Un hombre intentó suicidarse dentro de un tribunal penal en Somme (Amiens, Francia) este 6 de diciembre, poco después de ser sentenciado a 30 años de prisión por el secuestro y la violación de una joven asesinada en el 2002.
Willy Bardon aprovechó que los familiares de la víctima estaban celebrando la decisión del juez para ingerir cuatro cápsulas sin que nadie se percatara. Luego de presentar desaliento y temblor fue evacuado de la sala y enviado a un hospital, donde permanece en cuidados intensivos, informó el diario Le Parisien.
Según el fiscal del caso, Alexandre Bosschère, la condición actual de acusado es estable pero con "pronóstico vital comprometido", y detalló que podría haber consumido un pesticida "extremadamente peligroso" cuya venta está regulada en todo el territorio europeo y que genera daños en el sistema nervioso y cardiovascular.
Por el momento se intenta establecer si fue un acto premeditado y organizado y de qué manera Bardon tuvo acceso a la sustancia, teniendo en cuenta que fue cacheado al entrar y que no se le permitió salir de la sala de reuniones durante las deliberaciones, recoge el diario Le Monde.
Un caso polémico
Bardon fue acusado de la muerte de Elodie Kulik, una mujer de 24 años, en la noche del 10 de enero de 2002 en la localidad francesa de Tertry, en Somme. La joven fue violada, estrangulada y quemada, y antes de morir realizó una llamada de auxilio a los Bomberos. La grabación, de menos de medio minuto, constituyó la pieza clave en el caso, ya que en ella se escuchaban las voces de sus posibles atacantes.
La investigación determinó la participación "innegable" de un sujeto llamado Grégory Wiart, fallecido en 2003, y quien no fue vinculado al crimen hasta 2012 con base en una prueba de ADN encontrada en la escena de los hechos. No obstante, en lo que respecta a Bardon, su presunta culpabilidad fue sustentada en testimonios de seis personas que aseguraron reconocer su voz en la llamada de Kulik.
La defensa ha alegado inconsistencias y ausencia de evidencia formal, insistiendo en la falta de rigor científico en el análisis de la grabación, cuya calidad de sonido califican de "mediocre". Asimismo, la imposibilidad de llamar al estrado a Wiart impide obtener pruebas más contundentes de su participación y constatar si fue en realidad cómplice de lo sucedido. Marc Bailly, uno de sus abogados, afirma que se trata de un juicio apoyado en "corazonadas, rumores y chismes" y sustentado en "un castillo de arena".
Bardon se ha declarado inocente desde un comienzo y niega haber estado en el lugar de los hechos. Durante la audiencia condenatoria le "juró" al padre de la joven asesinada que era inocente y que lucharía por la verdad. Finalmente, tras 13 días de audiencias y 47 testigos, la Justicia lo condenó por violación y lo absolvió del cargo de asesinato. No obstante, su abogados anunciaron su intención de apelar.
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