En España, como en todo el mundo, las mujeres han tenido que librar grandes luchas para que se reconocieran sus derechos: a votar, a estudiar, a la participación política y laboral, a divorciarse, a decidir sobre su cuerpo.
A 110 años de la proclamación del Día Internacional de la Mujer Trabajadora, promovido por la dirigente comunista alemana, Clara Zetkin, las mujeres en España siguen alzando la voz. Ahora luchan, entre otras cosas, por no ser agredidas sexualmente, por no ser asesinadas y contra la precariedad laboral que les impide a ellas, y a sus familias, tener una vida digna.
Unas de esas mujeres en lucha son Las Kellys, una asociación que reúne a unas 200,000 trabajadoras de limpieza de los hoteles toda España. Su nombre viene del juego de palabras "las kellys, las que limpian" y se rebelaron hace casi seis años cansadas de la explotación y la precarización laboral.
"Lo que queremos es un trabajo digno", sentencia María del Mar Jiménez, portavoz de Las Kellys en Madrid. Ella explica que desde que se impusieron nuevas condiciones laborales con la reforma de 2012 el trabajo de las camareras de piso se ha ido a menos.
Las Kellys denuncian que gran parte de las que limpian los hoteles son trabajadoras tercerizadas (externalizadas), sin derecho a vacaciones, festivos, sin poder cobrar las horas extras que les obligan a cumplir, con sueldos por debajo de lo que establece el Convenio de Hostelería y con dolorosas consecuencias físicas en sus cuerpos por el exceso de trabajo.
"Si somos un 33% del trabajo estructural de un hotel, pues que nos contrate el hotel. ¿Por qué un recepcionista está contratado por el hotel y una camarera no? Si yo no limpio las habitaciones ellos no tienen nada que ofrecer ni alquilar", sentencia María del Mar.
María del Mar tiene 58 años y casi 20 trabajando en un hotel cinco estrellas en el centro de Madrid. Destaca que no lucha por ella, que sí cuenta con un contrato fijo y condiciones dignas de trabajo, sino por las miles de camareras de hoteles, en su mayoría mujeres migrantes, que siguen siendo subcontratadas y obligadas a cumplir extenuantes jornadas de trabajo.
"Hay un trabajo excesivo. Las chicas tienen que hacer 25 habitaciones y limpiar áreas comunes en seis horas, que son por las que están contratadas. Pero es imposible hacer todo eso en ese tiempo. Las chicas no se pueden ir hasta que terminen, entonces están contratadas por seis horas, pero en realidad trabajan 10, y esas horas extras no se las pagan. Eso es fraude de ley".
Además, denuncia que a las camareras de piso les hacen las pagas prorrateadas en 12 meses "eso también es ilegal porque nuestros contratos deben ser de 14 pagas para que las chicas puedan tomar vacaciones, y entonces ¿qué pasa? Que las chicas no toman vacaciones y deben irse al paro si necesitan descansar".
La precariedad de Las Kellys y el auge del turismo
La organización de Las Kellys surgió de manera espontánea luego de que el periodista catalán, Ernest Cañada, publicara un artículo en un diario de circulación nacional para visibilizar la situación que vivían las camareras de los hoteles.
A partir de ahí ellas empezaron a comentar y exponer públicamente sus casos, y luego abrir una cuenta en las redes sociales. Fueron tantas que en 2016 decidieron registrarse como asociación.
Él, por su parte, decidió entrevistarlas una a una y luego reunir todos esos testimonios en el libro Las que limpian los hoteles.
"Tras conocerlas, lo que más me impactó fue cómo iban dejando la salud en el trabajo, lo que suponía para la salud física y psicológica de ellas esas condiciones de trabajo tan duras, con una carga de trabajo tan enorme. Eso les derivaba en efectos en su salud y en la dependencia de fármacos para poder aguantar el trabajo cotidiano", sostiene Cañada.
Para el periodista, especializado en temas sobre turismo responsable, resultaba incomprensible, que siendo el turismo el principal motor de la economía española, las que limpiaban los hoteles, las que sostenían desde abajo la infraestructura turística, estuvieran en tan malas condiciones.
"Era enorme la desigualdad que existía porque eran trabajadoras de un sector que no estaba sufriendo especialmente la crisis, porque España seguía batiendo récord por la cantidad de turistas que llegaban, y eso no tenía justificación. No tenía ningún sentido tener a unas trabajadoras en una situación tan precaria cuando la actividad turística estaba creciendo y batiendo récord año tras año", precisa Cañada.
María del Pilar tampoco encuentra ninguna justificación a esa situación, pero asegura que sí entiende que detrás de todo esto hay una clara lucha de intereses.
"Una vez un empresario hostelero dijo que en los años de crisis había ganado más que en los 20 años anteriores ¿por qué? Porque en los años de crisis echaron a toda la gente fija que tenían y empezaron a coger gente de empresas de servicio. Entonces, en lugar de pagarles rigiéndose por el Convenio de Hostelería, ahora pagan mucho menos. Lo que han hecho es precarizar el trabajo".
María del Mar también denuncia los diversos mecanismos que han buscado algunos empresarios hosteleros para esquivar la ley.
"Cuando nosotros exigimos que las Empresas de Trabajo Temporal se rigieran por el Convenio de Hostelería ¿sabes qué hicieron? Crearon empresas de servicio y se inventaron cargos absurdos. Dejamos de ser camareras y nos clasificaron como ayudante de limpieza, peón de limpieza, asistente de limpieza, aprendiz de limpieza. Vamos a ver ¿tú le vas a decir a una camarera que lleva 20 años limpiando que es una aprendiz de limpieza? Todo esto lo hicieron para no cumplir el Convenio de Hostelería y ganar más".
También el boom de los apartamentos de alquiler turístico ha jugado en contra de muchas de Las Kellys.
"Hay casos en que a una Kelly le toca limpiar un apartamento turístico en una calle y otro a media hora andando. Ella tiene que ir caminando de un apartamento a otro, cargando con el aspirador, la bolsa de basura, con los equipos y productos de limpieza. Ese tiempo que ella tarda andando no se lo cuentan como hora de trabajo, sino que solo le cuentan las horas que está en cada apartamento. Es todavía más precario", explica María del Mar.
El reclamo de Las Kellys ha llegado hasta La Moncloa y hasta el Parlamento Europeo. Como medida inmediata, ellas piden se modifique el artículo 42.1 del Estatuto de los Trabajadores para que se prohíba la tercerización (externalización) del trabajo, o al menos, se iguale a las condiciones que tienen los trabajadores de plantilla. A juicio de Ernest Cañada, la solución también podría ser más estructural.
"A mi modo de ver habría que derogar totalmente la Reforma Laboral de 2012. Hay que generar un cambio y revertir la dinámica de degradación y de precarización que significó esa Reforma Laboral. Hay que desmontar lo que se hizo y que ha tenido consecuencias nefastas para la vida de miles de trabajadores", recomienda Cañada.
Y mientras en España, ellas empujan para conseguir las transformaciones necesarias que dignifiquen su trabajo, mujeres de otras latitudes han tomado su ejemplo. Ellas cuentan con alegría que, gracias a su lucha, ya existen Kellys organizadas en Francia, Bélgica, Suiza, Inglaterra y Colombia. Además de haber sido galardonadas justo hace un año con el Premio To Do de Derechos Humanos en el Turismo, un importante reconocimiento que les entregó el Instituto para el Turismo y Desarrollo en la Feria Internacional de Turismo de Berlín.
"Estoy muy orgullosa de ser una Kelly y de lo que hemos logrado. Muy orgullosa de ver que otras mujeres han tomado nuestro ejemplo y están formando la misma asociación fuera de España. Eso es un orgullo como trabajadora y como mujer", dice sonriendo María del Mar.
Con una enorme pancarta que dice "organízate si no quieres que te organicen", Las Kellys saldrán a marchar este 8M, recordando que es un día para celebrar, pero también para recordar que aún falta mucho por hacer por los derechos de las mujeres.
"Las Empresas de Trabajo Temporal en Madrid tienen una lista de Kellys para no contratarlas. Hemos dejado de ser mujeres trabajadoras a ser mujeres en una lista negra. Ahí te das cuenta que estamos igual que cuando las mujeres luchaban por su derecho a sufragar, que estaban en listas negras por reclamar sus derechos", denuncia María del Mar.
Las Kellys aseguran que seguirán luchando hasta que se reconozcan sus derechos y hasta que la gente entienda que, inclusive en una cama bien tendida, están las manos de una mujer en lucha.
Sputnik
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