Acostumbrado a navegar en las inclementes mareas de ida y vuelta de la Fórmula 1 y su vinculación con las multinacionales del automóvil, Fernando Alonso se encuentra inmerso en un conflicto político por rencillas del pasado, que, como el turrón, siempre vuelve. Sucede que Honda, antiguo socio del español que abogó por su fichaje por McLaren en 2015 después de que se despidiese de Ferrari, le ha vetado para disputar las 500 Millas de Indianápolis en la principal escudería de esta modalidad, Andretti-Honda. Y el asturiano, cuyo objetivo del curso es esta carrera que ya disputó y lideró en 2017, no se da por vencido. Trata de limar asperezas con los dirigentes nipones o encontrar una alternativa en otro equipo, a ser posible que no sea McLaren, con quien no pudo clasificarse el año pasado para la cita después de prepararla todo el año.
El veto se conoció como se conocen estas noticias en la Fórmula 1 y sus aledaños del automovilismo. Por personas interpuestas, la prensa. La publicación estadounidense Racer informó que la central de Honda en el barrio de Aoyama en Tokio había ordenado que no se procediese al acuerdo con Alonso. A partir de ese momento, ni Andretti ni Honda ni el deportista han confirmado la información. Tampoco las marcas han hecho oficial su formación de pilotos. La política de la negociación ha entrado en juego. Desde el entorno de Alonso se ha entendido como una temeridad las noticias que en España aseguraban que correría en Indianápolis con el Andretti-Honda. Y recomiendan un tiempo de espera para desvelar el desenlace de esta historia.
El desencuentro proviene de la Fórmula 1. Honda rompió la hucha para que su regreso a la parrilla fuese sonado en 2015. La multinacional japonesa era el primer patrocinador de McLaren y el suministrador de motores a cambio de cien millones anuales. Fue además la impulsora del fichaje de Alonso, segundo en aquella tabla salarial (28 millones) detrás de Hamilton. Pero la sociedad fue desastrosa: 14 abandonos en 2015, 10 en 2016, 16 en 2017, la mayoría por fallo del propulsor.
Críticas
Alonso se calentó en el Gran Premio de Japón en Suzuka el 27 de septiembre de 2015, cuando la velocidad del McLaren-Honda en la recta era un juego de niños para el resto de los coches, que lo adelantaban sin pestañear. «Aaaaarrrrggg, ¡Un motor de GP2!», lamentó el español por la radio interna. Los nipones se sintieron ofendidos en su país.
Ese grito fue exponente de la frustración, pero el desgaste se propagó de oficinas para adentro. El ritmo pausado de Honda, su tiempo para las deliberaciones y la distancia con Tokio, chocaron con las urgencias de McLaren y Alonso. Ambos forzaron al cambio de motor (Renault) durante 2017. Retirado de la F1, Alonso ha competido para la marca rival de Honda, Toyota, en el Mundial de Resistencia y el Dakar.
Helmut Marko, el ideólogo de Red Bull, carece de filtro en sus impresiones. La semana pasada le preguntaron por la posible vuelta de Alonso a la F1 y, en particular, su opción con Red Bull. «Mientras sigamos con Honda, su vinculación es imposible de todas formas. Su relación con Honda está rota desde la época en McLaren», soltó.
En plena negociación para su reto de 2020, Alonso y su equipo tratan de limar asperezas con Honda, o buscar alternativas en los equipos Carpenter o Penske para no quedarse fuera del circuito oval de Indianápolis.
abc
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