Dos realidades discurren paralelas en el Senado de Estados Unidos. Una, el revuelo causado por las revelaciones el domingo de John Bolton, el exconsejero de Seguridad Nacional, que amenaza con desbaratar los planes republicanos de una absolución exprés de Donald Trump. La otra, la exposición de la defensa, que ha concluido este martes, y que ha vuelto a centrarse en atacar la solidez de los cargos presentados contra el presidente, y en defender la legitimidad de sus esfuerzos por investigar a su rival político Joe Biden. El líder de los republicanos en el Senado, Mitch McConnell, está volcado en el primero de esos ángulos, en asegurarse de que los senadores de su partido cierran filas para evitar la declaración de testigos, pese al explosivo manuscrito de Bolton.
Esta tarde, tras el turno de la defensa de Trump, McConnell reconoció en una reunión a puerta cerrada con los legisladores de su partido que aún no contaba con los votos suficientes para bloquear la comparecencia de testigos, que sí reclaman los demócratas, en especial, la del exconsejero de Seguridad. En un libro que verá la luz en marzo acusa al presidente de querer coaccionar a Ucrania con el bloqueo de las ayudas militares, lo cual es la base del cargo de abuso de poder que pesa sobre el mandatario.
Los demócratas ocupan 47 de los 100 escaños del Senado, así que necesitan el apoyo de cuatro republicanos para lograr la mayoría simple con la que forzar la declaración de Bolton y otros testigos. El relato del exconsejero de Seguridad, un halcón de la era Bush que acabó mal con Trump pero es poco sospechoso de compadrear con los demócratas, ha provocado grietas en la unidad republicana y, según McConnell, hoy por hoy pueden perder a esos cuatro. Aun así, según explicaron fuentes presentes en la reunión a diferentes medios estadounidenses, el senador espera lograr amarrar los votos antes de terminar la semana.
La defensa trató de obviar el escándalo y centrarse en su argumentario. “El listón del impeachment no puede ponerse tan bajo”, ha advertido a los senadores el abogado Jay Sekulow. Mientras que los gerentes de la Cámara de Representantes, en el papel de acusación, exprimieron la semana pasada las 24 horas de exposición de las que disponían, la defensa no ha agotado las suyas. Este martes, los abogados de Trump han dado su exposición por concluida tras utilizar solo dos de las 15 horas que les quedaban. Han arrancado su tercera y última jornada de exposición tratando de desmontar la definición de abuso de poder, el primero de los cargos del impeachment contra el presidente. Un cargo tan “maleable”, en palabras del abogado Patrick Philbin, que plantearlo traiciona los esfuerzos de los padres fundadores por limitar los delitos susceptibles de impeachment.
A continuación, ha tomado la palabra el abogado Jay Sekulow y, en tono encendido, ha apelado a la responsabilidad de los senadores. “Se les pide destituir al líder del mundo libre y al presidente electo de Estados Unidos, y además en año electoral”, ha dicho. “No estamos ante un juego de filtraciones y manuscritos sin atribuir”, ha añadido en alusión a la filtración del libro de Bolton.
El exconsejero de Seguridad Nacional confirma en un borrador de un libro que tiene previsto publicar en marzo, cuyo contenido se filtró a la prensa el domingo, que el presidente retuvo un paquete de ayuda militar a Ucrania como medida de presión al Gobierno de Kiev para que anunciara investigaciones a sus rivales políticos. “No se puede destituir a un presidente en base a una alegación sin atribuir”, ha dicho Sekulow. No ha defendido que las afirmaciones de Bolton fueran falsas, sino que ha querido restar valor a las revelaciones. “Algunos lo llaman prueba, yo lo llamo inadmisible”, ha zanjado.
“En nuestra presentación, han escuchado a expertos legales, de diversas escuelas de pensamiento, de una variedad de contextos políticos, pero que tienen en común una advertencia urgente: peligro, peligro, peligro”, ha proseguido Sekulow. “Rebajar el listón del impeachment en base a estos cargos impactaría en el funcionamiento de nuestra república constitucional durante generaciones”
Durante sus tres días de exposición, la defensa ha defendido que Donald Trump hizo lo correcto al promover investigaciones sobre la familia de Joe Biden, el exvicepresidente demócrata que es hoy uno de los favoritos a enfrentarse al presidente republicano en las elecciones de noviembre. Hasta el punto de que, en algún momento, parecía que habían montado una especie de impeachment alternativo a la anterior administración demócrata. Hunter Biden, hijo del hoy precandidato demócrata, se sentaba en el consejo de la compañía de gas ucrania Burisma cuando su padre era vicepresidente de Estados Unidos. Biden padre, junto con los principales actores occidentales, presionó para destituir a un fiscal ucranio al que acusaban de tolerar la corrupción, pero Trump quería que se investigara si sus maniobras tuvieron que ver con un deseo de bloquear una investigación a Burisma.
“Preferiríamos no estar hablando de esto, pero los gerentes de la Cámara de Representantes nos fuerzan a hacerlo”, dijo Pam Bondi, abogada de Trump, en referencia a los demócratas que ejercen de acusación. La argumentación de estos, sostuvo Bondi, depende de la premisa de que Trump solo estaba interesado en el impacto negativo de las investigaciones que solicitaba en sus rivales políticos. Pero, según los abogados, había pruebas de corrupción que hacían legítimo el interés de Trump. “Dicen que es una farsa. Dicen que es infundado. Lo dicen porque si aceptamos que alguien quiera investigar, su caso se desmorona”, dijo Bondi.
En Iowa, donde el lunes próximo se celebra la primera gran cita de las primarias demócratas, el candidato Joe Biden apuraba su campaña, pero no pudo evitar referirse a su calidad de convidado de piedra en el Capitolio. “Hay una razón por la que se está juzgando a este hombre”, dijo Biden en un evento en Cedar Falls. “La razón es que no quiere enfrentarse a mí en las elecciones”.
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