Los miembros de la familia real británica pueden viajar en aeronaves privadas solamente en algunas ocasiones específicas. La mayoría de las veces, están obligados a tomar vuelos junto a sus súbditos.
Hay dos razones principales para ello. La primera es la cuestión ecológica, ya que el transporte aéreo representa gran parte de las emisiones de carbono que dañan nuestra atmósfera. La segunda, se debe a los gastos con dinero público. La reina Isabel II establece un presupuesto de viaje para toda su familia y ordena que se eviten gastos excesivos en sus desplazamientos.
"El dinero del contribuyente financia estos vuelos, lo que significa que la realeza no puede ser vista gastando dinero en vuelos de lujo de manera irresponsable", detalló el tabloide británico Express.
No obstante, las cosas son un poco distintas cuando se trata de la propia reina. Aunque Isabel II solía viajar por el mundo en aerolíneas comerciales, en particular en los vuelos de British Airways, este ya no es el caso desde hace años.
La decisión de usar aeronaves particulares se debe, en primer lugar, a la seguridad de Isabel II. Desde los atentados del 11 de septiembre de 2001, la reina y su hijo Carlos no se desplazan en vuelos comerciales. Por no estar en la línea directa de sucesión al trono británico, el príncipe Enrique —y por ende su esposa— no enfrentan restricciones en este sentido.
La edad de la monarca, quien cumplió 93 años en abril, hizo que prácticamente dejara de desplazarse en avión. El último viaje aéreo de la reina se realizó —en una aeronave particular— a Alemania en 2015. Los últimos años, la reina de Inglaterra ha estado viajando exclusivamente en trenes.
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