El campo magnético de la Tierra nació del cataclismo que creó la Luna

  21 Enero 2020    Leído: 682
El campo magnético de la Tierra nació del cataclismo que creó la Luna

El choque de un «planeta» contra una Tierra primitiva arrancó un proceso que generó un poderoso campo magnético, capaz de proteger el agua del planeta frente a la radiación solar.

En el sistema solar existen tres planetas rocosos que tienen un tamaño más o menos comparable, pero que no podrían ser más distintos: se trata de Venus, Tierra y Marte. En el primero, el más cercano al Sol, la atmósfera es tan densa que genera un efecto invernadero descontrolado que calienta el aire hasta los 400ºC cerca del suelo. La Tierra es un planeta con un clima suavizado, donde existe agua líquida en la superficie, mientras que Marte es un mundo desolado y frío porque perdió su atmósfera en el pasado.

El campo magnético es una de las piezas que mantiene apuntalada la atmósfera de los planetas: si desaparece o su intensidad baja, la radiación de las estrellas puede llegar a barrer esta capa de gas tan importante para el clima. Esta semana, un estudio publicado en la revista «Proceedings of the National Academy of Sciences», que se ha basado en el estudio de pequeñas partículas presentes en cristales de zircón, ha concluido que en el pasado el campo magnético de la Tierra fue más potente de lo que se pensaba. Según han sugerido los autores, este campo nació gracias al cataclismo que creó la Luna.

«Esta investigación nos está hablando sobre la formación de los planetas habitables», ha dicho en un comunicado John Tarduno, coautor del estudio e investigador en la Universidad de Rochester (Reino Unido). «Una de las cuestiones que queremos resolver es por qué la Tierra evolucionó como lo hizo, y esto nos da incluso más evidencias de que el campo magnético quedó registrado desde muy temprano en el planeta».

¿De dónde proviene el campo magnético?

El interior de la Tierra alimenta los terremotos, los volcanes y los movimientos de los continentes. En lo más profundo existe un núcleo interno, compuesto de hierro y níquel, que está a una temperatura de hasta 6.000 ºC y que se encuentra en estado sólido. Por encima de este existe un núcleo externo, en estado líquido, cuyo movimiento y giro, muy influido por las diferencias de temperatura entre el interior y el exterior, genera el campo magnético terrestre. Este campo es un escudo que frena y desvía el viento solar y los rayos cósmicos procedentes del Sol, protegiendo la superficie de sus efectos dañinos y permitiendo la existencia de la tupida atmósfera terrestre.

Las últimas investigaciones hechas por Tarduno sugieren que el campo magnético terrestre tiene por lo menos 4.200 millones de años. En aquel momento, el sistema solar había nacido hacía unos 300 millones de años y el Sol era una estrella joven cuyo viento solar era más agresivo que el actual. Adicionalmente, según este investigador, no fue hasta hace 565 millones de años cuando en el interior de la Tierra se formó un núcleo interno, sólido. Pero, entonces, ¿cómo se originaba el campo magnético terrestre cuando el planeta era más joven y todavía no se había diferenciado un núcleo interno y un núcleo externo?

La respuesta, en el zircón
Los investigadores han estudiado unas pequeñas partículas presentes en cristales de zircón. Estas partículas quedaron atrapadas hace miles de millones de años y su colocación muestra tanto la dirección como la intensidad del campo magnético que el planeta tuvo. Gracias a eso, han concluido que el campo magnético era más potente de lo que se pensaba y han sugerido cómo se pudo originar:

«Creemos que el mecanismo es la precipitación química de óxido de magnesio en el interior de la Tierra», ha dicho Tarduno. Según su hipótesis, el enorme impacto que creó la Luna, cuando un objeto planetario del tamaño de Marte chocó contra una Tierra primitiva, favoreció la disolución de esta molécula, gracias a un drástico aumento de la temperatura en el interior del planeta.

Sin embargo, con el paso del tiempo, la Tierra se fue enfriando, permitiendo la precipitación de ese óxido de magnesio. Este proceso permitió la formación de corrientes de convección (impulsadas por diferencias de temperatura) y la generación del campo magnético, según John Tarduno.

El debilitamiento que pudo ser fatal
Sin embargo, hace 565 millones de años, casi todo el óxido de magnesio había precipitado, por lo que el campo magnético se debilitó enormemente. Afortunadamente para la vida en la Tierra, la formación del núcleo interno del planeta permitió regenerar el campo magnético. En Marte, sin embargo, el debilitamiento del campo magnético no se invirtió y este planeta acabó perdiendo su atmósfera, quedando convertido en un desierto reseco.

«Este primer campo magnético fue muy importante porque protegió a la atmósfera y evitó que la Tierra perdiera agua, cuando el viento solar era más intenso», ha apuntado John Tarduno.

Lo interesante, según este investigador, es que es altamente probable que el mecanismo que ha descrito también funcione en otros exoplanetas. Además, considera que es crucial entender qué procesos están manteniendo el campo magnético de la Tierra hoy en día.

abc


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