En el panel sobre el futuro de Europa, en el que se buscaban alternativas para sacar a la UE de la parálisis en política exterior y la irrelevancia diplomática, quedó ayer patente que las diferentes sensibilidades de los países miembros bloquean iniciativas debido a que son necesarias decisiones por unanimidad. Esto, sumado al creciente enfrentamiento entre EE.UU., China y Rusia, amenaza con convertir a la UE en un agente intrascendente.
El ministro de Exteriores polaco, Jacek Czaputowicz, se extendió largamente sobre la negativa de su país en contra de meter en el mismo saco, como «desafíos» para la UE, las políticas exteriores de Estados Unidos, Rusia y China, recordando que en la frontera oriental de la UE y de la OTAN, que es la suya con Bielorrusia y Ucrania, el papel de protección del ejército estadounidense es «impagable», diferenciando así entre potencias amigas y potencias enemigas y defendiendo la continuidad de la vinculación de la política exterior de la UE a la estadounidense. Fue en este punto en el que Borrell quiso servirse de ese ejemplo para ilustrar cuán complicado es el día a día de la diplomacia europea. «Usted», le respondió al ministro polaco, vive en libertad gracias al Vaticano y a los EE.UU.». «Yo en cambio», aludió a modo de comparación, «viví en España bajo la dictadura durante cuarenta años precisamente a causa del Vaticano y de los EE.UU.. Así que no puedo decir que veo a los EE.UU. de la misma manera que usted».
No faltaron llamadas al realismo en este panel, en el que mayoritariamente triunfó la tesis de Macron, que diagnostica un creciente debilitamiento de Occidente y advierte contra la «idea errónea de que los valores occidentales se establecerían internacionalmente por si solos». La mayoría de los ponentes estuvo a favor de que Europa deberá tratar de trabajar junto con los EE.UU. siempre que sea posible.tervención en un panel.
abc.es
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