El coronavirus despierta la xenofobia

  04 Febrero 2020    Leído: 1081
El coronavirus despierta la xenofobia

Ciudadanos chinos denuncian actitudes racistas.

Es increíble. Nunca he tenido problemas con mi origen. Todos en el colegio sabían que era adoptada, algo que también conocían mis compañeros de instituto. No lo proclamábamos; sencillamente era evidente al ver a mis padres...Nunca me he sentido distinta, ni he sentido mal rollo por mis ojos rasgados, que es lo único que tengo de China. Hasta hace unos días, cuando surgió la alarma por el coronavirus. Algunos del instituto (no los de mi clase, aclara), hacen bromas muy molestas: se separan de mí al pasar ‘para que no les contagie’, o me tosen porque dicen que ‘les he infectado’. Cosas así. Os puede parecer una tontería, pero os aseguro que no lo es. Me molesta y mucho. De pronto, me he sentido señalada en mi propio país”.

Quien así habla es Lucía, 17 años, una joven nacida en China y adoptada antes de cumplir los 2 años por una pareja española. Vive en Alcalá de Henares (Madrid) “desde siempre”. Ha ido al colegio del barrio y ahora, al instituto de la zona, donde todos se conocen. De ahí su sorpresa: “Ha bastado la amenaza de un virus en este caso, para que salte la xenofobia que hay latente en la sociedad”, dice Lucía indignada.

No es la única. Al malestar de esta adolescente se suma el de otros muchos ciudadanos de origen asiático, muchos de ellos adoptados y que nunca han regresado al país en que nacieron. Como Mar y Cristina, dos hermanas chinas adoptadas por una pareja del mismo barrio de Lucía y que van a un instituto cercano. O Liu, la hija de los regentes de un local próximo al de Lucía.

Ayer, las redes sociales se hacían eco del rechazo que muchos ciudadanos asiáticos sentían en su quehacer diario a consecuencia del coronavirus. Y surgió la campaña #NoSoyUnVirus para contrarrestar el rechazo que está surgiendo en España contra la comunidad china.

Y no sólo en España. La campaña se ha activado en Francia, Canadá, Estados Unidos o Italia, entre otros países. De hecho, ayer se hizo viral lo relatado por un ciudadano italiano: “Me subo a un tren a Pesaro. Un niño chino entra en el vagón y una chica exclama en voz alta: ‘Aquí estamos y vamos a enfermar’. El niño responde rápidamente: ‘He visto China sólo en el Google Maps!’”.

Joanna Yeye, una popular empresaria china con intereses co­merciales en Nou Barris, en Barcelona, y en el barrio del Fondo de Santa Coloma de Gramenet, una de las poblaciones con un mayor ­número de inmigrantes asiáticos, reconoce que el tratamiento de la información sobre el coronavirus en algunos medios de comunicación, más allá de una afectación mínima en sus establecimientos de restauración, sí ha provocado cierta psicosis en algunos sectores “poco informados”.

Así, ella misma relata lo sucedido en la escuela de sus dos nietas, de siete y cinco años, nacidas en España. En una de las actividades que periódicamente realizan con la implicación de los padres y madres, una de ellas, enfermera de profesión, acudió a la clase de las niñas con una mascarilla “explicando de forma alarmista el caso de China”. Tras la charla de la supuesta enfermera, la mayoría de niños y niñas reaccionaron asustados. Sus nietas, por ejemplo, le preguntaron si era cierto que “había un monstruo que se llama coronavirus en China”, lo que provocó las protestas del resto de familias. Por lo demás, asegura que entre los clientes de sus bares “hay absoluta normalidad, pero mucha desinformación”.

La empresaria es originaria de Qingtian, un pueblo del que proceden la mayoría de chinos que recalaron en Santa Coloma de Gramenet. “Estamos en contacto con nuestras familias” y con la información de que disponemos “nos damos cuenta de que lo que hace más daño son las noticias falsas que corren por aquí”, como por ejemplo un vídeo que muestra un desastre en el país asiático grabado en el 2013 “pero que ahora se utiliza para verter mentiras sobre el virus”, apunta.

Desde la comunidad china de Barcelona se ha iniciado una campaña para enviar material hospitalario a los pueblos de origen “ya que todo lo que se envía a través de las ayudas oficiales recala en las grandes ciudades, pero no en los pueblos”. Aseguran que en Quingtian “no hay mascarillas ni gafas ni trajes higiénicos”.

Desde Casa Asia en Barcelona se indica que de momento no les consta que las actitudes racistas contra la población de origen chino hayan aumentado, aunque se considera que todavía es prematuro poder hacer un análisis del impacto social. Lo que sí que se subraya es un descenso de ventas en los comercios chinos, no sólo por la cancelación de la celebración del Año Nuevo sino en el contexto de las alarmas generadas en torno al coronavirus.

En las redes sociales que se siguen con atención desde Casa Asia, explica Josep Casaus, no se han detectado comentarios racistas o xenófobos. La población, subrayó, debe de informarse en los canales oficiales y evitar los alarmismos con respecto a la comunidad de origen chino que vive en España, formada por 200.000 personas.

Aun así, un pequeño grupo de personas del colectivo Catàrsia, jóvenes catalanes de origen chino, salieron el sábado a la calle en Barcelona al entender que hay un racismo latente que se incrementa con la excusa de la enfermedad.

lavanguardia


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