El director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, Fernando Simón, dijo en voz alta lo que prácticamente todos los españoles están pensando. «Los primeros días de cualquier situación como esta en las que la gente se tiene que quedar en casa pueden ser incluso divertidos».
Sin embargo, más serio que nunca, hizo una clara advertencia: «Debemos ser conscientes de que esto debe durar 14 días como mínimo, los siguientes cuatro o cinco días después de los primeros no serán ya tan divertidos, pero la tensión hay que mantenerla y la última semana no va a ser fácil. Me gustaría que fuéramos todos conscientes de eso, porque, de verdad, os lo digo a todos: si no mantenemos la tensión todo el esfuerzo de los primeros días habrá servido de mucho menos de lo que nos hubiera gustado; no podemos dejar que el esfuerzo se vaya al traste porque los últimos relajemos las medidas de control»
La pregunta es si la sociedad española está dispuesta a asumirlo. El mismo lunes, entrado en vigor el real decreto del estado de alarma, ya se multó a la gente por saltarse la norma ¿Qué pasará entonces en una semana?. Aparte del civismo, que es fundamental, el perfil psicológico de cada persona influye en su capacidad o no para soportar el aislamiento fruto de un estado de alerta por una pandemia que aún nos augura "diez días de casos subiendo hacia arriba en el escenario más pesimista"», advirtió Simón.
«Llevarán mejor el aislamiento quienes tienen más capacidad para tolerar la frustración, es decir, quienes ante situaciones difíciles en las que no salen las cosas como quieren consiguen no venirse abajo; también lo llevarán bien las personas con capacidad para crecer ante situaciones adversas, es decir, los que tienen resiliencia", explica Marina Fernández Barragán, psicóloga especialista en emergencias y catástrofes. Personas resilientes son, por ejemplo, quienes consiguen salir adelante tras sufrir abusos.
Esta experta pone en duda que las personalidades disciplinadas lo lleven mejor. «Incluso a las personas rígidas les puede costar más esta situación; al ser órdenes directas pero que van en contra de un modo de vida fijado puede que se entre en contradicción». Pone el ejemplo de los deportistas que tienen que entrenar todos los días y que deben seguir haciéndolo. «¿Le va a ser fácil no ir a entrenar? Podrá hacerlo sí, pero no todo el mundo tiene un gimnasio montado en casa como Cristiano Ronaldo». Lo importante, en definitiva, «es adaptarse a una situación nueva», concluye. Por este motivo, los que mejor lo van a llevar «son los que tienen capacidad de adaptación y planificación, por ejemplo, quienes armen un calendario de actividades: "Hoy día 1 hago flexiones, mañana limpio, pasado leo..."». La clave es evitar la monotonía: «Si hago la misma comida, terminaré asqueado; tiene que haber capacidad creativa y de inventiva». Al margen de esto, la experta también señala la importancia de que el domicilio sea un «hogar», el lugar donde uno se sienta bien, «sea uno o 15 días».
Obesiones, ansiedad o hipocondría
Por su parte, la también psicóloga experta en situaciones de crisis y emergencias, María Antoña Soto, apunta a ciertos rasgos de la personalidad que pueden hacer más difícil la cuarentena. «Las personas emocionales, impulsivas, espontáneas y expresivas tienen mas dificultad de controlar el impulso y la necesidad de salir».
Este aislamiento también puede pasarle factura a las personas con obsesiones, ansiedad, o hipocondría. «El pensamiento de estas personas va en contra de sí mismos, por eso se recomienda que identifiquen el pensamiento y no permitan que les lleve a sentirse mal, hay que quedarse en el presente, no irse al futuro».
Egoísmo frente a empatía
También lo llevarán mal quienes «tienen menos tendencia a respetar a los demás, los que que están por encima de bien o del mal, a quienes les da igual llegar tarde, aparcar el coche en doble fila o usar el espacio destinado a minusválidos. Esta gente difícilmente va a entender que hay que tomar estas medidas de protección en beneficio de toda la comunidad». En el lugar inverso, «están las personas más moralistas, a las que les gusta comportarse de acuerdo a las reglas», añade Soto y sobre todo, «las empáticas, las capaces de ponerse en el lugar del otro». Fernández Barragán cita también a los jóvenes, que suelen tener «menor percepción de riesgo, lo que les hace que les cueste más tomar medidas porque ven el asunto como "exageraciones de los adultos"».
Soto hace una importante recomendación, al margen de la personalidad que se tenga y que puede ayudar a asumir el aislamiento: «En lugar del centrarse en el por qué lo hago, hay que pensar en el cómo o en el para qué», explica Soto. Es decir, si la medida viene impuesta y no se encuentra mayor motivo, hay que trasladar la pregunta al para qué o al cómo ya que así se encuentra el significado de la acción, por ejemplo, prevenir el contagio de mis seres queridos, ser útil a la sociedad. «Cuando tienes una razón por la que hacer algo puedes soportar cualquier cosa que se te imponga».
abc
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