El desenlace de la fase de grupos de la Champions dejó para el sorteo de octavos este lunes unos bombos con representación exclusiva de las cinco grandes ligas: España (Real Madrid, Barcelona, Atlético, Valencia), Inglaterra (Liverpool, Chelsea, Tottenham, Manchester City), Alemania (Bayern Múnich, Borussia Dortmund, Leipzig), Italia (Juventus, Nápoles, Atalanta) y Francia (PSG, Lyon). De manera natural, la competición ha deparado que, con algunas ausencias, la Copa de Europa se dirima a partir de ahora entre su nobleza deportiva y económica más tradicional. En esta misma dirección en la que se ha movido el juego lo está haciendo también en los últimos meses el dinero. Organismos internacionales, clubes poderosos liderados por el Real Madrid, fondos de inversión de capital riesgo, como el británico CVC, y agencias de representación y gestión de derechos, elucubran fórmulas para que esta vieja jerarquía juegue más entre sí.
El fútbol se enfrenta a un cambio de modelo tan revolucionario como complejo, en el que entra en juego la amenaza de la ruptura de los grandes clubes con sus ligas domésticas y todo el costumbrismo futbolero que la transformación se llevaría por delante. Las ligas nacionales se oponen y también la mayoría de aficionados que han crecido con el arraigo de ver a sus clubes enfrentarse a los más poderosos y derrotarlos. Esa épica, que forma parte del fenómeno del fútbol, también la cuestiona el futuro que se pretende diseñar.
La aproximación del Real Madrid a la FIFA, con la creación el pasado 15 de noviembre de la Asociación Mundial de Clubes que preside Florentino Pérez, es solo el último de los pasos emprendidos para acometer el cambio de paradigma. Un movimiento que ha resaltado de nuevo el enfrentamiento abierto que mantienen el presidente de la FIFA, el suizo Gianni Infantino, y su homólogo de la UEFA, el esloveno Alexander Ceferin. Este ha visto cómo el proyecto de Superliga europea que tenía previsto apadrinar ha ido a parar a la ventanilla de la FIFA, que aspira a una Superliga Mundial. Infantino, primero como secretario general de la UEFA y después como presidente, fue el creador del actual modelo de la Champions League. Es el dirigente que consiguió comercializar a través del mercado televisivo más de 100 partidos de la Copa de Europa. Lleva 20 años negociando con operadores televisivos y patrocinadores. La multiplicación de ingresos que alcanzó la Champions en sus años como directivo del fútbol europeo la anhela ahora para la FIFA, que solo gestiona como su principal fuente de ingresos los 64 partidos del Mundíal de selecciones que se celebra cada cuatro años. Ahora, Infantino pretende que el organismo mundial lidere también las competiciones de clubes. El primer paso ya lo dio con la reforma del Mundialito de Clubes, que por el momento se disputará cada cuatro años con 24 equipos y cuya primera edición se disputará en China en 2021.
El proyecto de una Superliga europea con ramificaciones mundiales aún está en una fase muy embrionaria. No está diseñado ni el formato, qué competiciones europeas o domésticas suplantaría y si sería abierto o cerrado. A esto último se oponen algunos de los clubes ingleses, alemanes y el Barcelona, que son conscientes de la impopularidad que generaría una competición cerrada y tan elitista. Por el momento, tanto este nuevo formato como el de una Superliga solo europea se han dejado a un lado. “No va a pasar ahora, pero va a pasar”, dice una fuente conocedora de las conversaciones entre CVC y el Real Madrid. Otras fuentes del sector aseguran que “en el momento que algún inversor ponga el dinero, los grandes clubes se apuntarán”. “Si CVC u otros inversores quieren perder tiempo y dinero, que sepan que ese es el proyecto”, desafía Javier Tebas, recientemente dimitido como presidente de LaLiga para acometer su reelección.
UEFA contra FIFA
La transformación más en vigencia sigue apuntando en la dirección abierta por la UEFA y la Asociación de Clubes Europeos (CA) en sus negociaciones iniciales para “extender la huella de la Champions” a los fines de semana. La discusión del proyecto provocó ya el pasado marzo una encendida oposición de los campeonatos nacionales encabezada por Tebas. En junio, los clubes de la Premier concretaron en una carta pública su descontento con la idea, que la UEFA decidió dejar en suspenso. El parón provocó el disgusto de grandes clubes como el Madrid, que ven urgente articular fórmulas que les permitan aumentar sus ingresos y corregir el desequilibrio respecto a los ingentes ingresos de la Premier. También entienden que sería una manera de tener herramientas financieras para protegerse frente a la pujanza de lo que denominan “clubes Estado”, como el PSG y el Manchester City. En el alto mando blanco son muy críticos con el proceder de la UEFA en sus investigaciones a estos clubes por el juego limpio financiero.
De fondo, además de la tensión por el poder con los grandes clubes, late también la citada competencia entre la UEFA y la FIFA por los nuevos caladeros de ingresos. Mientras Infantino preparaba su nuevo Mundial de Clubes, la UEFA lleva meses preparando el viaje de la Champions fuera de las fronteras europeas, según varias fuentes conocedoras de las negociaciones que mantiene con Relevent, la empresa que, con Tebas, pretende llevar partidos de LaLiga a Estados Unidos. Para eso, Relevent ha planteado varias opciones, que van desde la disputa de la final de la Champions en Nueva York a la extensión de la Copa de Europa al calendario veraniego enlazándolo con la ahora amistosa International Champions Cup, también de Relevent, que se ha venido celebrando en EE UU, Europa y Asia.
Con esta idea de sacar la Champions de Europa, la UEFA se encontraría con las mismas limitaciones territoriales que impone a LaLiga para que, también de la mano de Relevent, no lleve sus partidos a Estados Unidos.
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