El Papa propone multiplicar la tarea de los laicos en lugar de ordenar sacerdotes a hombres casados

  13 Febrero 2020    Leído: 928
El Papa propone multiplicar la tarea de los laicos en lugar de ordenar sacerdotes a hombres casados

Urge a la Iglesia entera a proteger los indígenas y el ecosistema de Amazonia.

En un documento que resuelve por elevación algunas posturas divergentes en el Sínodo de Amazonia, y que vuela a kilómetros de altura sobre sus detractores, el Papa Francisco urge a la Iglesia entera a proteger a los indígenas y el ecosistema, no solo por su función ecológica planetaria sino también como modelo de respeto a las personas y la creación.

La exhortación apostólica «Querida Amazonia», escrita en español y publicada este miércoles, fue terminada el pasado 27 de diciembre, mucho antes de las intentonas de presentar falsamente al Papa como dispuesto a «abolir el celibato» si aprobaba la ordenación sacerdotal de diáconos permanentes indígenas —propuesta por el Sínodo— y de oscurecer su poderoso mensaje ecológico reduciendo el documento a una disputa clerical sobre el celibato.

El magisterio es claro. En el número 16 del decreto «Presbyterorum ordinis», el concilio Vaticano II recomienda vivamente «la perpetua y perfecta continencia» pero afirma que «no es exigida ciertamente por la naturaleza misma del sacerdocio», como demuestra la presencia de sacerdotes casados en las 23 iglesia católicas de rito oriental.

En la línea de su primer gran documento «La alegría del Evangelio», Francisco presenta en «Querida Amazonia» un texto hermoso, con numerosas citas de poetas, pero, sobre todo, un documento enamorado: de Dios, de las personas y de la belleza de un territorio sometido a brutal saqueo humano y ecológico.

En una sorprendente novedad, la exhortación no recoge frases del documento final del Sínodo de Obispos del pasado mes de octubre sino que invita a leerlo entero. Aunque el Sínodo sea tan solo un organismo consultivo —cuyo papel es hacer propuestas al Papa—, su análisis multidisciplinar y pastoral de la situación fue de gran calidad.

Lo que Francisco hace en «Querida Amazonia» es presentar los «cuatro sueños», a los que se había referido en su discurso sin papeles del 27 de octubre a los participantes en el Sínodo, al termino de las votaciones de cada punto del documento conclusivo. Se trata de los sueños social, cultural, ecológico y pastoral-eclesial.

Según el Papa la solución de los problemas no consiste en internacionalizar Amazonia —el falso espectro que levantaba el gobierno de Bolsonaro— sino en que cada uno de los nueve países asuma su responsabilidad: tanto el gobierno como la conferencia episcopal.

Francisco invita a los obispos a enviar más misioneros a los territorios amazónicos y a no caer en las redes de algunos donantes ricos que dan dinero a la Iglesia a cambio del silencio ante sus saqueos.

El Papa exhorta a una inculturación del Evangelio como se ha hecho en otros lugares del mundo, incorporando los símbolos, la música y las costumbres locales no solo a la catequesis sino también a la liturgia. E incluso más: invita a aprender de los indígenas su respeto a la naturaleza, su estilo de sobriedad y sus lazos sociales justo cuando muchas personas de países ricos caen en el consumismo y el individualismo.

Más diáconos permanentes
En cuanto a la evangelización, Francisco propone enviar más misioneros y ordenar en Amazonia más diáconos permanentes. Pero, sobre todo, reforzar «la presencia estable de lideres laicos maduros y dotados de autoridad» utilizando el canon 517 del Código de Derecho Canónico: en caso de escasez de sacerdotes, el obispo puede encomendar «una participación en el ejercicio de la cura pastoral de la parroquia a un diácono o a otra persona que no tiene carácter sacerdotal».

Francisco invita a «permitir el desarrollo de una cultura eclesial propia, marcadamente laical. Los desafíos de la Amazonia exigen a la Iglesia un esfuerzo especial por lograr una presencia capilar que solo es posible con un contundente protagonismo de los laicos».

El Papa recuerda que en esas zonas remotas, la fe se ha transmitido «gracias a la presencia de mujeres fuertes y generosas: bautizadoras, catequistas, rezadoras, misioneras, ciertamente llamadas e impulsadas por el Espíritu Santo». Es más, «durante siglos las mujeres mantuvieron a la Iglesia en pie en esos lugares con admirable entrega y ardiente fe».

El gran recurso es favorecer que sigan haciéndolo sin caer en el burocratismo y funcionalismo de «pensar que se otorgaría a las mujeres un status y una participación mayor en la Iglesia solo si se les diera acceso al Orden sagrado» pues esa mirada «en realidad limitaría las perspectivas, nos orientaría a clericalizar a las mujeres, disminuiría el gran valor de lo que ellas ya han dado y provocaría sutilmente un empobrecimiento de su aporte indispensable».

Separar sacerdocio y poder
Francisco insiste, en cambio, en separar nítidamente sacerdocio y poder. En ese cuadro, el sacerdote tiene que caracterizarse por ser el que sirve y no el que organiza o dirige todas las actividades, pues la gran mayoría corresponden a los laicos.

El único cambio organizativo consiste, según el Papa, en que «la situación actual nos exige estimular el surgimiento de otros servicios y carismas femeninos, que respondan a las necesidades específicas de los pueblos amazónicos en este momento histórico».

Esos servicios o ministerios laicales «implican una estabilidad, un reconocimiento público y el envío por parte del obispo. Esto da lugar también a que las mujeres tengan una incidencia real y efectiva en la organización, en las decisiones más importantes y en la guía de las comunidades, pero sin dejar de hacerlo con el estilo propio de su impronta femenina».

El Sínodo de Amazona, celebrado del 6 al 27 de octubre de 2019, contó con la presencia de 185 padres sinodales, incluidos los 113 obispos del territorio amazónico, que se reparte en nueve países: Brasil, Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia, Venezuela y las tres Guayanas.

Participaron también los presidentes de las respectivas conferencias episcopales, seis pastores de otras confesiones cristianas, 55 auditores, y 12 invitados especiales, incluidos varios científicos. El conjunto incluía 35 mujeres: 10 religiosas elegidas por la Unión Internacional de Superioras Generales, y otras 16 en representación de los pueblos indígenas y las agencias que les ayudan.

abc


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