Las negociaciones para un tratado comercial entre la Unión Europea y Reino Unido, que debe entrar en vigor tras el período de transición del Brexitque acaba en diciembre de este año, no serán fáciles y ya están saliendo a la luz los primeros obstáculos. Uno de ellos está relacionado con la polémica del «pollo clorado», una técnica que consiste en introducir el pollo después de ser sacrificado en una solución de agua clorada con el objetivo de matar bacterias y otros patógenos que causan enfermedades, como la Salmonella y la Campylobacter. La importación de pollo clorado está prohibida en la Unión Europea, pero su consumo sí está permitido en EE.UU. El país norteamericano es uno de los mayores exportadores de pollo a nivel mundial, y la cloración de esta carne al final de la cadena de producción pone en una encrucijada al Reino Unido, ya que UE le exigirá mantener la prohibición si quiere alcanzar un acuerdo comercial con Bruselas.
Así se desprende de una cláusula del mandato para negociar la futura relación entre ambas partes tras el Brexit que fue aprobado ayer por los ministros de Asuntos Europeos de la UE y que da el pistoletazo de salida para las conversaciones, que empezarán previsiblemente el próximo mes. Esta aprobación confirma la decisión de los embajadores de los países comunitarios, que dieron luz verde al mandato para la negociación el lunes. La oferta que le hace la Comisión Europea al Reino Unido es la de un acuerdo «ambicioso, equilibrado y que cubra múltiples áreas, siempre que haya garantías suficientes para la igualdad de condiciones». En un comunicado, los Veintisiete indican que su intención es que el tratado contemple la cooperación en el ámbito aduanero, así como mecanismos de supervisión y de resolución de disputas.
Tensiones
Sin embargo, aún antes de que empiecen las negociaciones, ya se prevé que habrá tensiones en algunos puntos, como por ejemplo con respecto a los aranceles, las aguas de pesca o el sector de la alimentación, y la UE se está preparando para ello. Por ejemplo, en el documento de mandato de negociación entre ambas partes, por recomendación de Francia, se ha insertado una cláusula que exige que tanto el Reino Unido como la Unión Europea mantengan «la calidad sanitaria en el sector de la alimentación y la agricultura», es decir, que exigen que los británicos mantengan las normas tal y como han sido hasta el momento. Pero el Ejecutivo británico no ha garantizado que esto vaya a ser así, sobre todo si esto interfiere con los acuerdos comerciales que pretende firmar con otros socios. Es el caso del pollo clorado, ya que mientras la UE le exigirá a los británicos que su importación siga siendo prohibida es posible que, por su parte, Estados Unidos le pida que acepte su importación en caso de un acuerdo comercial bilateral, que tanto el primer ministro británico Boris Johnson como el presidente estadounidense Donald Trump están empeñados en firmar cuanto antes.
En Estados Unidos se considera que lavar la carne de pollo con esta solución a base de cloro no solo es inofensiva para los consumidores sino que los protege de enfermedades, pero la UE denuncia que esta práctica muchas veces implica que no se implementen otras medidas de higiene fundamentales en los mataderos en otras fases de la cadena de producción. Además de la salud de los ciudadanos, una de las preocupaciones de la UE es que los exportadores comunitarios de carne de pollo al Reino Unido tengan problemas en caso de que la normativa cambie.
abc
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