El líder de la Liga, Matteo Salvini, apuntaba a la región de Emilia Romaña para comenzar el proceso de reconquista del Ejecutivo italiano. Las elecciones en la región se han convertido en una suerte de plebiscito sobre la legitimidad del Gobierno formado por el Movimiento 5 Estrellas (M5S) y el Partido Democrático (PD). Una tensión que se ha visto reflejada en la participación, que ha doblado la de las últimas elecciones y que teóricamente favorecía a la coalición de derechas formada por la Liga, Forza Italia y Hermanos de Italia. Las proyecciones de los primeros resultados tras el cierre de las urnas a las 23.00, sin embargo, daban una victoria con un margen de unos 10 puntos porcentuales al candidato de la izquierda, Stefano Bonaccini.
Salvini se había entregado por completo a la campaña electoral de Emilia Romaña, consciente de que una victoria le permitiría poner en duda la legitimidad de un Ejecutivo que se formó el pasado agosto para desalojarle del poder. Los comicios pasaron a ser en las últimas semanas un todo o nada. Si la derecha se hubiera impuesto en esta región y en Calabria —los comicios se celebraron también este domingon y lo sondeos le otorgaban una holgadísima victoria con un 53% de los votos en la región sureña—, hubiese obtenido 14 de las 20 regiones de Italia. Salvini, sin embargo, compareció pasadas las doce de la noche enarbolando un discurso en el que parecía aceptar la derrota en la histórica región roja. "Es la primera vez que ha habido partido en Emilia Romaña", señaló el líder de la Liga reivindicando un buen resultado númerico pese a una posible derrota.
El Gobierno de Italia se encontraba estos días en tensión a la espera del resultado. El primer ministro italiano, Giuseppe Conte, expresó horas antes su seguridad de que lo que saliera de las urnas será "positivos" y dará "más energía y entusiasmo" a la coalición formada entre el M5S y el PD. En cualquier caso, aseguró el jefe del Ejecutivo, si la izquierda no lograse imponerse, no habría cambios a corto plazo. "Pensar que alguien se pueda venir abajo porque una cita electoral no satisfaga sus expectativas es completamente equivocado, no funciona así", aseguró a la prensa.
La elevada participación, en parte provocada por la agitación llevada a cabo por el movimiento antisalvini de las Sardinas, fue la noticia de la jornada electoral y probablemente uno de los factores que impulsó a la izquierda. Al mediodía había votado el 23,44% del censo, mientras que en la anterior cita solo lo hizo el 10,77% a esa hora. En Calabria, donde se da por descontada la victoria la coalición de derechas y de la candidata de Forza Italia, Jole Santelli, lo había hecho un 10,48% de los electores, frente al 8,85% de los comicios de 2014.
Salvini había convertido las elecciones regionales del domingo en una suerte de plebiscito sobre su figura. Una jugada peligrosa también para sus propios intereses en caso de derrota. Nadie esperaba, sin embargo, una crisis de Gobierno inmediata en ninguno de los escenarios posibles. La fecha fijada en el horizonte de todos los partidos es 2022, cuando deberá elegirse al próximo presidente de la República. Pero el Ejecutivo presidido por Giuseppe Conte, pase lo que pase, deberá cambiar radicalmente de paso para devolver vigor a un Ejecutivo prematuramente desgastado. En el horizonte están los próximos comicios de regiones como Toscana, donde en caso de derrota de la izquierda sería ya muy complicado seguir adelante.
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