Nueva York
Sonará a tópico pero la oferta de la ciudad estadounidense a los ciudadanos y visitantes en esas fechas es difícil de igualar. La ceremonia de encender el abeto gigantes que se instala en la plaza del Rockefeller Center es un clásico, igual que patinar por la pista que se abre a sus pies. Asimismo, los teatros de Broadway y calles adyacentes viven uno de los momentos de mayor afluencia de la temporada, a menudo porque programas estrenos y obras ad hoc.
Lo mismo cabe decir del concierto que se celebra en el Radio City Christmas Spectacular. Luego están las mil y un posibilidades de compras de regalos en almacenes de renombre como Macy’s o Bloomingdale’s (no digamos ya Tiffany) y, sobre todo, la bajada de la bola en la despedida del año en medio de esa locura que es Times Square.
Viena
Si el concierto reseñado antes es una referencia neoyorquina, en Europa hay una tradición comparable que es la del concierto de Año Nuevo que ofrece la Orquesta Filarmónica de Viena la mañana de cada 1 de enero en la Wiener Musikverein de la capital de Austria. Tanto que lo retransmiten más de medio centenar de televisiones de otros tantos países.
Es improbable que haya alguien que nunca haya visto algún momento de esa función, especialmente la interpretación del Danubio azul o la Marcha Radetzky (hay preferencia por Johann Strauss) al son de las palmas del público asistente. Si a alguien le seduce la idea, que sepa que las entradas no se venden directamente sino que se adjudican por sorteo entre quienes hacen la solicitud pertinente (y luego la pagan, claro, a precios que van desde los 35 euros hasta el millar).
Kiritimati
No hay que dar muchas vueltas para encontrar una excusa para viajar a un atolón del Pacífico. Pasar las navidades allí, tumbado al sol y en una playa paradisíaca ya es atractivo de por sí en cualquier época el año; pero si el destino concreto es Kiritimati, más aún, ya que a esa pequeña isla no se la conoce como Christmas (Navidad, en inglés) porque sí. Mide unos 642 kilómetros cuadrados y constituye tres cuartas partes de la República de Kiribati, país formado por 33 atolones.
Lo que tiene de especial es que se trata del territorio insular más oriental del globo, por lo que se halla en el primer huso horario y, en consecuencia, es el primer lugar de la Tierra donde se recibe el Año Nuevo; 13 horas antes que en España. Eso hace que por esas fechas los menos de 6.000 habitantes de Kiritimati pasen a ser el doble, ya que se ha convertido en una experiencia turística.
Tierra Santa
Si la Navidad, tal como la entendemos hoy -o sea, más allá de la cristianización de la fiesta pagana del Sol Invicto-, tiene su origen en el nacimiento de Jesús ¿qué mejor que ir a ver in situ ese lugar? Los evangelios de Mateo y Lucas dicen que fue en Belén, antaño una minúscula aldea y hoy una ciudad de Israel. Ahora bien, muchos expertos creen que, en realidad, los evangelistas designaron Belén para que coincidieran los sitios donde nacieron Cristo y el rey David, y que la localidad más lógica sería Nazaret.
Da igual. Allí está la Basílica de la Natividad pero un viajero que quiera pasar en Tierra Santa esas fechas visitará ambos sitios casi seguro, así como otros rincones del país igualmente interesantes, desde Jerusalén a Masadá, pasando por el Mar Muerto, Qumran, Tel Aviv, etc. Además, con el enriquecimiento cultural que supone ver la celebración de las fiestas no sólo por parte de los católicos sino también de los ortodoxos o incluso judíos y musulmanes.
Roma
Del lugar donde nació Cristo saltamos a aquel donde lo hizo la Iglesia. Quien elija la ciudad eterna para pasar allí las vacaciones navideñas encontrará presepi (pesebres, belenes) por todas partes, mercadillos típicos en las principales plazas (con mención especial para la Plaza Navona) y los tradicionales zampognari (gaiteros), que acompañados de un intérprete de ciaramella (una especie de oboe) animan las calles con sus melodías.
En las casas lo tradicional es comer o cenar lentejas y panettone. Pero el momento más importante es la Misa del Gallo que se oficia en la basílica de San Pedro del Vaticano, desde la que el Papa también imparte el día 25 la bendición Urbi et Orbi. Para asistir a ese oficio religioso es necesario hacer una solicitud de reserva con dos meses de antelación.
Funchal, Madeira
Desplazarse hasta el archipiélago portugués de Madeira puede parecer un tanto extravagante pero no lo es tanto si se tiene en cuenta que una de las costumbres habituales para iniciar el Año Nuevo, ofrecer un espectáculo de fuegos artificiales, adquiere en la capital de la isla unas dimensiones especiales. Tan especiales que, de hecho, se trata de la mayor exhibición pirotécnica del mundo. Así lo atestiguó el Libro Guinness de los Récords en 2007.
Funchal, asentada en la costa sur abrigada por los 1.200 metros de altitud que alcanzan las montañas que la rodean, goza de un clima envidiable que favorece asistir al citado espectáculo nocturno, que se incrementa cuando los espectadores y vecinos hacen sonar a un tiempo las bocinas de sus coches, a las que se unen las de los barcos fondeados en la zona. Una locura que continúa después, con los festejos de Nochevieja.
Escocia
Otra forma pintoresca de celebrar el cambio de año es la que tienen en Escocia, herencia vikinga. Se trata del Hogmanay, el antiguo ritual para dar la bienvenida al solsticio de invierno. Aunque cada rincón tiene su propia forma de hacerlo, en general se suele visitar a familiares y amigos, llevándoles regalos a medianoche.
Pero el plato fuerte es el que sirven en localidades como Stonehaven, donde se organiza una procesión en la que los participantes hacen girar sobre sus cabezas unas bolas de fuego que terminan arrojando al mar aún incandescentes. En otros sitios, en vez de esas bolas se portan antorchas y la fiesta se remata cuando dan las 24:00 y para despedir el año todos cantan juntos el tradicional Auld lang syne (Los buenos tiempos pasados) del poeta Robert Burns.
España
No vamos a resaltar un único sitio porque la variedad y riqueza cultural española hacen que haya montones para elegir y por eso abundan las ofertas nochevieja 2019 a destinos nacionales.
Así, tenemos Madrid con con una oferta de ocio casi abrumadora (el mercado navideño de la Plaza Mayor, la pista de patinaje sobre hielo instalada en la Plaza Colón, la multitudinaria cabalgata de Reyes, las programaciones especiales de espectáculos…); Granada con el árbol de Navidad más grande de Europa; Valencia con sus actividades en la Ciudad de las Artes y las Ciencias (o la Feria de Atracciones, o la de artesanía de la Plaza de la Reina…); Bilbao y su vocación hacia la infancia (la esperada llegada del Olentzero o el Parque Infantil de la Navidad); las alicantinas Jijona y Alcoy sus apoteosis turronera y juguetera respectivamente (sin olvidal la centenaria cabalgata de Reyes alcoyana); Las Palmas de Gran Canaria citando al visitante en la playa para disfrutar del clima y del colosal belén de arena; Málaga y Vigo con sus fantásticos alumbrados callejeros; Huesca, como destino de referencia para el esquí; Palma de Mallorca y el emocionante Canto de la Sibila que se interpreta en la catedral, etc.
Cataratas del Niágara
Desde el mes de noviembre y hasta principios de enero, las cataratas del Niágara ofrecen una imagen muy especial. Si ya de por sí son impresionantes, en invierno incrementan si cabe su interés por dos razones, una natural y otra producto de la mano del Hombre. La primera es la posibilidad de que se congelen, proporcionando unas vistas raras, inusualmente bellas; más aún. La segunda es una iluminación artificial que se manifiesta en el llamado Festival de las Luces.
Y es que a mediados del otoño, un festival pirotécnico público lanzado en el Queen Victoria Park es la señal para el encendido de esas luces, que no son cosa de broma porque suman unos tres millones de bombillas. Diseñada por especialistas, la iluminación va cambiando mientras recrea escenas de películas de animación. Los fuegos artificiales volverán a brillar para despedir el año.
Laponia, Finlandia
No puede haber mejor forma de terminar que deseando felices fiestas: frases inspiradoras para desear feliz Navidad. Bueno, sí: haciéndole una visita a Papá Noel. O Santa Claus, como lo llaman por el norte de Europa, que es donde vive. En la Laponia finlandesa, para ser exactos, puesto que allí, a 8 kilómetros de la localidad de Rovaiemi, se ubica la Santa Claus Village. Un interesante destino para toda la familia pero que, evidentemente, van a disfrutar con mayor intensidad los niños ¿O no?
Se puede entrar a su cabaña, saludarle y entregarle la carta de los regalos, dar de comer a sus renos, charlar con los elfos, hacer un paseo en trineo, ver las auroras boreales, recorrer el pueblo (que con la iluminación nocturna parece de cuento)… hasta es posible alojarse en un hotel de hielo. Y como la Navidad es mágica, quien lo prefiera puede visitar otras casas de Santa en Drobak (Noruega), Gesunda (Suecia) o Groenlandia (Dinamarca).
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