España negocia con Marruecos la venta de buques militares por primera vez desde hace tres décadas, según fuentes gubernamentales e industriales. Se trata de dos patrulleros de altura de la clase Avante, fabricados por el astillero público Navantia y similares a los cuatro Buques de Vigilancia del Litoral (BVL) vendidos durante la pasada década a Venezuela. El coste de esos dos barcos ronda los 260 millones de euros y la operación está pendiente solo del visto bueno del rey Mohamed VI. La negociación se desarrolla en plena polémica por la iniciativa de Rabat para delimitar sus aguas territoriales, que afecta a Canarias.
En 1982, la Empresa Nacional Bazán —actual Navantia— entregó a la Marina Real marroquí el buque Teniente Coronel Errahmani, una corbeta que durante tres décadas fue su buque insignia. A principios de esa misma década, la Armada marroquí compró también en España cuatro patrulleros de la clase Lazaga y otras embarcaciones menores. Sin embargo, en las tres décadas siguientes, Marruecos optó por adquirir sus nuevos buques en Francia (la fragata Mohamed VI y las dos de la clase Floréal, entre otros) e incluso en Holanda (tres corbetas de la clase Sigma), dejando de lado a sus suministradores españoles.
La situación puede cambiar si prospera la negociación que mantienen los dos países para la venta de dos patrulleros de la clase Avante. Se trata, según las fuentes consultadas, de embarcaciones similares a los BVL vendidos a Venezuela: buques de unas 1.500 toneladas y 80 metros de eslora, con una autonomía de 4.000 millas y 40 tripulantes.
Ese tipo de patrulleros de altura están diseñados para la vigilancia del litoral y tareas de rescate y salvamento —disponen de cubierta para helicópteros—, entre otras misiones. Por sus características, resultan adecuados para evitar la salida de pateras con migrantes irregulares o para su interceptación en alta mar, una capacidad de la Marina marroquí que España está interesada en potenciar.
La operación, valorada en unos 260 millones, está muy avanzada y dispone ya de respaldo financiero, pendiente solo del definitivo visto bueno del rey Mohamed VI. No se limita a la venta de dos buques, sino que se prolonga con el apoyo durante su vida operativa. La corbeta Errahmani ha estado varias veces en los astilleros de Navantia en Cartagena (Murcia), la última en octubre de 2017, para su mantenimiento.
Sin embargo, esa negociación puede verse enturbiada por la polémica surgida en torno a la decisión de Rabat de proceder a la delimitación unilateral de sus aguas. El pasado día 16, la Comisión de Exteriores del Parlamento marroquí aprobó dos proyectos de ley que delimitan su espacio marítimo en el Atlántico, con España y Mauritania, y pretenden consolidar su jurisdicción sobre las aguas del Sáhara Occidental, que la comunidad internacional no reconoce. El ministro marroquí de Exteriores, Naser Burita, calificó los dos proyectos de “históricos” y defendió el “derecho soberano” de Marruecos a delimitar su frontera marítima, aunque agregó que “está abierto al diálogo con España”.
La nueva legislación no solo delimita las 12 millas de aguas territoriales y las 24 de contiguas, sino también las 200 de la Zona Económica Exclusiva y hasta 350 de la plataforma continental; lo que provoca “problemas de solapamiento” con Canarias. Para apuntalar su reclamación, Marruecos compró el pasado año un buque oceanográfico a Francia. Su objetivo es seguir a España, que en 2014 pidió en la ONU una ampliación en 296.500 kilómetros cuadrados de la plataforma continental al oeste del archipiélago canario.
El ministerio español de Exteriores se ha mostrado muy cauto ante la iniciativa marroquí. Inicialmente se limitó a recordar que la delimitación de las aguas debe hacerse “de mutuo acuerdo” entre los países afectados y luego ha subrayado que los decretos no fueron aprobados el pasado lunes por el pleno de la Cámara de Representantes como estaba previsto, aunque fuentes marroquíes aseguran que lo serán en enero. La Convención del Mar prevé que las controversias entre Estados se resuelvan mediante el diálogo o recurriendo a un tribunal arbitral. España y Marruecos se disputan la montaña submarina Tropic, que se cree alberga uno de los mayores yacimientos mundiales de telurio, muy apreciado en electrónica; también hay controversia con Portugal.
Más allá de ese contencioso, las relaciones entre España y Marruecos han mejorado ostensiblemente en los últimos tiempos, con Rabat colaborando para cerrar las rutas de la migración irregular. España presiona en Bruselas para fijar una partida anual en el presupuesto de la UE que afiance el control de fronteras en Marruecos, y presionó también para que el acuerdo pesquero UE-Marruecos incluyera las aguas del Sáhara Occidental.
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