Sí, los africanos también son un poco neandertales

  31 Enero 2020    Leído: 503
Sí, los africanos también son un poco neandertales

Identifican por primera vez la ascendencia de estos homínidos europeos en poblaciones del continente negro. La causa, las migraciones de regreso de humanos modernos con ADN de la otra especie.

La revista «Science» daba a conocer hace ya una década uno de esos descubrimientos científicos llamados a cambiar lo que sabemos sobre nosotros mismos. Svante Pääbo, director del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva, en Leipzig (Alemania) había secuenciado por primera vez el genoma de un neandertal, desvelando que todos, menos los africanos, llevamos en nuestro ADN la huella de esos homínidos extintos. Esto demostraba que los humanos anatómicamente modernos nos cruzamos con ellos en Eurasia después de nuestra salida de África.

Pues bien, un nuevo estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Princeton ha identificado por primera vez el rastro neandertal en el ADN de africanos modernos gracias a un innovador método computacional de análisis genético. No es mucho, un 0,3% frente al aproximadamente 2% del resto de poblaciones, pero suficiente para poder afirmar que todos los que ahora estamos en el mundo, sin excepciones, compartimos esa herencia. Como se venía sospechando, el motivo fueron varias migraciones de regreso al continente madre de sapiens que ya habían mantenido contacto con sus primos neandertales. La investigación, publicada en la revista «Cell», se añade a la gran cantidad de evidencias que indican que la evolución humana es mucho más compleja de lo que se creía.

Los científicos utilizaron un nuevo enfoque llamado IBDmix para detectar ancestros arcaicos. La técnica toma su nombre del principio genético «identidad por descendencia» (IBD), en el que una sección de ADN de dos individuos es idéntica porque una vez compartieron un ancestro común. Lo aplicaron a 2.504 individuos modernos del Proyecto 1000 Genomas, que representan poblaciones geográficamente diversas, y utilizaron la referencia de un neandertal de Altái (Siberia) para identificar la secuencia de la especie en estas personas. De esta forma, descubrieron que cada africano tiene como promedio 17 megabases (Mb) -los genomas se suelen medir en megabases o millones de bases- de secuencia neandertal, que corresponde a aproximadamente el 0,3% del genoma.

«Es la primera vez que podemos detectar la señal real de ascencencia neandertal en los africanos», dice Lu Chen, coautor principal del estudio. «Y sorprendentemente mostró un nivel más alto de lo que pensábamos».

Migración de regreso
El equipo también observó que los niveles de ascendencia neandertal en europeos (51 Mb), asiáticos orientales (55 Mb) y asiáticos del sur (55 Mb) eran sorprendentemente similares entre sí. Los asiáticos orientales tenían solo un 8% más de huella neandertal que los europeos, en contraste con informes anteriores del 20%. «Esto sugiere que la mayor parte de la ascendencia neandertal que tienen los individuos hoy en día se remonta a un evento de hibridación común que involucra a la población ancestral de todos los no africanos, que ocurrió poco después de la dispersión fuera de África», explica Joshua Akey, autor principal.

Pero, ¿cómo pudo llegar el ADN neandertal a los africanos ancestrales? Los investigadores señalan que no se debió a un cruce entre ellos, sino a las migraciones de vuelta de antiguos europeos a África, que introdujeron la ascendencia neandertal en las poblaciones locales. Para rizar el rizo, determinaron que parte de la ascendencia neandertal detectada en los africanos se debía al ADN humano introducido en el genoma neandertal ocurrido al menos hace 100.000 años, en una primera salida fuera de África, antes de la gran migración responsable de la colonización humana moderna de Europa y Asia, y antes del cruce que introdujo el ADN de los neandertales en los humanos modernos. El hallazgo reafirma que la hibridación entre humanos y especies estrechamente relacionadas era una parte recurrente de nuestra historia evolutiva.

«Me sorprende el hecho de que a menudo conceptualizamos la historia humana en términos muy simples», dice Akey. «Por ejemplo, imaginamos que hubo una única dispersión fuera de África que sucedió hace 60.000 a 80.000 años. Sin embargo, nuestros resultados muestran que esta historia fue mucho más interesante y hubo muchas oleadas de dispersión, algunas de las cuales condujeron a la mezcla entre humanos modernos y neandertales que vemos en los genomas de todos los individuos de hoy», añade.

Sistema inmune
Probablemente, esta herencia neandertal también influyó en la salud de los africanos, ya que se detectaron haplotipos (conjuntos de variaciones del ADN que tienden a ser heredados juntos) de neandertal de alta frecuencia en africanos. Las regiones que contienen estos haplotipos están enriquecidas con genes implicados en la función inmune y la sensibilidad a la radiación ultravioleta. Algunas de esas secuencias pudieron ser beneficiosas para los humanos modernos, aunque cómo influyeron en la salud de los africanos es algo que aún desconocen. «Identificamos varios casos en los que los africanos frecuentemente transportan ADN de neandertal en genes con funciones inmunológicas importantes y con funciones relacionadas con los fenotipos de la piel. Sin embargo, no podemos decir con precisión si existen implicaciones para la salud de estas personas según los datos. Es una pregunta muy interesante e importante, y con suerte será el foco de futuras investigaciones de nuestro laboratorio y de otros», señala a ABC Aaron B.Wolf, coatuor del artículo.

«El ADN neandertal detectado en los africanos no es mucho, pero es mayor de lo que se pensaba. Demuestra que la salida del continente fue un fenómeno mucho más complejo de lo que creíamos», reflexiona Carles Laueza-Fox, del Instituto de Biología Evolutiva (centro mixto del CSIC y la Universidad Pompeu Fabra), quien no ha participado en el trabajo. El investigador valora que el estudio se centre en un período tradicionalmente poco estudiado en África, hace entre 50.000 a 300.000 años. Sin embargo, «el método (empleado por los de Princeton) es nuevo y si funciona mejor que los habituales es algo que se verá con el tiempo», puntualiza.

abc


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