Adolfo García Sastre : «Creo que la epidemia de coronavirus va a ser como un año duro de gripe»

  05 Marzo 2020    Leído: 661
  Adolfo García Sastre  : «Creo que la epidemia de coronavirus va a ser como un año duro de gripe»

Hasta este miércoles, la epidemia del coronavirus SARS-CoV-2 ha provocado 94.359 casos confirmados y 3.221 muertes en un total de 75 países, aunque la inmensa mayoría se ha producido en China (80.282 casos y 2.981 muertes).

La dispersión de la enfermedad, de nombre COVID-19, parece haberse ralentizado en este país pero se está extendiendo más allá de sus fronteras, sobre todo en tres países (Italia, Irán y Corea del Sur). Por el momento, 51.317 personas se han recobrado la enfermedad. Ayer mismo, la OMS alertó frente a la escasez de máscaras y equipos de protección individual para el personal sanitario, a causa del acaparamiento y la compra irresponsable.

Adolfo García Sastre, catedrático de medicina y microbiología, lleva 25 años estudiando el virus de la gripe. También es director del Instituto de Salud Global y Patógenos Emergentes del Hospital Monte Sinaí, en Nueva York, donde se investiga la biología de virus de ARN, como la gripe, el sida, el dengue, el zika o el ébola. En este momento, allí se trabaja para estudiar los mecanismos de acción del SARS-CoV-2 con vistas a explorar vías que mejoren la eficacia de las futuras vacunas. A través de una conversación telefónica, explica que una de las cosas más peligrosas de este coronavirus es su capacidad de transmitirse desde personas con pocos síntomas. Además, cree que es probable que el patógeno se extienda por todo el mundo y provoque unas consecuencias similares a las de una gripe estacional severa. Destaca la importancia de seguir trabajando en su contención para ralentizar la epidemia y darle margen a los sistemas sanitarios para atender a los pacientes.

-¿Qué es lo que más le ha sorprendido de esta epidemia?

Quizás el ver como un virus muy parecido al SARS 1 –otro coronavirus emergente, que apareció en 2003– se comporta de una forma tan distinta. La mayor parte de las transmisiones de SARS 1 ocurrieron entre personas que sí tenían síntomas, por lo que fue más fácil contener los brotes. Este –el SARS-CoV-2– es transmisible entre personas que no tienen síntomas y, por eso, está siendo más difícil pararlo.

«El SARS-CoV-2 es transmisible entre personas que no tienen síntomas y, por eso, está siendo más difícil pararlo»
-¿Por qué se transmite incluso sin síntomas?

No sabemos por qué, y va a ser muy difícil averiguarlo porque no hay buenos modelos animales en los que investigar la transmisión. Seguramente la causa tenga que ver con que los títulos –la cantidad de virus presente, un factor muy importante en la probabilidad de que una persona contagie a otra–. Si fueran más elevados en el aparato respiratorio superior, es decir, en la nariz o la garganta, facilitarían su dispersión porque es ahí donde se generan los aerosoles que actúan como vehículo para la transmisión. Mientras que los virus que se replican más abajo, en el pulmón, provocan una enfermedad más severa, los que se replican más arriba pueden ser más transmisibles.

-Pero incluso si se replicase en la parte superior del aparato respiratorio, y fuese menos severo, sus cifras de letalidad son considerables –las estimaciones las sitúan entre el 3,8 y el 0,7%–.

Yo considero que estos números son provisionales, porque no creo que el número de infectados sea igual a de los diagnosticados –esto implicaría que la letalidad del virus sería considerablemente menor, porque los casos más leves no se estarían teniendo en cuenta en los cálculos y harían que el virus pareciera más mortífero. Por eso, hace falta hacer estudios de serología, anticuerpos, para averiguar a cuántas personas ha infectado el virus, realmente–.

Es fácil que haya muchas infecciones asintomáticas o con síntomas leves no detectadas. Es posible que los niños sean menos susceptibles a la infección y que los padres no les estén llevando a los hospitales para ser diagnosticados. Esto contribuiría a la transmisión pero haría que la letalidad fuese mayor de lo que realmente es.

-¿Qué es lo más peligroso del virus?

Los casos de neumonía severos, capaces incluso de dar lugar a mortalidad. Sus predisposiciones son muy similares a las de la gripe, es decir, personas inmunosuprimidas, con condiciones previas y gente mayor. Otro hecho peligroso es que no tenemos una vacuna. Ya hay muchas estrategias vacunales, pero habrá que esperar de seis meses a un año para hacer los ensayos clínicos necesarios.

«(El coronavirus) tiene un comportamiento muy parecido al de la gripe pandémica, en cuanto a su capacidad de transmisión»
-¿Es un virus con una alta capacidad de transmisión?

Tiene un comportamiento muy parecido al de la gripe pandémica, con la diferencia de que se está encontrando una población que no tiene anticuerpos. La gripe estacional tiene nivel mas bajo de transmisión, ya que hay gente resistente gracias a infecciones anteriores y porque la vacuna funciona muy bien.

-¿Hasta dónde se va a extender el coronavirus?

Creo que se va a extender por todo el mundo. Todavía no sabemos si su transmisión va a disminuir con la subida de las temperaturas y si va a volver en invierno, para infectar sobre todo a gente no infectada anteriormente, o si va a provocar una infección constante.

-¿Se podría convertir en un virus estacional, como la gripe?

Decirlo es especulativo por ahora. Sabiendo lo que sabemos sobre los coronavirus, mi opinión es que va a infectar a mucha gente. Pero hay una diferencia fundamental con la gripe: los coronavirus no cambian tanto cada daño como puede hacer la gripe. Éste es el único virus que conocemos que es capaz de reinventarse a partir de un reservorio animal cada 10 o 50 años.

«El coronavirus sería un virus estacional que no infectaría a gente ya infectada en ocasiones anteriores»
El coronavirus sería un virus estacional que no infectaría a gente ya infectada en ocasiones anteriores –con inmunidad adquirida– sino que infectaría a gente no infectada hasta ese momento. El número de infectados no sería tan elevado y se propagaría fundamentalmente por personas que no han visto el virus, como niños o recién nacidos. Además es fácil que cause inmunidad cruzada frente a otros coronavirus de murciélagos. Esto haría más difícil que volviera a saltar a humanos.

-Entonces, ¿merece la pena trabajar en su contención?

No creo que su contención completa sea posible, pero las medidas de contención sirven para ralentizar la expansión del virus. Esto es más importante de lo que parece: no es lo mismo que en España infecte a cinco millones de personas en dos semanas que en un plazo de tres meses. Si las infecciones ocurren en dos semanas se colapsarían los hospitales y la atención sanitaria. En el otro caso es más agotador pero los servicios no se llegan a colapsar.

-¿Hay buenas noticias en relación con la epidemia?

Es difícil predecir, pero creo que va a ser como un año duro de gripe. Habrá muchos más muertos de lo habitual, pero tampoco es un motivo para estar completamente alarmado. La mayor parte de los fallecimientos van a ocurrir en personas mayores, al igual que ocurre con la gripe, y ellas serán las que tengan que poner más medidas para evitar el contagio. No creo que haya muchas defunciones en niños o adultos jóvenes y esto es una buena noticia.

-Siendo como una gripe dura, ¿a cuántas personas podría matar?

Quizás a más de medio millón de personas.

-Esta epidemia está marcada por su gran impacto social, por su efecto en las redes sociales, por la adopción de medidas excepcionales por parte de los gobiernos, la cancelación de eventos, etc. ¿Había precedentes de algo así? ¿Por qué está ocurriendo?

Creo que tiene que ver con las experiencias anteriores, porque en el pasado la contención evitó que se propagara el SARS 1. Además hoy hay mucha tecnología para saber dónde está la gente y capacidad para tomar medidas que hace 40 años serían imposibles. Hoy los métodos de detección son más rápidos y por eso se pueden tratar de adoptar medidas de cuarentena para contribuir a eliminar o al menos ralentizar al virus.


-Casi estamos siguiendo la epidemia en tiempo real...

Efectivamente. Aunque no se está diagnosticando a todo el mundo que está infectado. Por eso están apareciendo brotes de origen desconocido. Una parte de la epidemia siempre ha estado fuera de radar: al principio esa parte era pequeña, pero ahora es más grande.

-¿Cómo está creciendo la epidemia? ¿Es algo explosivo o más bien gradual?

No lo sabremos hasta que no se hagan estudios serológicos, análisis de población donde se analizan los anticuerpos y que nos dicen qué proporción de personas realmente ha sido infectada. Estos estudios también nos dirán si en China está cayendo el aumento de nuevos casos porque las medidas de contención son eficaces o porque hay más gente infectada que se ha hecho resistente.

-¿Le parecen adecuadas las excepcionales medidas de cuarentena aplicadas en China?

Al final no hay ganadores ni perdedores. Como no hay un control con el que comparar, en realidad no sabemos que hubiera pasado si en China no se hubiesen aplicado estas medidas. Es importante que las medidas contra el coronavirus no causen más disrupción que el propio virus. Su objetivo ya no es contener al virus, sino ralentizar el ritmo de contagios para evitar el colapso de los hospitales.

Uno de los peligros es que este virus se politice: que un sector diga una cosa y el contrario otra. Se acaban generando discusiones no basadas en datos.


-¿Está pasando algo así en Estados Unidos?

En Estados Unidos la epidemia se está politizando mucho. Los que votan a los demócratas dicen que las medidas adoptadas por el gobierno son espantosas. Los republicanos están diciendo que sus medidas son un gran éxito. Y en realidad nadie tiene argumentos basados en datos. Lo que deberíamos hacer es trabajar juntos e intentar hacer lo que podamos frenar las consecuencias del virus, ya sea las infecciones o la disrupción económica.
-¿Se ha extendido el miedo en el país?

Estamos en periodo electoral y la epidemia tiene más repercusión, pero está ocurriendo algo parecido a lo que pasa en el resto del mundo. Se han acabado las máscaras, lo que no tiene sentido, porque no sirven para evitar los contagios, y la gente está comprando muchas provisiones. También hay miedo a ir a sitios donde hay muchos contagios.

abc.es


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