"El Pleno del Congreso de los Diputados se reúne a mediodía en la tercera jornada de la sesión de investidura de Pedro Sánchez", informó la Cámara legislativa a través de un comunicado.
El domingo 5 de enero, el Congreso de los Diputados rechazó la candidatura de Pedro Sánchez para formar un Gobierno de coalición entre su formación política —el Partido Socialista Obrero Español (PSOE)— y la agrupación de izquierdas Unidas Podemos (UP).
Para ser investido en esa primera votación Sánchez necesitaba el apoyo de la mayoría absoluta de la Cámara, situada en 176 escaños.
El candidato socialista fracasó al obtener 166 votos a favor, 165 en contra y 18 abstenciones.
Si esos resultados se repiten —la previsión es que incluso mejoren, ya que una diputada situada en el "sí" no pudo acudir a votar el 5 de enero— el candidato será investido este 7 de enero, ya que en la segunda votación se considera otorgada la confianza de la Cámara con una mayoría simple (más síes que noes).
A lo largo del debate de investidura que arrancó el pasado sábado 4 de enero Sánchez expuso un programa con un marcado acento de izquierda.
Además de la puesta en marcha de planes para aumentar la presión fiscal a los más ricos y aumentar el gasto social, uno de los puntos más destacados del programa de Sánchez consiste en la creación de una mesa de diálogo "bilateral" con el Gobierno catalán para buscar soluciones al conflicto territorial.
Esta iniciativa responde a una exigencia del partido independentista ERC, que entregará su abstención para permitir la investidura de Sánchez en segunda vuelta cambio de la creación de dicha mesa, de la que debe salir una propuesta política para la resolución del conflicto que, obligatoriamente, será sometida a votación entre la ciudadanía de Cataluña.
En esa mesa, los partidos independentistas podrán plantear sin cortapisas su petición de un referéndum de autodeterminación para Cataluña, aunque Sánchez ya dejó claro que su intención es que el proceso de diálogo sirva para someter a votación un acuerdo de renovación de la convivencia, no de ruptura.
La iniciativa fue recibida con una gran indignación por parte de los partidos de la derecha y la ultraderecha española, que a lo largo del debate calificaron en distintas ocasiones a Sánchez como un "traidor" por pactar un con "separatistas" que "quieren romper España".
Desde el partido ultraderechista Vox —la tercera fuerza política del país, con 52 escaños— llegaron incluso a afirmar que la investidura de Sánchez es un "golpe de Estado", lo que en opinión de algunos de sus dirigentes justifica una intervención de las Fuerzas Armadas.
En concreto, el eurodiputado Hermann Terstch se mostró favorable a través de un mensaje publicado en Twitter a que "las fuerzas armadas interrumpan un obvio proceso golpista de voladura de España como nación".
Además, a lo largo de las últimas horas múltiples diputados de distintas formaciones progresistas dijeron estar sufriendo presiones –tanto públicas como privadas– para romper la disciplina de voto de sus partidos y boicotear la frágil mayoría de Sánchez.
En ese sentido, la portavoz del grupo liberal Ciudadanos, Inés Arrimadas, hizo un llamamiento público el 5 de enero desde la tribuna del Congreso a los parlamentarios del PSOE para boicotear la investidura.
En concreto, pidió seguir el ejemplo de Ana Oramas, diputada de la formación regionalista Coalición Canaria, que romperá la disciplina de voto de su partido para oponerse a la investidura.
"¿No hay ni un solo valiente entre toda la bancada socialista que cambie su voto como hoy ha hecho Ana Oramas?", preguntó Arrimadas.
La ministra de Defensa en funciones, Margarita Robles, afirmó el 5 de enero que algunos diputados del grupo socialista están recibiendo amenazas o insultos personales en los que se les invita a cambiar el sentido de su voto, algo corroborado por otros parlamentarios.
Por ejemplo, Tomás Guitarte, diputado de la formación regionalista Teruel Existe, asegura estar sufriendo una "presión tremenda" por parte de sectores de extrema derecha como Democracia Nacional Joven, que en los últimos días llenó su pueblo natal de pintadas en las que se le tacha de "traidor".
Esta circunstancia, sumada a los sucesos de las últimas horas, despertó el fantasma del 'tamayazo', un célebre episodio de la política española que impidió en 2003 la investidura de un candidato socialista —Rafael Simancas, actual diputado y cercano colaborador de Sánchez— como presidente de la Comunidad de Madrid después de que dos parlamentarios tránsfugas de su propio grupo se negaran a apoyarle.
Pese a que el fantasma del 'tamayazo' sobrevuela la sesión de investidura de Sánchez, por el momento ninguna de las formaciones políticas que llegaron a acuerdos para otorgarle su confianza se mostraron permeables a las presiones.
En consecuencia, si no hay sorpresas de última hora, Sánchez será investido este 7 de enero para formar el primer Gobierno de coalición en la historia reciente de la democracia española, un Ejecutivo cuya estabilidad nace amenazada desde el primer día por la fragmentación parlamentaria, la promesa de una oposición feroz por parte de la derecha, y por la deriva imprevisible del conflicto catalán.
Sputnik
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