Poco más de un año después de que el periodista saudí Jamal Khashoggi fuera asesinado en el consulado saudí en Estambul y de que su cuerpo desapareciera, la Justicia saudí anunció el veredicto.

La Fiscalía General condenó a cinco acusados a la pena capital y a otros tres a penas de cárcel por encubrimiento. Todo ello, sin especificar ni las identidades de los supuestos implicados ni las sanciones concretas. Las reacciones no se han hecho esperar y en su mayoría consideran que el proceso judicial ha sido una farsa.

La relatora de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para las ejecuciones extrajudiciales, que encabezó una investigación de seis meses sobre el caso que concluyó en junio responsabilizando al príncipe heredo, Muhamad bin Salman por el crimen, fue uno de las voces más críticas. Agnes Callamard desmontó la hipótesis de la Fiscalía saudí que consideró el crimen no premeditado y accidental.

Turquía, país donde ocurrió el crimen, también reaccionó. El Gobierno de Ankara rechazó la sentencia y dijo que está lejos de cumplir las expectativas de hacer justicia.

El juicio también levantó críticas por la manera en que se desarrolló, es decir, nueve sesiones que se celebraron a puertas cerradas.

Para los críticos, el punto más oscuro fue el que los autores intelectuales no solo caminan libres, sino que apenas les han afectado la investigación y el juicio. Ya que la Justicia saudí absolvió a autores intelectuales, como Saud al-Qahtani. Este hombre, que fue el asesor personal del príncipe heredero, fue el eslabón clave que vinculaba a Muhamad bin Salman al crimen.

HispanTV

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