  Por supuesto, siempre es mejor reunirse físicamente. Pero también hemos comprobado que las convocatorias virtuales pueden ser muy efectivas y permiten adoptar las decisiones necesarias. La OTAN dispone de amplias capacidades para comunicarse a través de líneas y plataformas seguras. Llevamos décadas utilizando esas líneas seguras. Ahora, por primera vez en nuestra historia, celebraremos una reunión ministerial, con 30 ministros de Exteriores, lo cual demuestra que incluso a ese nivel se puede celebrar un encuentro virtual.

P.  ¿Se ha notado también el impacto del coronavirus a nivel operativo?

R.  No, en absoluto. Mantenemos todas nuestras operaciones y misiones, todas las fuerzas de reacción o de patrullaje aéreo. La OTAN sigue actuando con normalidad, aunque haya tenido que adoptar medidas poco habituales para frenar la propagación del virus, como normas más estrictas de higiene o la imposición de cuarentenas a los soldados que van o vienen de una misión. Pero todas esas disposiciones están destinadas, precisamente, a mantener nuestra capacidad operativa y nuestra presencia militar en diferentes partes del mundo. Y la OTAN puede reaccionar así porque se ha entrenado durante décadas para afrontar situaciones extremas, nuestra orientación militar está enfocada hacia situaciones de crisis.

P.  Da la impresión de que Rusia está sufriendo menos la pandemia, mientras que Europa se ha convertido en el epicentro. ¿Teme que Moscú aproveche esta ventaja para avanzar posiciones en zonas como el este de Ucrania, Moldavia o Libia?

R.  La principal responsabilidad de la Alianza es garantizar que esta crisis sanitaria no se convierte en una crisis de seguridad, que nadie pueda aprovecharse de esta situación para socavar nuestra seguridad. Por ese motivo debemos garantizar que la organización mantiene su disponibilidad operativa. En el lado oriental, junto a nuestras fronteras, vemos que Rusia lanzó el 25 de marzo unas maniobras imprevistas, y hace una semana hemos visto presencia militar rusa en el mar del Norte. Debemos dejar claro, para que no haya ningún malentendido ni margen para un error de cálculo, que la OTAN está lista para proteger y defender a todos nuestros aliados frente a cualquier amenaza, también durante la crisis de la Covid-19. Y eso es exactamente lo que estamos haciendo: mantener intacta nuestra capacidad de actuar y mantener en marcha todas nuestras operaciones, para garantizar que podemos responder a cualquier desafío.

P.  Muchos analistas predicen que el mundo cambiará después de esta pandemia. ¿Habrá lugar para la OTAN en ese nuevo escenario? ¿Cree que sobrevivirá el multilateralismo que representa una organización como la que usted dirige?

R.  Totalmente. Creo que el multilateralismo saldrá fortalecido. Y las organizaciones multilaterales como la OTAN ganarán en importancia porque esta crisis pone de manifiesto que es imprescindible la cooperación transfronteriza. El virus no respeta fronteras. No estamos ante un reto nacional, sino ante un desafío internacional que requiere una respuesta conjunta. Y esa respuesta se desarrolla mejor si tenemos instituciones multilaterales. Y la Alianza tiene un papel importante que jugar. La OTAN coordina y moviliza el apoyo de los aliados. Esta semana hemos visto llegar a España un avión procedente de Turquía cargado con una cantidad significativa de equipamiento [sanitario]. Y antes fue la República Checa, también aliado, la que envió ayuda a España. El coronavirus no hace más que poner de manifiesto la importancia de esta cooperación internacional y de instituciones como la OTAN o la Unión Europea.

P.  Hay quien afirma que China o Rusia están ganando la batalla del relato, esa guerra de propaganda en la que Europa aparece como dividida y desorientada.

R.  Estoy convencido de que la mejor forma de responder a la propaganda es diciendo la verdad. Al final, la verdad prevalecerá. Las campañas de desinformación se rebaten con datos y hechos y eso es lo que aportan la OTAN y sus aliados. Y la prensa independiente es una de las mejores armas. Periódicos como el suyo, EL PAÍS, u otros, son cruciales para impedir que la propaganda y la desinformación ganen la batalla. La OTAN cree en una sociedad libre y abierta y su misión es proteger sociedades libres y abiertas. Y ese es el mejor antídoto contra quienes intenten aprovechar esta crisis para propagar su propaganda y su desinformación.

P.  ¿Cómo ve, entonces, la situación de Hungría, un aliado de la OTAN que con la crisis del coronavirus parece haber acelerado su alejamiento de los estándares democráticos?

R. Para la OTAN, la democracia y el Estado de derecho son valores fundamentales, consagrados en nuestro tratado fundacional de Washington. He repetido ese mensaje en numerosas capitales, incluida Budapest. Ese era mi mensaje antes de la crisis del coronavirus. Y ahora, incluso gana fuerza porque la transparencia y la democracia son más importantes aún en tiempos de crisis.

P.  La crisis económica provocada por la pandemia obligará a aumentar el gasto sanitario y elevará la deuda pública. ¿Cree que se puede mantener el objetivo de gasto del 2% del PIB nacional en defensa previsto por los miembros de la Alianza?

R.  Ahora debemos centrarnos en combatir la crisis del coronavirus y la reunión de ministros de este jueves se centrará en cómo movilizar los recursos de la OTAN y de las fuerzas armadas para ayudar a los esfuerzos de la sociedad civil en esa lucha. Pero la crisis también ha mostrado que el ejército es importante durante una crisis sanitaria y que sus recursos son útiles para la sociedad civil. La sanidad es importante pero las capacidades militares, también.

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