La primer ministra Sophie Wilmèrs se ha sobrepuesto al hecho de estar en funciones y de que los nacionalistas flamencos han boicoteado desde hace más de un año la formación de una mayoría para sostener al Ejecutivo y ha aplicado la Constitución con toda firmeza, con medidas que incluyen anular todas las actividades públicas deportivas, recreativas o culturales y el cierre de todos los restaurantes, cafeterías y discotecas.
Los colegios cerrarán también, aunque el Gobierno intentará establecer un sistema para mantenerlos protegidos y aislados, en caso de que sus padres no puedan cuidarlos en casa a causa de su trabajo. El Gobierno no quiere que esta medida ponga en peligro a los abuelos, que son una población de riesgo. Las empresas que puedan hacerlo han sido alentadas a fomentar el teletrabajo.
Los hospitales entraron en un sistema prácticamente militarizado y estos días están comunicando a todos los médicos y pacientes que se anulan todas las intervenciones y consultas no urgentes, para permitir que todo el sistema sanitario esté disponible para cuando llegue el pico de contagios, que en Bélgica está según los expertos por debajo respecto a España, es decir que las medidas se han tomado mucho antes.
Los problemas políticos de Bélgica vienen del hecho de que el principal partido de Flandes, la Nueva Alianza Flamenca (N-VA, los grandes aliados de Carles Puigdemont) abandonó la anterior coalición de Gobierno a principios de diciembre de 2018 para llegar a la campaña electoral de las elecciones de mayo del año pasado desde la oposición.
Después de esta experiencia en el Gobierno, los independentistas no han querido integrarse otra vez en la mayoría y los democristianos flamencos tampoco quieren entrar en una coalición en la que no estén los extremistas, porque creen que eso favorece el trasvase de sus votantes hacia los extremistas.
Mediación Real
El Rey Felipe lleva más de un año dedicado infructuosamente a favorecer una coalición estable. La llegada de esta crisis, sin embargo, ha despertado una sensación de hartazgo en gran parte de la clase política belga que cree que se necesita formar una mayoría cuanto antes para terminar con las limitaciones legales de un gobierno en funciones.
El líder independentista flamenco dio a entender este sábado que en estas circunstancias aceptaría investir a un Gobierno de unidad, por un periodo de un año, para poder celebrar elecciones anticipadas después. Tal como está la situación, la N-VA ha logrado llevar la discusión directamente a su terreno y para los flamencos, las elecciones se convertirían prácticamente en un plebiscito sobre si quieren mantener la unidad del país o si aprueban la posición de los independentistas que consiste en erosionar sin cesar a las instituciones federales.
Frente a estas tensiones, la primera ministra Wilmès, la primera mujer que ocupa el puesto en este país, ha demostrado una capacidad de gestión notable en estas circunstancias. Francófona y liberal, recién llegada al mundo de la política, ha sabido hacer lo necesario en el momento en que los belgas necesitaban claridad, y ha descolocado -al menos por ahora- a los nacionalistas.
abc
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