Tan simbólico como potencialmente relevante. La primera cumbre de la Unión Europea desde la salida del Reino Unido se ha saldado con un tremendo choque entre los países más ricos del club y los que reclaman el mantenimiento de una solidaridad interna ambiciosa.
Tras 30 horas de negociación, los 27 socios de la UE han sido incapaces de pactar las primeras cuentas después del Brexit, completamente divididos por el socavón de 75.000 millones de euros que ha dejado la retirada de Londres.
Los llamados países de la Cohesión, entre los que figuran España, Polonia, Portugal o Hungría, han logrado resistir con mucha dificultad la ofensiva de los contribuyentes netos, liderados por Países Bajos, para cubrir la brecha del Brexit a base de recortes en fondos estructurales y subsidios agrícolas.
Tras horas de enfrentamiento, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, ha parado el reloj y ha emplazado a los 27 a una nueva reunión, todavía por convocar. Pero el primer asalto ha dejado claro que los partidarios de la austeridad han logrado ya imponer buena parte de sus objetivos. Los últimos cálculos oficiales manejados durante la cumbre apuntan a un presupuesto que se situará por debajo del 1,07% de la Renta Nacional Bruta de la UE, muy por debajo del 1,11% de la Comisión o el 1,30% del Parlamento Europeo.
Y en un último documento extraoficial, circulado poco antes del fracaso definitivo, se incluían los cheques de descuento exigidos por Alemania, Países Bajos, Suecia, Austria y Dinamarca, que serían mantenidos, e incluso elevados en algún caso, al mismo nivel que en 2020.
La propuesta fue rechazada de manera tajante e inmediata por la delegación española, encabezada por Pedro Sánchez. Y el plante de España y otros 16 países ante un documento que tenía más visos de provocación que de propuesta negociadora, llevó a la conclusión de dos jornadas de infructuosa batalla presupuestaria.
Michel confía en retomar el regateo en las próximas semanas y cerrar un acuerdo con tiempo suficiente para el estreno del nuevo marco presupuestario de 2021-2027. "Creo que ha sido una reunión útil y necesaria, que arroja más claridad sobre las posiciones de cada país", ha señalado Michel al término de la cumbre.
En ese caso, la larga noche del 20 de febrero será poco más que una anécdota en la historia del club. Pero la acritud de las últimas horas y el encono de algunas posiciones ha revelado también que la convivencia no será más sencilla tras la salida del Reino Unido, país al que a menudo se atribuían los bloqueos y obstáculos.
“Mientras algunos golpean las compuertas, nosotros estamos calentitos dentro con nuestra estufita y manteniendo (el gasto en) el 1%”, se pavoneaba el primer ministro holandés, Mark Rutte, durante la larga noche de contactos del jueves al viernes.
"Lo importante es que demostremos ambición", ha exigido Sánchez al término de la cita. "No se puede plantear un 1% como propuesta si queremos ser un actor global de relevancia", ha añadido el presidente del Gobierno. Y Sánchez se ha marchado de Bruselas con un aviso para navegantes austeros. "El marco se tiene que aprobar por los 27, un solo país puede bloquear", ha señalado el presidente del Gobierno en una poco velada invocación al derecho de veto.
La coreografía de la cumbre ha mostrado un club dividido por líneas de riqueza, con cuatro de los países con un PIB por encima de la media (Países Bajos, Suecia, Austria y Dinamarca) atrincherados en la defensa de un presupuesto muy inferior al del período que termina (2014-2020).
En el campo contrario, los 17 países amigos de la Cohesión, entre los que figura España, reclaman el mantenimiento de los fondos estructurales al mismo nivel que en la actualidad, lo que supone 368.000 millones de euros. "Políticas como la cohesión y la PAC fortalecen el mercado único y son muy cercanas a los ciudadanos. No podemos admitr que se consideren fracasadas. Es un profundo error. Políticas como la garantia juvenil, la garantía infantil, el Erasmus, quedan tocadas con la propuesta. Además se mantiene el sistema de cheques que beneficia a los más ricos. Ahora que el Reino Unido no está tendría que desaparecer. No ha habido ningún avance. No podemos darnos por satisfechos. Esperamos volver a reunirnos con propuesta más ambiciosa", sentenció Sánchez.
Los líderes, que solo han mantenido dos reuniones a Veintisiete en las dos jornadas de cumbre extraordinaria y han dedicado la mayor parte a encuentros bilaterales, rechazaron en apenas media hora el último plan fraguado para intentar lograr un consenso.
La enorme distancia en las posiciones ha llevado a Michel a levantar la sesión y darla por concluida. De momento, no se conoce en qué momento se retomará la negociación aunque se confía en alcanzar un principio de acuerdo en abril o mayo. "Necesitamos mantener contactos para decidir", ha reconocido Michel.
La cumbre marca el primer fracaso de la renovada cúpula comunitaria, ocupada desde el pasado 1 de diciembre por Michel y por Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea. "A veces, hay que dejar que las cosas maduren un poco más", se ha resignado Von der Leyen ante un fiasco que, por ahora, deja sin presupuestos propios a su equipo recién estrenado.
Choque frontal
La negociación había arrancado mal desde el mismo momento del inicio de la cumbre, cuando Rutte y sus aliados cerraron filas para defender un presupuesto de solo el 1%. Von der Leyen, además, señaló que la Comisión se conformaba con el 1,07%, por debajo de las aspiraciones del anterior ejecutivo, presidido por Jean-Claude Juncker.
La pinza quedaba fijada entre dos parámetros que ponían en peligro el mantenimiento de los fondos estructurales en su nivel actual y de los subsidios agrícolas (que ahora son 382.500 millones de euros). Para España, además, ponía en peligro su saldo favorable con la UE, mantenido desde el ingreso en el club en 1986.
La unidad de los cuatro países austeros sorprendió a los socios de la cohesión, que llegaban con una posición común pero más deslavazada. Sánchez contaba con Polonia y Hungría al mismo tiempo que pedía mano dura con el mecanismo de vigilancia sobre el Estado de derecho que inquieta a Varsovia y Budapest.
Pero la dureza mostrada por los autodenominados frugales, que quedó patente durante los contactos bilaterales con Michel en la madrugada del jueves, obligó a los receptores netos a cerrar filas y mostrarse más exigentes. Los 17 países de la cohesión pasaron de aceptar una propuesta a la baja como la auspiciada por la Comisión a reclamar el mismo objetivo que el Parlamento (1,30%), a sabiendas de que esa meta es inalcanzable.
El grupo amenazado por los recortes se vio tan sorprendido por los austeros que solo inició el contraataque a media mañana del viernes, cuando Países Bajos y sus aliados ya habían abierto camino a sus posiciones tanto con Michel como con el presidente francés, Emmanuel Macron, y la canciller alemana, Angela Merkel. En plena contraofensiva, la cohesión contó con un portavoz extraoficial tan incómodo y dudoso como el primer ministro húngaro, Viktor Orban, que descendió hasta la sala de prensa en plena cumbre para proclamar que "si queremos una Europa fuerte, debemos pagar por ello". Nadie, de momento, parece dispuesto a hacerse cargo de la factura.
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