Los candidatos demócratas a la presidencia de Estados Unidos veían venir desde hace tres meses a Michael Bloomberg y este miércoles lo tuvieron por fin delante para debatir cara a cara con él delante de millones de espectadores. Fue duro. El magnate neoyorquino ha pasado de no estar en la carrera a aparecer tercero en las encuestas y amenazar el reparto de los delegados que elegirán al nominado en julio. Este miércoles, en Las Vegas, los senadores Bernie Sanders y Elizabeth Warren, el alcalde Pete Buttigieg y el exvicepresidente Joe Biden arremetieron contra Bloomberg, un hombre de 78 años tan famoso como controvertido para los demócratas.
El multimillonario exalcalde de Nueva York ha gastado más de 300 millones de dólares para comprar espacios publicitarios en todo el país y a pesar de entrar en la carrera el último, ha conseguido entrar en suficientes encuestas para subir al escenario del noveno debate demócrata. La senadora Amy Klobuchar dijo: “Es bueno que Bloomberg esté en este escenario porque aquí no se puede esconder tras los anuncios de televisión”. Uno de esos anuncios se emitió minutos antes del debate en NBC. El primer cuarto de hora fue seguramente el debate con más energía y enfrentamientos personales de todos los celebrados hasta ahora.
Los otros cinco candidatos le dejaron muy claro al magnate que no es bienvenido en esta carrera. En el minuto uno le preguntaron a Bernie Sanders qué pensaba de la candidatura de Bloomberg. “Para ganar a Donald Trump necesitamos la mayor participación de la historia”, dijo el senador, actualmente en cabeza en todas las encuestas. Es movilización no se consigue, dijo, con alguien que como alcalde de Nueva York atacó con especial dureza a minorías como negros y latinos a los que hizo responsables de las cifras de delitos de la ciudad. Había pasado un minuto de debate y el polémico currículum del magnate ya estaba sobre la mesa.
El exalcalde se defendió pidiendo perdón por los efectos de aquellas políticas (básicamente, mandó a la policía a los barrios de las minorías con permiso para ‘parar y cachear’ por la calle a cualquiera). No se lo aceptaron. Se trata de la intención, no de si salió bien o mal, le criticó Warren. Los candidatos se quedaron a un paso de pronunciar la palabra racismo.
La senadora Elizabeth Warren, tras unos resultados decepcionantes en Iowa y New Hampshire donde se suponía que tenía su público natural, tuvo su mejor debate hasta el momento. “Quiero decir contra quién nos presentamos. Un millonario que llama a las mujeres viejas gordas y lesbianas con cara de caballo, y no estoy hablando de Donald Trump, hablo del alcalde Bloomberg”. Fue su primera intervención. “No vamos a sustituir a un millonario por otro”.
Más adelante, Warren preguntó directamente al magnate por casos de acoso y abusos de los que ha sido acusado como empresario y que se resolvieron con acuerdos de confidencialidad. Warren le preguntó cuántos eran y si pensaba liberar a las mujeres de esos acuerdos para que pudieran contar su versión. Esos casos se limitan a “mujeres a los que no les gustó alguna broma”, dijo Bloomberg, reforzando la imagen que de él quería dar Warren. Los moderadores permitieron a Warren insistir como un fiscal de televisión. Era el minuto 46 del debate. Bloomberg se negó a liberar a las mujeres de esos acuerdos de confidencialidad y dijo que sería injusto para las partes que los firmaron. Se escucharon, por primera y única vez, abucheos entre el público.
El debate hubo bloques dedicados al cambio climático y, de nuevo, un encendido intercambio sobre los distintos planes para expandir la sanidad pública a todos los estadounidenses. Pero lo importante del debate había quedado claro. Como alcalde, Bloomberg instauró políticas discriminatorias contra minorías. Como empresario, tapó acusaciones de abusos en el trabajo. Como candidato, no cree en políticas progresistas y además no piensa enseñar sus impuestos. El objetivo parecía ser parar a Bloomberg ahí mismo, en ese escenario. Esta noche. De una vez por todas.
Los analistas con experiencia en la política de Nueva York llevan semanas advirtiendo de que Bloomberg no es un hombre al que se le dé bien debatir. Transmite arrogancia y pierde el temple con facilidad. Este miércoles se vieron trazas de esa personalidad. En un momento dado llamó a Sanders “comunista”. Cuando le echaron en cara que no enseñe su declaración de impuestos dijo que era un debate “ridículo”.
El debate se celebró en Las Vegas, a cuatro días de las primarias de Nevada del sábado. Bloomberg ni siquiera aparece en las papeletas en Nevada. Su campaña se ha saltado los cuatro estados donde tradicionalmente se prueban las campañas, Iowa, New Hampshire, Nevada y Carolina del Sur, para concentrarse en los grandes estados donde se reparten la mayoría de los delegados, como California, Texas, Nueva York, Florida, Pennsylvania e Illinois. California y Texas votan el próximo 3 de marzo en el llamado supermartes. Esa será la primera medida real de las posibilidades de Bloomberg. El resto de candidatos se aseguraron en Las Vegas de que llegue a esa prueba despojado de cualquier credencial progresista.
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