«Protegeremos el clima y las fronteras», dijo Kurz tras jurar el cargo junto a diez ministros del conservador ÖVP y otros cuatro ante el jefe de Estado, Alexander Van der Bellen. «Es bueno poder continuar nuestro trabajo para Austria», declaró en referencia a su anterior legislatura, en la que formó fallida coalición con la extrema derecha del FPÖ, protagonista de un sonado caso de corrupción, y sobre la que ofrece una línea de continuidad. «Nuestra democracia está viva», celebró el presidente de Austria, el también verde Van der Bellen. «Esto fue demostrado el año pasado. Juntos hemos logrado regenerarla a pesar de las dificultades».
Kurz desea imitar el éxito de la coalición entre conservadores y verdes que gobierna desde 2011 en el vecino Bundesland alemán de Baden-Württemberg a la vez que restablece la estabilidad y devuelve a su país a un mayor grado de sintonía con las autoridades europeas. El líder de los Verdes, Werner Kogler, de 58 años, es ya vicecanciller. Se trata de un político de trayectoria de más de tres décadas en las filas ecologistas y de una legendaria capacidad parlamentaria. En 2010 fijó récord en la historia con su discurso en el Parlamento de 12 horas y 42 minutos de duración, durante un debate sobre el presupuesto. Por lo demás, la mayoría de los ministros tiene entre treinta y cuarenta años y las mujeres son mayoría en el nuevo gabinete, nueve sobre ocho hombres incluyendo a Kurz, que recupera para su partico las carteras de Exteriores e Interior, que estuvieron dirigidas por los nacionalistas hasta mayo para disgusto de gobiernos y servicios de inteligencia de varias potencias occidentales.
«Una osadía»
Tanto Kurz como Kogler declararon que, pese a que gobernar juntos es «una osadía», ambos están a favor de llevar adelante el experimento. «Desde Europa nos miran», advirtió el nuevo vicecanciller, al considerar que este gobierno puede ser un precedente para otros países, como Alemania. En ese sentido, el presidente del PP europeo, Donald Tusk, ha reconocido que esta coalición es una directriz para los conservadores porque la protección del planeta «es para los cristianos el undécimo mandamiento».
En las negociaciones, los populares lograron imponer la línea dura de prohibición del velo islámico en guarderías y colegios, así como una controvertida prisión para solicitantes de asilo considerados peligrosos, aún sin cometar delito alguno. El nuevo gobierno mantiene el «rechazo al acuerdo de libre comercio con el Mercosur en su forma actual» y buscará aliados en Europa para imponer «tasas aduaneras ecológicas, las únicas que tienen sentido». «Una mayor protección climática tiene su precio», declaró el jefe de los Verdes en el Tirol, Geebi Mair admitiendo que resulta doloroso aceptar muchas de las políticas derechistas de los populares. Los Verdes obtienen a cambio un gran ministerio, encargado de Infraestructuras y Medio Ambiente, y prometen una introducción paulatina de medidas para encarecer las emisiones de CO2, entre ellas un impuesto adicional a los billetes de avión. El objetivo es que «volar sea más caro y el tren más barato», comentaba ayer Kogler. Un paquete de medidas para aumentar la transparencia en la administración, que entre otros amplía las competencias del Tribunal de Cuentas para controlar las finanzas de los partidos políticos y las empresas con participación estatal, es otra de las promesas de los Verdes que forma parte del programa.
«No fue un camino sencillo, pues los dos partidos tienen posturas muy diferentes», reconoció Kurz en la presentación del programa ante la prensa, aunque aseguró que ambos partidos lograron incluir en el documento de 300 páginas las principales promesas electorales. El nuevo gobierno tendrá que demostrar, de todas formas, que la economía y la ecología pueden conciliarse y que el liberalismo en cuestiones sociales de los Verdes es compatible con la firmeza de Kurz con la inmigración, la integración y el islam.
abc.es
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