Todos deberán comprometerse por escrito a « no regresar al campo de batalla» y, si las conversaciones entre insurgentes marchan bien y se reduce la violencia, el decreto aprobado prevé que 5.000 presos quedarán en libertad, tal y como talibanes y Estados Unidos pactaron en Doha. Los islamistas, a cambio, entregarán a 1.000 detenidos de las fuerzas de seguridad y se sentarán a negociar con el Gobierno de Kabul.
«Como gesto de buena voluntad, el perdón y la liberación de 1.500 prisioneros talibanes empezará el 14 de marzo en la prisión de Bagram (...). Todos los días deberán ser liberados 100 prisioneros talibanes en función de su estado de salud y del periodo restante a cumplir de sus condenas», adelantó el portavoz presidencial, Sediq Sediqqi, en su cuenta de Twitter. El resto, hasta llegar a los 5.000 de la lista preparada por los talibanes, serán puestos en libertad «tras el comienzo y durante las negociaciones», a un ritmo de 500 prisioneros cada dos semanas hasta alcanzar la cifra de 3.500.
Zalmay Khalilzad, mediador estadounidense que firmó el documento de Doha, dio la bienvenida a la decisión de Ghani, pero lamentó que a pesar de estos «signos de avance» hacia la paz, «la violencia por parte de los talibanes se mantiene demasiado alta». Desde la firma del acuerdo, el 29 de febrero, los talibanes han detenido sus operaciones contra las tropas extranjeras, pero han reanudado los ataques contra las fuerzas afganas. Ya se han registrado choques en 27 de las 34 provincias del país y hay decenas de víctimas.
El diálogo, más cerca
La liberación de presos abre la puerta al inicio del diálogo entre afganos, pero el problema es que el Gobierno de Kabul está dividido después de que Ghani y Abdula Abdula, el actual primer ministro, que considera que las últimas elecciones fueron fraudulentas, decidieran auto investirse presidentes. Ghani es quien ha recibido el respaldo de la comunidad internacional, pero Khalilzad trata de lograr un acuerdo entre los dos líderes, como ya ocurrió en 2014, para acabar con la división. «Queremos un Afganistán unido e independiente, no un país partido en zonas bajo control talibán, de Ghani y de Abdula. Es un gran peligro y un error histórico», advirtió el diplomático estadounidense ante las cámaras del canal Tolo.
«Si Kabul acepta dar este paso de la liberación de presos antes de la negociación, pierde su carta más importante y lo hace a cambio solo de la promesa de comenzar el diálogo», opina Thomas Rutig, miembro de Afghanistan Analyts Network (AAN) y autor de un extenso análisis sobre el acuerdo y sus consecuencias. El paso ya está dado tras la firma del decreto y ahora habrá que esperar al resultado de un diálogo nacional que tiene como objetivo último conseguir un alto el fuego definitivo.
Retirada estadounidense
Estados Unidos no ha esperado a que se aclare la situación política del país para poner en marcha la retirada de sus hombres, el gran logro de Donald Trump tras los 18 meses de negociación con los insurgentes. El plan pactado entre Washington y los talibanes, que recoge la retirada de los primeros 5.400 hombres, del total de 14.000 que tiene desplegados, en 135 días y de todas las tropas internacionales en catorce meses, se ha iniciado y los soldados ya abandonan bases en las provincias de Helmand y Herat. Es el principio del final de una guerra de 19 años en la que han sufrido 2.400 bajas.
abc
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