Hace algunos años, Nguyen Thi Dung alimentaba a sus pollos y plantaba arroz para poder llegar a fin de mes en una de las zonas más pobres de Vietnam. Este año, sin embargo, espera ganar más que un empleado de banca o un bróker del país. ¿La diferencia? Samsung.
Hace siete años, el gigante de la electrónica surcoreano se metió en los arrozales de la provincia de Bac Ninh en el norte de Vietnam y comenzó a fabricar smartphones. Las últimas exportaciones desde Vietnam incluyen el nuevo Galaxy Note 7 de la compañía y sus baterías, que han envuelto a la empresa en un problema bastante grave. Esos dispositivos transformaron al somnoliento pueblo de Dung en el segundo centro de exportación más grande del país después de Ciudad Ho Chi Minh.
"Nuestras vidas mejoraron drásticamente desde que llegó Samsung", dice la exgranjera de 57 años de edad, quien ahora alquila habitaciones y vende alimentos a los trabajadores de las plantas de ensamblaje. Dung espera obtener unos 68.000 dólares este año. "Quiero comprar un coche y que mis hijos me lleven a pasear", agrega.
Samsung y sus empresas afiliadas han construido una ciudad-fábrica con 45.000 trabajadores jóvenes y cientos de proveedores de componentes extranjeros (una versión en miniatura del conglomerado familiar que domina los negocios en Corea). La inversión ha sido muy positiva para los negocios en Bac Ninh: casi 2.000 nuevos hoteles y restaurantes abrieron entre 2011 y 2015, según la oficina provincial de estadísticas, lo que contribuyó a aumentar el PIB per cápita de la provincia a hasta tres veces por encima de la media nacional.
"Las inversiones de Samsung han permitido un creciente impulso del crecimiento económico no sólo de Bac Ninh, sino también del país entero", explica Nguyen Phuong Bac, director de un instituto socioeconómico de Bac Ninh. "Han acelerado la industrialización del país".
La compañía coreana representa el primer paso del plan de Vietnam para heredar una porción del sector manufacturero de China, que está perdiendo a fabricantes de textiles, electrónicos y de bienes de consumo como consecuencia de los crecientes costes y la fuerza de los salarios. La capacidad china para atraer del exterior inversiones directas en los años 80 y 90 la ayudó a construir grandes proveedores locales e incluso sus propias compañías globales. Samsung Electronics abrió su primera planta en China en 1992.
Terminal de aeropuerto
Ahora, la compañía ha apostado a lo grande en Vietnam. Autobuses blancos estampados con el logo azul de Samsung pasan a través de los campos empantanados de los búfalos, que se encuentran enfrente de la planta de baterías de Samsung. Grandes camiones transportan smartphones Galaxy en la autopista Bac Ninh-Noi Bai con conexión directa al Aeropuerto Internacional de Noi Bai, donde la compañía ha pedido tener su propia terminal de carga.
Más de la mitad de las 856 compañías extranjeras que invirtieron un total de 11.900 millones de dólares en la provincia de Bac Ninh hasta junio estaban relacionadas con Samsung. Las inversiones extranjeras ahora representan el 60% de la economía de la provincia, explica Nguyen Duc Cao, subdirector de la Junta Administrativa de las Zonas Industriales de Bac Ninh, y que por supuesto es propietario de un Samsung S6 de color dorado.
El Economista
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