La fase pública y televisada del proceso de impeachment contra Donald Trump comenzó este miércoles en el Congreso con el testimonio demoledor del máximo representante de Estados Unidos en Ucrania, el embajador interino, William B. Taylor. El veterano diplomático relató durante una sesión de casi seis horas, plagada de expresiones como “alarma”, “locura”, “preocupación”, toda una serie de maniobras del presidente para lograr que el Gobierno de Kiev investigase a su rival político Joe Biden. Además, resaltó la involucración personal del mandatario. Este proceso excepcional, una especie de juicio parlamentario, debe determinar si el presidente cometió algún delito o falta grave en el escándalo de Ucrania, lo que abocaría a su destitución.
La ciudad de Washington, un gran parque temático de la política, se preparó para la ocasión como suele hacer en muchos de estos casos, con los bares sirviendo copas con descuento y cócteles especiales, de nombres vinculados al caso, para seguir la jornada por los televisores como si de un acontecimiento deportivo se tratase. Es la cuarta vez en la historia que Estados Unidos activa un procedimiento de impeachment -que nunca ha salido adelante- y de la última, contra Bill Clinton, han pasado 20 años.
La investigación contra Trump comenzó en la Cámara de Representantes el pasado 24 de septiembre, tras salir a la luz las presiones del presidente para que se investigase al demócrata Joe Biden, que quiere disputarle la presidencia en 2020, y al hijo de este, Hunter, por sus negocios en este país cuando el padre era vicepresidente. Lo trascendido hasta ahora, a raíz de los testimonios a puerta cerrada, dibuja un modus operandi más que polémico, según el cual el republicano se sirvió de una diplomacia paralela para influir en el Gobierno ucranio, que incluyó quid pro quo y otorgó a Rudy Giuliani, abogado personal del presidente, un papel fundamental.
Lo que se va a juzgar en las próximas semanas y meses en el Capitolio es si las acciones del presidente suponen un caso de colaboración con un poder extranjero para interferir en las elecciones presidenciales. La declaración de Taylor -que inauguró las comparecencias públicas junto a otro alto diplomático estadounidense, George Kent- ha servido para apuntalar las sospechas y, sobre todo, para señalar hacia algo clave, el quid pro quo: si Trump utilizó la congelación de ayudas estadounidenses, entre otros elementos, como mecanismo de presión a Kiev en plena guerra con los separatistas prorrusos en el Este del país.
El diplomático, con 50 años de servicio a la espalda y la costumbre de tomar notas de todo, sostiene que oyó abiertamente que las ayudas militares eran moneda de cambio en una conversación del 1 de septiembre con Tim Morrison, asesor del Consejo de Seguridad Nacional, que dimitió el pasado septiembre. Según el relato de Taylor, Morrison le contó una conversación entre un diplomático estadounidense -Gordon Sondland- y un asesor del Gobierno ucranio, Adrei Yermak, en Varsovia. En ella, el primero le advertía al segundo de que las ayudas de seguridad no llegarían hasta que el presidente, Volodímir Zelensky, se comprometiese públicamente con la investigación a la empresa del hijo de Biden. “Escribí que sería ‘una locura’ retener asistencia en materia de seguridad como forma de intercambio para obtener ayuda en una campaña política doméstica en Estados Unidos”, señaló Taylor.
"¿Esto es lo que deberían esperar los estadounidenses de su presidente? Si esta conducta no merece un juicio político, entonces, ¿qué lo merece?", preguntó el presidente del Comité de Inteligencia, el demócrata Adam Schiff, al inicio de la sesión. Por el contrario, el republicano de mayor rango en dicho comité, Devin Nunes, defendió al presidente cuestionando la imparcialidad de los testigos y recalcando que la información de Taylor no venía de primera mano, sino elaborada a raíz del relato de otros. Además, Zelensky niega haber recibido presiones. "Lo que vamos a presenciar hoy es una obra teatral televisada escenificada por los demócratas", criticó.
Para estos, una de las pruebas concluyentes del asunto es la conversación telefónica del pasado 25 de julio entre Trump y Zelensky, en la que el norteamericano le pide explícitamente la investigación. Más allá del testimonio de Taylor, algunos mensajes de texto entre diplomáticos, difundidos a raíz de estas pesquisas, apuntan a que se usaron las ayudas y una invitación a Zelensky la Casa Blanca como mecanismo de presión.
Tanto Taylor como Kent habían testificado ya a puerta a puerta cerrada, y las transcripciones de sus declaraciones se habían hecho públicas. En la primera, Taylor denunció “una historia de rencores, informantes, canales paralelos, quid pro quos, corrupción e injerencia en las elecciones”, en las que Ucrania solo es “un objeto”. Este miércoles lo repitió, pero el impacto del relato del embajador, en directo por televisión, no es comparable a los trascendido hasta ahora y pesará en la otra batalla que se libra en torno a este caso,la de la opinión pública a un año de las elecciones presidenciales.
Esta vez, además, el embajador aportó algunos detalles que, de ser ciertos, resultan muy comprometedores para Trump porque evidencian una involucración muy personal, no solo a través de intermediarios. El embajador señala que una persona de su equipo, escuchó una conversación entre Sondland y el presidente Trump el pasado 26 de julio. En ella, supuestamente pudo oír al mandatario preguntar por “las investigaciones”. Sondland le dijo al colgar que Trump “se preocupaba más por las investigaciones sobre Biden” que sobre Ucrania. Kent, por su parte, acusó a Giuliani de haber llevado a cabo una campaña para “ensuciar” a Marie Yovanovitch, la exembajadora de EE UU en Ucrania, que ha denunciado presiones de Trump para despedirla con “acusaciones falsas”. La diplomática testifica este viernes también en público.
El Comité de Inteligencia, que es el encargado del grueso de la investigación, elaborará un informe final que pasará al Comité de Justicia. Aunque los demócratas voten a favor de los cargos penales contra el mandatario en la Cámara baja, el caso pasa luego al Senado, de mayoría republicana, donde se celebra el “juicio” en sí y se vota el veredicto. Salvo nuevos hallazgos en la investigación, el impeachment tiene hoy por hoy pocas posibilidades de salir adelante pues requiere 67 de los 100 votos y los republicanos han cerrado filas en torno a Trump, pero el drama político, a un año de las elecciones, está servido en streaming.
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