Las armas callaron en Gaza después de 48 horas de violencia. Yihad Islámica (YI) e Israel acordaron el cese de las hostilidades gracias a la mediación de Egipto y Naciones Unidas y terminaron dos días en los que 34 palestinos perdieron la vida y Yihad Islámica lanzó 400 cohetes a suelo israelí. La facción palestina próxima a Irán fue la que llevó el peso de una lucha en la que Hamás, grupo que gobierna la franja desde 2007, permaneció en segundo plano. Según YI, Israel se comprometió a detener los asesinatos selectivos de sus líderes y a dejar de emplear fuego real para contener las manifestaciones que cada viernes se organizan en la verja de separación en el marco de la Gran Marcha del Retorno. El ministro de Exteriores israelí, Israel Katz, se limitó a decir que «la tranquilidad será respondida con tranquilidad» y en declaraciones a la emisora del Ejército recordó que su país «no vacilará en atacar a aquellos que le hagan daño, desde la Franja de Gaza o desde cualquier lugar».
Como ocurre cada vez que se anuncia un alto el fuego, las dos partes son conscientes de que se trata de un pausa antes de la próxima escalada de tensión. En esta ocasión fue Israel quien prendió la chispa el martes de madrugada con el asesinato selectivo de Bahaa Abu Al Ata, jefe del brazo militar de Yihad Islámica, a quien responsabilizaba de numerosos ataques y de ser una amenaza para las treguas pactadas con Hamás.
División palestina
En una entrevista concedida a la cadena libanesa Al Mayadeen, el secretario general de YI, Ziad Al Najala, declaró que su movimiento «tiene la capacidad de dirigir solo estos combates, no pediremos intervenir a nuestros aliados». Los dirigentes de Hamás mostraron su apoyo a YI en sus declaraciones públicas, pero el brazo armado del grupo no entró en acción, no tiró un cohete y tampoco fue objeto de ataques por parte de Israel, una situación nada habitual que podría provocar una nueva división entre palestinos. En declaraciones a este medio, el analista Tareq Baconi, autor de «Hamas Contained», se mostró opuesto a la sensación de ruptura entre los grupos y aseguró que «las cosas entre ellos no cambiarán porque tienen una fuerte relación táctica y estratégica». Algo que quedó claro en las tres grandes operaciones lanzadas or Israel desde 2008.
Fuentes consultadas próximas a Hamás no quisieron hablar de «división», y subrayaron el rol que tiene el grupo al frente del Gobierno de una Franja que no está en condiciones de soportar una ofensiva a gran escala como la de 2014. Desde YI trataron de mostrar el alto el fuego con Israel como «una victoria» y señalaron que estas 48 horas de lucha en solitario les han servido para «que no nos vean como el hermano pequeño de Hamás. Hemos demostrado que somos capaces de pelear solos». Una pelea que en su último día costó la vida a seis miembros de la familia Sawarka, tres de ellos niños, tras el bombardeo aéreo que destrozó su casa en el campo de refugiados de Deir El Balah. Israel justificó el ataque diciendo que entre los muertos figura un mando militar de YI.
abc
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