En 2003, una ilusión similar de una mujer dejó a todos confundidos. En aquella ocasión, se creía que era un test de personalidad que revelaba cuál era el hemisferio dominante del cerebro del observador.
Esta ilusión óptica proviene, en realidad, de la falta de señales visuales que se requieren para establecer la profundidad de una figura, lo que da espacio a una ambigüedad de interpretación.
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