En una decisión marcada aún por la incertidumbre, el presidente de Israel, Reuven Rivlin, ha confirmado este lunes que encomienda al líder centrista Benny Gantz la formación de un Gobierno de coalición tras las elecciones legislativas celebradas el pasado día 2. Gantz, de 60 años, fue el jefe del Ejército que dirigió la guerra de Gaza en 2014. Tras irrumpir en política hace un año, el exgeneral ha conseguido congregar a la oposición en la Kneset (Parlamento) con ajustada mayoría para poner fin a la era de Benjamín Netanyahu, de 70 años, en el poder. El candidato designado ha anunciado durante una ceremonia en el palacio presidencial que intentará con todas sus fuerzas “establecer dentro de pocos días un Gabinete [de concentración] tan amplio y patriótico como sea posible”.
Durante su intervención en favor de un Gobierno de unidad nacional mencionó a todas las comunidades de la sociedad israelí, desde religiosos a laicos, pasando por colonos judíos y ciudadanos árabes, y garantizó que su Ejecutivo representará a los votantes de todos los partidos. “No son días normales los que vivimos ahora”, advirtió en referencia a la pandemia por coronavirus. “Los dirigentes debemos poner a un lado nuestras consideraciones personales”. “Tiendo mi codo (norma de saludo para prevenir el contagio) a Netanyahu para que se sume a este esfuerzo”. Gantz cuenta con un plazo de cuatro semanas, ampliable a otras dos, para intentar integrar una compleja coalición gubernamental con mayoría parlamentaria.
Poco después de anunciar en la noche del domingo que iba a otorgar el mandato de formar Gobierno a Gantz, Rivlin convocó al candidato de la alianza centrista Azul y Blanco y al primer ministro en funciones a una reunión en su residencia oficial en Jerusalén. El veterano mandatario le animó a forjar un Gabinete de gran coalición. La emergencia sanitaria por la expansión del Covid-19 es la razón defendida por Netanyahu —y sugerida por Rivlin— para dar paso a un Ejecutivo de unidad nacional en el que el Likud y Azul y Blanco se alternen en la dirección del Gobierno.
Las diferencias sobre cuál de los dos partidos debe iniciar la rotación en el cargo ya arruinaron el pasado otoño las negociaciones para un pacto de gran coalición. Durante la pasada campaña, Gantz reiteró que no aceptaría un acuerdo con un dirigente formalmente encausado como Netanyahu.
A lo largo deldomingo, el jefe del Estado mantuvo consultas con dirigentes de todas las fuerzas con representación parlamentaria. Concluidas con un nuevo bloqueo las terceras elecciones celebradas en Israel en menos de un año, Gantz aceleró las negociaciones para descabalgar del cargo a Netanyahu, el primer ministro que durante más tiempo ha gobernado el país.
La maniobra envolvente parece haberle dado resultado hasta ahora, ya que ha conseguido sumar todos los apoyos de la oposición —pese a que hay formaciones antagónicas—, excepto el de una parlamentaria tránsfuga de la lista laborista.
Los 15 diputados árabes en la Kneset, incluidos los sectores nacionalistas e islamistas, le recomendaron como candidato a formar Gobierno en su cita con el jefe del Estado. Los partidos que representan a la minoría árabe (que suma una quinta parte de la población israelí) han reforzado su presencia en la Cámara gracias al alza de la participación en sus feudos de voto.
El exministro de Defensa Avigdor Lieberman, quien controla los siete votos clave del partido Israel Nuestra Casa (conservador laico), también le avaló para acabar de romper el empate entre los bloques de derecha y centroizquierda en la Cámara. Lieberman ha mantenido en el pasado posiciones racistas y antiárabes como aliado de Netanyahu. Finalmente, la coalición de laboristas y pacifistas (seis de sus siete miembros electos) reiteró el alineamiento con los 33 diputados de la lista Azul y Blanco de Gantz.
Esta mayoría teórica de 61 de los 120 escaños del Parlamento parece garantizar la investidura al exgeneral, pero los movimientos de al menos tres diputados tránsfugas que amenazan con rebelarse ponen en peligro la operación de alternancia. Dos diputados del ala más conservadora de Azul y Blanco, Zvi Hauser y Yoaz Hendel, se han opuesto a la formación de un Gobierno con el apoyo externo de la Lista Conjunta de partidos árabes.
La parlamentaria centrista Orly Levi-Abecassis, integrada en la candidatura de laboristas y pacifistas, ya ha confirmado que votará en contra de la investidura de Gantz si está respaldada por diputados árabes. La pérdida de estos tres escaños puede arruinar la estrategia del exgeneral, al privarle de la ventaja sobre Netanyahu.
No con los partidos árabes
Ninguno de estos diputados expresó abiertamente durante la campaña su oposición a un entendimiento con los partidos árabes, aunque tras la jornada electoral, los asesores del primer ministro ya anticiparon que algunos miembros de la oposición acabarían pasándose a las filas del bloque conservador.
Mientras el primer ministro en funciones, de 70 años, se sometía ayer a pruebas médicas para detectar si era portador del coronavirus, que finalmente resultaron negativas, la derecha constataba que no contaba con mayoría suficiente.
El bloque conservador encabezado por Netanyahu cuenta con los 36 diputados de Likud, el partido que lidera y la lista más votada en las legislativas del día 2, así como los de los dos partidos ultraortodoxos —Shas (nueve) y Unión por la Torá y el Judaísmo (siete)—, además de los de la extrema derecha nacionalista de Yamina (seis). Sus 58 parlamentarios se quedan sin embargo por debajo de las fuerzas de la oposición. Salvo cambios de última hora.
La pandemia aplaza el juicio a Netanyahu
En medio de la situación de emergencia sanitaria que ha paralizado la vida pública en Israel por la pandemia de coronavirus, el ministro de Justicia, Amir Ohana, ordenó el domingo la suspensión de la actividad de todos los tribunales, salvo para las medidas urgentes sobre detenidos, a fin de prevenir contagios. Benjamín Netanyahu tenía previsto comparecer por primera vez mañana ante el tribunal de Jerusalén que va a juzgarle por corrupción. El primer ministro ha sido imputado en tres casos por el fiscal general de Israel por los cargos de fraude, abuso de poder y soborno, en un procesamiento sin precedentes en el Estado judío para un jefe de Gobierno en ejercicio del cargo.
El inicio del proceso contra el mandatario ha quedado así aplazado, en una inesperada decisión que alivia la presión política sobre el primer ministro en su pugna por seguir en el poder tras 14 años de mandatos acumulados. El Movimiento para la Calidad del Gobierno, ONG de representantes de la sociedad civil, ha reclamado al fiscal general que invalide la decisión del Ministerio de Justicia, ya que cree que la suspensión puede implicar una abolición de hecho por el Ejecutivo de uno de los poderes del Estado.
elpais
Etiquetas: