España vuelve a ser resultona. Así, de repente. Lo que fueron buenas señales ante Bélgica y Liechtenstein se confirmaron ante Italia, su verdugo en la Eurocopa hace 101 días (101 años luz en el planeta fútbol): ha encontrado el brío en la circulación de balón, la presión tras pérdida y, en definitiva, los rasgos distintivos que la llevaron a no ver ponerse el sol en su imperio. La peor noticia en Turín fue que no le valió para conseguir la victoria.
Tras 80 minutos de dominio, Sergio Ramos decidió prolongar en la Selección su idilio con la locura en el Real Madrid. Dentro del área, entró a Éder cuando el delantero ya había recibido el balón y le derribó en una acción a muchas más pulsaciones para las necesarias en esa zona del campo. De Rossi no rechazó el regalo y neutralizó el que su propio equipo había hecho.
Porque también fue un obsequio lo que le permitió a España marcar en el Juventus Stadium. `La Roja` ha recuperado virtudes, ha pulido errores y ha mantenido su principal pecado: la falta de gol. Desde el primer momento amasó la pelota, repartó balones a uno y otro lado y atacó los escasos huecos en la defensa rival con balas de gomaespuma.
De la mano de un estratosférico Iniesta, España afinó a la perfección las notas. Solo le faltó cuadrar el bis al final del concierto. El de Fuentealbilla tiró muy flojo ante Buffon, Piqué cabeceó centrado en un córner y poco más. En la delantera, Diego Costa trataba de zafarse de tres mastines (de nombre Romagnoli, Bonucci y Barzagli). No estuvo mal el de Lagarto, que bregó, se movió de manera inteligente y no supuso un estorbo para el flujo de balón. Pero no tuvo premio.
Se lo llevó Vitolo, que marcó porque cometió la insensatez de pensar que Buffon también puede fallar. El del Sevilla lanzó el desmarque y se encontró con un príncipe italiano, impoluto, todo perfección. La persistencia en la carrera fue casi insolente, pero el canario algo debía olerse: el meta de la Juventus pateó el aire en vez del esférico y le dejó el camino libre para hacer el 0-1 a puerta vacía. Un error, como el de Ramos, pero con una diferencia: España había opositado de sobra para merecer un empujón.
El tanto fue un bofetón en la cara de Italia, que despertó de inmediato. Saltó como un resorte y se acordó de que estaba jugando un partido de fútbol. Adelantó líneas, subió la presión, quiso el balón...y el campo se volcó hacia la meta de De Gea. Primero fue Immobile, al que le faltó un par de tallas de calzado para marcar en el segundo palo.
No importó al equipo de Ventura que Vitolo estuviese a punto de hacer el segundo (su disparo se marchó desviado en un mano a mano), el susto no le amilanó y prosiguió con el vigor que antes le había faltado. Piqué salvó otro disparo de Immobile, pero no pudo multiplicarse con Éder en el área en el momento fatal del penalti de Ramos.
Con diez minutos por delante y un cambio total de dinámicas, España bastante tuvo con defenderse de una suicida Italia. Belotti casi marcó el 2-1 y con eso el equipo de Lopetegui tuvo suficiente. Un punto en la mochila y razones de sobra para confiar es lo que se llevó de Italia la Selección. Espera Albania. Fue una lástima.
EcoDiario
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