En 2020 el Servicio de Inteligencia Externa de Rusia celebra su centenario. En su crónica se inscriben los nombres de muchas espías que, en condiciones difíciles, a menudo arriesgando sus vidas, aseguraron la seguridad y los intereses de su patria.
"La mayoría de las personas, ajenas a temas de inteligencia, creen que esto no es para mujeres, que la inteligencia es una profesión puramente masculina, que requiere autocontrol, coraje, voluntad de asumir riesgos, e incluso sacrificarse para lograr los objetivos", destacó Antónov.
Sin embargo, en un área tan específica de la actividad humana, como es la inteligencia, las mujeres no son de ninguna manera inferiores a los hombres, y en algunos aspectos incluso superiores a ellos, aseguró.
"Como muestra la historia de los servicios de inteligencia del mundo, las mujeres encajan perfectamente en su digno papel, y además son un formidable rival de los hombres en cuanto al reconocimiento de los secretos de otras personas", indicó el militar.
Antónov explicó que sobre la base de las tareas, la inteligencia puede requerir una persona específica con competencias y cualidades personales, experiencia de vida, que goce de especial confianza para enviarla a una u otra región del mundo.
En primer lugar se trata de trabajo en condiciones ilegales en el extranjero. El agente no solo debe tener un impecable conocimiento del idioma y de técnicas de inteligencia sino que debe ser una especie de artista.
"Creo que no es necesario decir que la mayoría de las mujeres tienen una mejor capacidad de transformación que los hombres", precisó.
Estos agentes siempre tenían los requisitos necesarios en cuanto al autocontrol y la resistencia psicológica, además hay que ser capaz de dominar los sentimientos, reveló.
Las principales características de las mujeres espía
El coronel retirado destacó que las mujeres se encargan de realizar operaciones relacionadas con la organización de reuniones con agentes en las que la aparición de un hombre no es siempre deseable.
"Los especialistas son unánimes en el hecho de que una mujer es más observadora que un hombre, además, tiene una intuición más desarrollada", agregó.
Además, las mujeres son más metódicas, diligentes y pacientes que los hombres, según el experto.
No hay que excluir su apariencia. Las mujeres son un verdadero adorno de cualquier servicio de inteligencia, afirmó, al precisar que el papel de una 'trampa de miel' de una espía es más una excepción que una regla.
Además destacó que el trabajo conjunto de un hombre y una mujer es siempre la combinación de las mejores cualidades psicológicas de hombres y mujeres, especialmente en posiciones ilegales. "Es un punto fuerte de cualquier servicio de inteligencia", subrayó.
Las espías durante la Segunda Guerra Mundial
Las páginas heroicas de la historia de la inteligencia están conectadas con la participación de las mujeres en las operaciones que ayudaron a acercar la victoria en la guerra contra el nazismo.
"Los años de guerra han demostrado que las mujeres son capaces de realizar las tareas de reconocimiento más importantes no peor que los hombres", aseguró Antónov.
El militar explicó que el período anterior a la guerra y durante Segunda Guerra Mundial cambiaron fundamentalmente el enfoque de la inteligencia en general y el papel de la mujer en particular.
"Durante la guerra, cientos de personas honestas de diferentes países vincularon voluntariamente su destino a la inteligencia soviética, realizando sus tareas en diferentes partes del mundo", detalló.
La historia de Anna Kamáyeva
Anna Kamáyeva llegó a la inteligencia a finales de los años treinta del siglo XX. Desde los primeros días de la Gran Guerra Patria, fue incluida en el Grupo Especial del Comisariado del Pueblo para Asuntos Internos de la URSS (NKVD). Era una estructura de alto secreto en la que se informaba directamente al jefe del NKVD, Lavrenti Beria.
Sus empleados iban a librar una guerra secreta ya en su tierra. Comenzaron a preparar e implementar un plan subversivo en caso de que Moscú fuera capturado por las tropas de Hitler. ¿Dónde podrían Hitler y sus compañeros organizar festividades con motivo de la caída de la capital soviética? Hay pocas opciones, ya sea en el Kremlin o en el Teatro Bolshói, apuntó Antónov. Por lo tanto, se decidió en el NKVD que era necesario preparar explosiones de estos objetos. Al mismo tiempo, el liderazgo del NKVD partía del hecho de que Hitler y otros líderes del Tercer Reich ciertamente tomarían parte personal en las celebraciones planeadas.
Pero a Anna Kamáyeva se le asignó un papel clave: cometer un atentado contra el propio Adolf Hitler. Se estaban elaborando diferentes opciones para la realización de esta tarea. Pero todas ellas se mostraron de manera inequívoca: el explorador no tenía ninguna posibilidad de sobrevivir. Al encomendar tal tarea, la dirección del NKVD envió a la mujer a una muerte digna, pero estaban seguros de que Anna llevaría a cabo la orden.
Afortunadamente, este plan quedó en el papel. Moscú resistió el ataque de los nazis. Las tropas del Frente Occidental, comandadas por el mariscal Gueorgi Zhúkov, lograron detener y luego rechazar las tropas de la Wehrmacht de la capital de la URSS.
El coronel retirado mencionó los nombres de la cantante Nadezhda Plevítskaya, la esposa de un diplomático alemán apodada Marta, la periodista Ilse Stöbe alias Alta, África de las Heras, Zoya Ríbkina, que más tarde se hizo ampliamente conocida como la escritora para niños Zoya Voskresénskaya, Elizaveta Zarúbina, Leontina Cohen, Kitty Harris, entre otras espías que trabajaron para la inteligencia soviética en vísperas y durante la guerra.
Después de la Segunda Guerra Mundial, el trabajo de la inteligencia soviética continuó en el campo de la Guerra Fría. Las mujeres conseguían información sobre los planes estadounidenses que necesitaba el Gobierno de la Unión Soviética.
La centenaria historia de la inteligencia externa ha demostrado la importancia de la participación de las mujeres en su trabajo. Y así, por supuesto, continuarán haciendo una valiosa contribución a la seguridad y los intereses de Rusia, concluyó Antónov.
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