Olímpicos contra la incertidumbre

  14 Marzo 2020    Leído: 510
Olímpicos contra la incertidumbre

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La llama olímpica ya está encendida, casi sin testigos, obligado el ritual por este virus que todo lo controla. Comienza un viaje desde Grecia hasta Tokio acompañado de la ilusión de los deportistas, que ni siquiera saben si llegará intacta a la meta. El Covid-19 rompe rutinas y preparaciones en estos días convulsos; la incertidumbre se ha instalado en piscinas, tatamis y pistas. Un rival muy difícil de ganar; son cuatro años de sueños para una cita que se tambalea. O no. Y ahí está el enemigo.

Toda la actividad deportiva ha quedado en suspenso, cientos de torneos cancelados o aplazados. Los deportistas no se pueden quitar de la cabeza qué pasará mañana. Si llegarán a tiempo, o en el mejor estado de forma, los que aún no se han clasificado; si habrá cita olímpica. Hoy todo está del revés, sin actividad en las próximas semanas, sin que se vea una solución pronta. «Nadie nos dice qué pasará dentro de dos meses. Necesitamos información global. Hasta ahora manteníamos la tensión con un objetivo, pero si está en el aire es difícil seguir alerta. No está en tus manos y te rompe la cabeza solo diseñar los próximos quince días», acepta Miguel García, entrenador nacional de piragüismo.

Tokio 2020, además, ya ha puesto en la mesa de debate que los Juegos se podrían retrasar, cancelar o llevar a 2022. Pocos quieren pensar en esa posibilidad. «Es una locura. Es demasiado prematuro pensar en eso. Cuando nos metamos en mayo veremos cómo ha cambiado la situación. Una cancelación de dos años, bufff, trastoca muchísimo todo lo que hemos planificado en este ciclo olímpico, y para el futuro», explica Damián Quintero, igual que Sandra Sánchez, pues su disciplina, el kárate, solo será olímpica en Tokio.

«Que te digan que existe la posibilidad de que no haya Juegos es decepcionante y frustrante. Son cuatro años de trabajo», resume Héctor Cabrera, lanzador de jabalina paralímpica. ¿Y cómo se entrena cada día con esta frustración? «Para los deportistas que tienen los Juegos como referencia sería un trastorno increíble. En otros, como el fútbol o el gol o el pádel no influye tanto porque tendrán otros grandes torneos después. Cada uno lo tomará de una determinada manera y es muy difícil generalizar, pero tendremos que estar ahí para sobrellevar la carga emocional, tratar de levantarlos, transmitirles que sería un fastidio, pero que deben estar preparados para todo y habrá otra competición», cuenta Óscar del Río, psicólogo deportivo.

«Se refleja como frustración y manejarla es uno de los retos de la vida. No pueden evitarla, pero sí pueden aprender a manejarla y a superarla. Se trata de trabajar la frustración para convertirla en resiliencia. Se activa cuando los deseos o expectativas personales no se cumplen. Se puede tomar por dos vías: culpabilizar a los demás, tener comportamientos tóxicos con los demás, como enfados, contestar mal, saltarse hábitos saludables, o rutinas. Este es el camino de la preocupación y sus consecuencias. Por otro lado está la ocupación de lo que depende de no. Y es el autocuidado. Tiene que tener su botiquín emocional al que recurrir siempre que se necesite», explica Yolanda Cuevas, psicóloga de la salud y el deporte.

Cuevas y Del Río inciden en que se debe trabajar la aceptación. «La motivación y seguir con la misma disciplina y actitud es complicado porque lo que has estado trabajando tres años. El día a día de tu vida es eso y ahora está en el aire; es complicado y duro, pero hay que intentar mirar más allá. Porque el deporte no son matemáticas», continúa Del Río. «En la mente del deportista había unas fechas que ahora no se cumplen. El escenario mental cambia y hay que reestructurar de nuevo. Centrar el cerebro en lo que se hace hoy y no anticipar. Activar el monólogo interior que transmita calma, seguridad, confianza, y no generar conversaciones tóxicas con compañeros o familiares. Muchos pueden sufrir ansiedad y se manifiesta, por ejemplo, tensando sus músculos, lo que aumenta el riesgo de lesiones. La intranquilidad tampoco favorece la conciliación del sueño ni el descanso», prosigue Cuevas.

Así lo asume Javier Gómez Noya, quien ya se quedó sin Río 2016 por una lesión fortuita pocos días antes de viajar. «Yo lo afronto con tranquilidad porque no depende de nosotros. Tenemos que seguir la preparación. El deporte tiene sus momentos altos y bajos y hay que saber encajarlos. Mi deseo, más que mi sensación, es que se van a disputar normal. Si no, nos adaptaremos».

Éxito y fracaso en la misma moneda
También lo destaca García: «Hay que ser profesionales más que nunca. Si hay que cambiar el protocolo y entrenar de otra manera, hay que aceptarlo. Nos reinventaremos». «Los deportistas están más acostumbrados a que el éxito y el fracaso son parte de la competición; afrontan mejor que hay una derrota y que no siempre salen las cosas», prosigue Del Río. «La confianza, la tolerancia a las dificultades, al dolor o al fracaso y la regulación de los estados emocionales son características que distinguen a los atletas de alto rendimiento. La tolerancia de la frustración es garantía de éxito deportivo. Deben trabajar una fortaleza mental que evite quedar secuestrado en pensamientos y emociones en remolino. Conectar con lo que no depende de uno no existe», confirma Cuevas.

Al presente se aferran Quintero, Cabrera o María López García, jugadora de hockey. Los Comités Olímpico y Paralímpico Españoles mandan el mensaje de que seguirán las directrices del organismo internacional, y de las autoridades sanitarias. Hasta que digan otra cosa, Juegos en forma y fecha. «Hay que esperar a lo definitivo. Y pensar en la salud de todo el mundo. El deporte es secundario. Si hay que atajar el virus así, pues se hace», indica Cabrera. Por eso apelan a la responsabilidad. «Debemos seguir pensando que serán este verano. Lo primero es la salud. Si todos somos responsables pasaremos esto antes y quizá los Juegos no se tengan que modificar», zanja López.

abc


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