Unen fuerzas para revelar los misterios del sol

  03 Febrero 2020    Leído: 1007
Unen fuerzas para revelar los misterios del sol

Científicos de 18 países comienzan la década con grandes ambiciones espaciales.

“El espacio no está vacío como muchas personas piensan”, afirma la meteoróloga espacial Yaireska Collado Vega, sobre las diminutas partículas eléctricas que expulsa el sol en todas las direcciones y bombardean la atmósfera terrestre a casi 500 millas por segundo, sin parar.

“Este viento solar interactúa con el campo magnético de la tierra todo el tiempo, pero, a veces, estas interacciones son mucho más fuertes. Estas tormentas pueden cambiar la composición de la parte más alta de nuestra atmósfera (ionósfera), afectando las telecomunicaciones, señales de GPS y, en los casos bien extremos, hasta las redes eléctricas aquí en la tierra”, como pasó en Quebec, Canadá, en marzo de 1989, puntualiza la física puertorriqueña.

Este viento incesante de partículas eléctricas, que dejó a miles de familias sin electricidad por casi mediodía hace más de 30 años, es una extensión de la atmósfera gaseosa del sol que alcanza temperaturas casi 200 veces más altas que la superficie estelar y solo es visible al ojo humano cuando la luna revela su corona durante un eclipse solar total.

Sin embargo, todas las teorías sobre este y otros fenómenos solares son solo eso, teorías basadas en modelos matemáticos, pero Collado Vega y su equipo global de científicos espaciales apuestan a cambiar ese paradigma, esta semana, con el Solar Orbiter (SolO).

El objetivo principal del orbitador es fotografiar los polos magnéticos del sol por primera vez para entender la forma en que la estrella produce el viento solar, pero también estudiará el origen de las masivas emisiones de masa coronal.

“Son grandes explosiones en la superficie de sol, que se mueven radialmente en todas las direcciones y que eventualmente pueden impactar nuestro planeta o en alguna de nuestras tecnologías aeroespaciales o afectar la magnetósfera, que es el escudo magnético de la Tierra”, explica la experta en física electromagnética Teresa Nieves Chinchilla.

Y aunque un par de imágenes podrían parecer poca cosa, Collado Vega resalta que los datos que recopile SolO a lo largo de esta nueva década podrán definir si los humanos llegarán o no al planeta rojo, Marte.

“Tenemos un objetivo de enviar el próximo hombre y la primera mujer a la luna, y luego (al planeta) Marte, pero los astronautas que viajan más allá de la atmósfera protectora de la Tierra podrían estar expuestos a peligrosos niveles de radiación solar”, por lo que es imprescindible entender la máxima fuente de radiación en el espacio inmediato, acordaron las colegas del Centro de Vuelo Espacial Goddard para la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA, en inglés).

Piruetas espaciales

El próximo 7 de febrero, propulsado por un cohete Atlas V que quema más de 100,000 libras de keroseno y oxígeno líquido para escapar de la gravedad terrestre, el Solar Orbiter despegará de Cabo Cañaveral de camino al corazón del sistema solar.

Al igual quelos siete planetas del sistema, el orbitador dará vueltas alrededor del sol. Sin embargo, cada una será distinta a la otra, ya que, pasando muy cerca al planeta Venus, el orbitador usará su atracción gravitatoria para corregir su orientación a la gran estrella 1.3 millones de veces más grande la Tierra.

Inicialmente, su trayectoria de círculo alargado lucirá similar a la de los planetas, pero, con cada pase cercano a Venus, el explorador se inclinará hasta alcanzar una órbita con un desfase mayor a 30 grados. Entonces, con una perspectiva única del sol, el orbitador podrá fotografiar sus polos, invisibles desde la Tierra, por primera vez en marzo de 2025.

Desde su núcleo de plasma, donde la temperatura alcanza 15.7 millones de grados centígrados, hasta su corona, desde donde el viento solar abraza a todos los planetas, el orbitador estudiará todas las capas de la estrella cuya energía es imprescindible para la vida humana a casi 92 millones de millas.

Así seguirá recopilando datos hasta 2030, cuando se pronostica hará su última maniobra alrededor de Venus. Con una órbita de 180 días terrestres, aproximadamente, SolO le habrá dado la vuelta al sol unas 22 veces antes de perder contacto con la Tierra.

Diseñado para los extremos

En octubre de 2022, a solo 42 millones de millas de la ardiente bola de plasma, el orbitador deberá aguantar temperaturas más altas a las que se expone Mercurio, el primer planeta desde el sol.

A esa distancia, SolO experimentará temperaturas, al menos, cuatro veces más altas que el punto de ebullición del agua en la Tierra, por lo que el equipo de Airbus Defence and Space desarrolló un escudo de calor único para esta misión.

Aplicado a la capa exterior de la nave de casi 10 pies de alta, SolarBlack (negro solar) es un compuesto de fosfato de calcio que absorbe inmensas cantidades de radiación ultravioleta e infrarroja sin pelarse ni evaporarse.

Adicionalmente, la Agencia Espacial Europea (ESA), al mando de la misión, implementará paneles solares y antenas diseñadas para las altas temperaturas de la candente superficie de Mercurio.

Y aunque la disponibilidad de energía no será un problema tan cerca a su mayor fuente, SolO constantemente deberá ajustar su orientación al sol para preservar la integridad de sus paneles solares y diez instrumentos multimillonarios.

Extendiéndose más de 14 pies, el brazo de SolO vendrá equipado con cinco herramientas que medirán las condiciones meteorológicas a su alrededor.

Pero, en vez de medir humedad y velocidad del viento, estos instrumentos medirán la energía y las propiedades del viento solar, tales como su densidad, velocidad y temperatura, entre otras.

De forma remota, otros cinco instrumentos generarán distintos tipos de imágenes de la corona del sol para estudiar el origen y alcance de su campo magnético.

Cada uno de estos instrumentos es parte del experimento de un científico u otro alrededor del mundo.

Por ejemplo, el detector de partículas energéticas lo maneja Javier Rodríguez Pacheco, de la Universidad de Alcalá en España, mientras que la cámara heliosférica la controla Russel Howard, del Laboratorio de Investigación Naval en Estados Unidos.

Como ellos, hay decenas de científicos e ingenieros que deberán decidir todos los movimientos y monitorear todos los datos del Solar Orbiter desde la Tierra.

Sin margen para errores

Y a casi 185 millones de millas de la Tierra en su punto más lejano, no hay espacio para cometer errores.

De hecho, la señal de radio que usarán los científicos de la ESA para controlar la nave desde Alemania, tardará más de 16 minutos en llegar al orbitador.

“Es un trabajo complejo porque tenemos una órbita que nos va a alejar, en momentos, a dos veces la distancia entre la Tierra y el sol y, en otros, muy cerca de la Tierra, por lo que tenemos que planificar las observaciones con mucho cuidado”, afirmó el jefe de desarrollo de operaciones científicas para SolO, Luis Sánchez, desde la capital española.

En conjunto con la sonda solar Parker que la NASA lanzó, en 2018, para estudiar fenómenos similares, el Solar Orbiter de ESA generará datos esenciales a la exploración extraterrestre.

“El Solar Orbiter será sumamente importante para mejorar los modelos de meteorología espacial y hacer los pronósticos que necesitamos para proteger nuestra tecnología y los astronautas que viajen al espacio”, sentenció Collado Vega.

elnuevodia.com


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