El 6 de noviembre, Teherán comenzó el cuarto paso para reducir sus obligaciones y comenzó a bombear gas a las centrífugas en Fordo.
"El hecho de que Teherán esté haciendo todo lo posible para obtener una bomba nuclear nos preocupa. El liderazgo iraní declara explícitamente que su tarea es destruir Israel, por lo que no podemos permitir que consigan una bomba", enfatizó Elkin en una entrevista con el periódico ruso Izvestia.
Según los expertos encuestados por este medio ruso, la propuesta de usar la fuerza se considera extrema, pero no se puede eliminar por completo: Israel ya había atacado previamente los reactores nucleares de Irak y Siria.
Sin embargo, según el jefe del Centro ruso para el Estudio de Oriente Medio, Vladímir Fitin, un escenario de fuerza es poco probable: un ataque contra un reactor nuclear ciertamente no quedará sin respuesta, y esto puede convertirse en un prólogo de una nueva guerra a gran escala en la región. Al mismo tiempo, ni Israel ni Irán están preparados para ello.
"El Ejército iraní está bien equipado para un ataque de represalia, las instalaciones nucleares están profundamente ocultas bajo tierra en lugares rocosos que serán difíciles de destruir con aviones, como fue el caso en otras operaciones israelíes. Tal ataque significaría el comienzo de una guerra seria, pero ni Israel, ni EEUU, ni Irán están interesados en esto", subraya el experto.
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