Preocupación y tristeza en el adiós de la Eurocámara al Reino Unido

  30 Enero 2020    Leído: 473
Preocupación y tristeza en el adiós de la Eurocámara al Reino Unido

Fue una votación extraña y desabrida. El pleno del Parlamento Europeo ratificó ayer tarde el Tratado de Retirada del Reino Unido de la Unión Europea, decisión que será confirmada hoy por el Consejo, de modo que el viernes a las 12 de la noche (hora de Bruselas, las 11 en Londres) se consumará el fin de un periodo de relaciones más o menos intensas, que ha durado 47 años.

Los diputados se dieron la mano después de la votación, cantando la canción del adiós, muchos entre lágrimas, conscientes de que se trataba de un momento histórico cuyas consecuencias reales no se conocen. Como dijo en el debate la liberal británica Luisa Purritt, «fuera del Reino Unido, los únicos que se alegran del Brexit son los que sueñan con debilitar a Europa».

El histrión populista al que la historia atribuirá una gran parte de la responsabilidad de este desastre, Nigel Farage, que había dicho que durante este tiempo le ha complacido ser «el payaso» de la Eurocámara, ya se había ido de la sala después de su última intervención en la que dijo que esta ruptura «es el culmen de mi vida política», una vez que organizó su enésimo escándalo con la exhibición histriónica de la bandera británica por parte de los diputados de su partido.

Frente a esta enésima demostración de mal gusto, lo cierto es que casi todos los demás diputados británicos, sobre todo liberales y laboristas, votaron simbólicamente en contra de este tratado, un total de 41 votos frente a los 621 que sumó la ratificación de este acuerdo. Horas antes, el Reino Unido había notificado al Consejo que ya ha cumplido con todos los pasos legales que le corresponden para la ratificación por lo que la desconexión ordenada se producirá el próximo viernes.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, les dijo que aunque se vayan de la UE los británicos «siempre serán parte de nuestra familia» y que su ambición será que «sigamos siendo buenos socios y amigos porque tenemos mucho en común y nuestra seguridad está entrelazada». Para ello, Von der Leyen le ha ofrecido a Londres un ambicioso tratado de libre comercio en el que se mantendría el concepto de «cero tarifas, cero cuotas» que ha mencionado el primer ministro británico Boris Johnson, pero para ello también ha advertido que «la condicción necesaria es que las empresas británicas y europeas compitan en igualdad de condiciones», es decir, que cumplan las mismas reglas y regulaciones.

Efectivamente, lo que viene a partir de ahora es la negociación de la relación futura, que puede ser mucho más traumática que la de la separación. Después del viernes ni europeos ni británicos percibiremos ningún cambio, porque aunque ya no sea miembro de la UE ni esté representado en las instituciones, la ley europea seguirá vigente en el Reino Unido durante lo que queda de año 2020, cuando se supone que ya se habrá pactado esa nueva relación.

Preocupación por el futuro
El portavoz popular, Manfred Weber, fue el único que dijo que eso es poco tiempo comparado con lo que han durado anteriores negociaciones con países terceros y que por ello piensa que «la UE no debe dejarse presionar por el tiempo. Prefiero el mejor acuerdo al más rápido». Y, en todo caso, insistió en que si quieren aceptar la oferta del tratado de libre comercio que ha propuesto la Comisión deberán aceptar también respetar las reglamentaciones europeas incluyendo la libre circulación: «No podemos admitir que sus camiones circulen libremente por la UE si los europeos no podemos beneficiarnos de la libre circulación en el Reino Unido». La popular polaca Danuta Hubner, también advirtió que «si lo que quieren es diverger de las reglas europeas, eso pondrá en peligro el acuerdo de libre comercio, por bueno que sea ese tratado».

Al ponente de esta votación, el ex primer ministro belga Guy Verhofstadt, que ha partidipado activamente en el proceso junto al principal negociador europeo Michel Barnier, y notorio federalista, le correspondió la tarea de defender este paso que amputa a la UE de una de sus piezas. En su discurso tuvo la lucidez de preguntarse «¿cómo hemos llegadohasta aquí?» y concluir que el principal error fue aceptar en su día las excepciones, derogaciones y cheques excepcionales que reclamaban los británicos. «El Brexit -dijo- empezó el día en que se aceptó la primera excepción para los británicos, porque hemos creado un público que solo quiere buscar las ventajas, pero no las obligaciones».

Casi todos los diputados británicos que dejan con dolor la UE quisieron intervenir en este último debate. Incluyendo los nacionalistas galeses, irlandeses y, sobre todo, escoceses, anunciando vías y esperanzas para intentar regresar a la UE, juntos o por separado. El conservador Daniel Hannan, más realista, dejó dicho a los continentales que en realidad «ustedes pierden un mal inquilino, pero estoy seguro de que ganan un buen vecino».

Encuentro en Madrid
Barnier, que hoy estará en Madrid para discutir con el presidente del Gobierno Pedro Sánchez sobre las consecuencias para Gibraltar, volvió a advertir a todos que la negociación de este acuerdo futuro puede ser muy compleja. «Esto es como un divorcio, no beneficia a nadie» volvió a decir. La cuestión más espinosa será la decisión de si aceptarán o no las reglas europeas, obligatorias para entrar en el mercado único, pero en cuya elaboración ya no podrán participar porque han decidido abandonar las instituciones. Algunos laboristas recordaron que en estos momentos, las únicas regulaciones laborales en el Reino Unido son las europeas, pero para Bruselas esas normas forman parte del paquete que han de respetar todas las empresas que compiten en el mismo mercado.

Pero, por ahora, ninguna de esas perspectivas sombrías se vislumbra todavía. Ayer parecía un día de fin de curso para los 73 diputados británicos, muchos de los cuales trajeron a sus familiares para asistir al acontecimiento. Tienen una semana más (hasta el 7 de febrero) para vaciar sus oficinas y el propio Parlamento y las demás instituciones utilizarán este periodo también para retirar todas las banderas británicas, que no son pocas. Solo una será preservada en el museo de historia de la UE.

ABC.es


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